53 Yo Tambien Se Lo Que Es El Dolor

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Me alejé un poco de ella y la miré, su expresión mostraba miedo y tristeza pero no entendía el por que, se puso de pie, comenzó a caminar y miró a las personas que la observaban, me levanté, me sacudí y me acerqué nuevamente a ella.

—hablamos en otro lado ¿Te parece?—asintió y comenzamos a caminar hasta detenernos en una parada de autobuses en la cual nos sentamos.

Sorbió su nariz y bajó la mirada hasta el suelo—es una desgraciada.—soltó si de la nada.

—¿De quién hablas?—acomodé la mochila a un lado para que no me estorbara.

—la estúpida de mi madre me llamó para pedirme dinero, dice que le debo la vida y que gracias a ella estoy aquí, según ella lo mejor que puedo hacer es darle dinero para agradecerle.—su voz se escuchaba quebrantada

—no tienes por que darle dinero, no se hizo cargo de ti—fue lo único que vino a mi mente.

—la estúpida sabe que no estoy loca, me dijo que le doy pena por intentar darle lastima a Erick, me negué a darle dinero, le dije que ella no era nada para mi, que en mi existencia nunca tuve una madre y me dijo que debería hacerle un favor a ella y al mundo... Que debería suicidarme.

Tomé por sorpresa esas palabras, no había cosa mas cruel que la persona que te trajo al mundo te hablara de esa manera, no había nada tan igual como sentir ese dolor, el dolor en las palabras de las personas que te rodean.

En ese momento quería buscar a la madre de Camile y decirle tantas cosas en su cara, preguntarle ¿Por qué odiaba tanto a Camile? ¿Por qué hacia eso? ¿Por qué no podía comportarse como una madre? ¿Por qué no apoyaba a su hija? ¿Por qué era tan dura con ella? Habían tantas preguntas y cosas que quería decirle a la vieja esa.

—yo no soy nadie para hablar mal de ella pero... Es la peor de las madres.—dije intentando calmarla.

—lo se,—levantó lentamente la mirada—su vida sería perfecta si yo no hubiera nacido.

—no,—me levanté y me miró—no Camile, su vida seguiría siendo igual de patética por que ella misma se ocasiono todo lo que le ha pasado—hablé con firmeza.

Rió—¿Y que hay de mi vida? 

Me mantuve en silencio recordando mis pensamientos anteriores, y como es verdad eso de que aveces nos ahogamos en un vaso de agua—Tu no tuviste lo que querías y tu vida no ha sido perfecta, pero ¿Te has preguntado que es lo que están afrontando los demás?—bajó la mirada y no dijo nada—la vida suele ser dura con todo el mundo, te entiendo, yo también se lo que es el dolor—los recuerdos sobre lo sucedido con Carlota años atrás pasaban rápidamente por mi cabeza—lo que es crecer sin nadie que te apoye o escuché, pero eso no significa que la vida se termina ahí.

Me acomodé la mochila y le di una leve sonrisa, levantó la mirada y sonrió, no como niña chiquita si no como la chica de dieciocho años que era. Se levantó y procedimos a caminar hasta llegar al centro comercial.

—¿Qué hacemos aquí?—preguntó confundida.

—podemos ver una película—propuse y negó.

Seguimos caminando recorriendo el centro comercial sin saber a donde íbamos.

—así que... En tres días cumples años—dijo tratando de establecer un tema después de un buen rato de un incómodo silencio.

—si—susurré. No me emocionaba en lo mas mínimo, lo único que quería era que fuera un día antes y un día después, deseaba que mi cumpleaños no llegara.

Seguíamos caminando sin saber exactamente a dónde íbamos, solo caminábamos y ya.

Las personas que estaban allí reían, otras observaban las cosas, algunas solo hablaban, unas cuantas recorrían los locales, adolescentes se besaban sin ninguna pena o preocupación.

Seguimos caminando hasta que alguien choco conmigo y me embarró una malteada de chocolate en la blusa color azul quedando totalmente empapada, levanté la vista encontrándome con un chico pelirrojo.

—lo siento—intentó limpiarme pero solo empeoro las cosas.

—¡Suéltame!—exclamé. Nunca me había enojado por algún accidente como ese, incluso lo que había pasado con la zorra mayor y sus asistontas me hizo enojar pero no como eso que acababa de suceder. No era de esa clase de chica que se preocupaban por que le habían arruinado una simple playera. Pero no me encontraba del mejor humor en ese momento.

Comencé a caminar y rápidamente Camile me alcanzó—fuiste muy dura ¿No lo crees?—paré en seco y la miré.

Quizás tenía razón, el chico tenía la culpa pero no era para que me enojara de esa manera, además yo se lo había hecho a Layla y bien dicen que todo en esta vida se regresa.

Me giré y regresé hacia la dirección en la que se encontraba el pelirrojo, quien aun con la mirada decía lo siento, me acerqué a el y le pedí una disculpa por gritarle.

—todo fue mi culpa,—dijo apenado—de verdad lo siento, puedo comprarte otra blusa o algo para compensar mi idiotez.

—no hace falta, en partes también fue mi culpa por no prestar atención hacia dónde iba.

El chico seguía disculpandose y lo único que realmente quería era librarme de el, entre menos hablara mejor, le di una leve sonrisa y me giré caminando hasta Camile, ella entró a una tienda a comprar una botella de agua, mientras la esperaba afuera me pareció ver a Liliana y su novio acercándose, me disponía a entrar a la tienda en cuanto la rubia me llamó por mi nombre haciendo que me girará a verlos. 

—¿Qué te pasó?—preguntó Liliana mirando mi blusa.

—un chico derramó su malteada sobre mi por accidente.—respondí.

—¿Qué? ¿Y qué le dijiste?—Liliana no era problemática pero por lo menos se hubiera conformado con una buena disculpa.

—se disculpo y para mi fue más que suficiente.

—si quieres puedo ir y hablar con el—dijo el novio de Liliana, ya me imaginaba a que se refería con "hablar" y no había la necesidad de una paliza para ese pobre chico. Suficiente tenía con la forma en la que yo le había respondido.

—gracias, pero no—dije mirándolo—se ofreció a comprarme una blusa nueva pero no era necesario.

—de acuerdo—dijo ella para después darle un beso en la mejilla a su novio y luego llevar la vista hasta mi—¿Segura quieres ir al cine así?—la miré, me encontraba confundida. ¿A qué se refería?—habíamos quedado de vernos aquí en un rato mas.

Demonios—lo olvidé, lo siento, yo...

—oye tranquila,—hablo la rubia—no pasa nada, podemos dejarlo para otro día.

—Liliana, enserio lo siento—dije, Camile salió de la tienda, miraba la envoltura de la botella de agua, se acercó a nosotros y me miró—oh, Camile ella es Liliana—llevó la vista hasta la rubia y sonrió, falsamente pero sonrió—y el es Alan, su novio, chicos, ella es Camile.

Camile miró al chico y su expresión cambio a una de total seriedad.

Hey Quitate Enana Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin