25 Guerra De Almohadas

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Liliana y Layla me miraron incrédulas para después mirarse entre ellas y comenzar a reír.

—creí haberte escuchado decir que besaste a Callan—dijo entre risas Liliana.

—yo también creí escucharte decir eso, definitivamente no escuchamos bien.—Las miré con seriedad, ambas pararon de reír y se volvieron a mirar para después mirarme a mi con los ojos abiertos exageradamente.

—¿¡Hablas enserio!?—preguntaron gritando.

—¿Estas bromeando, cierto?—preguntó Liliana y negué con la cabeza.

—¡Besaste a Callan!—exclamaron al unísono.

Los alumnos que pasaban por ahí voltearon, sonreímos inocentes y salimos corriendo hacia una esquina la cual era la parada del autobús donde solo se encontraba una mujer.

—¿Cómo que besaste a Callan?—cuestionó Liliana.

—¡Explicanos eso!—ordenó Layla.

—¡Si, explicanos!—exclamó Liliana.

—quieren dejar de gritar, por favor—pedí.

Ambas se miraron—oh, si—respondieron al unísono—lo sentimos.

—ahora si, explicanos ¿Como esta eso de que besaste a mi primo?

—lo bese y ya,—respondí—fue algo que no me esperaba ni yo misma.—Me senté en el asiento de la parada de autobuses y me tapé la cara con mis manos.

—¡Aún no lo puedo creer!—exclamó Con emoción Layla.

—ni yo, se supone que ¡Ustedes se odian! O al menos es lo que aparentan—ambas comenzaron a reír y las miré mal, dejaron de reír y se sentaron junto a mi.

—me siento tan mal, yo fui quien lo besó.

—no deberías de sentirte mal, tienes que ver el lado bueno—dijo Layla

—¿Cual lado bueno?—me destapé la cara y la miré.

—besaste a uno de los chicos mas populares del instituto—respondió la colorida.

Comencé a llorar falsamente y ambas rieron—no se rían, no es gracioso.

—si lo es, ¡Besaste A...!—la rubia no pudo terminar por qué fue interrumpida.

—¡Cállense trío de locas! ¡No me importa quien es Callan y quien lo besó!—gritó un señor que se encontraba acostado en el suelo cubriéndose con periódicos.

Nos levantamos de inmediato y salimos corriendo hasta llegar al parque, respiramos profundamente ya que nos encontrábamos agitadas de tanto correr, nos sentamos en una banca y después de un muy buen rato de estar molestándome me dejaron en paz. Liliana nos invitó a una pijamada en su casa esa misma noche.

—no cuentes conmigo,—dijé—tu hermana me odia 

—Nicole no estará, no me pueden fallar, son mis amigas—hizo un puchero.

Layla y yo nos miramos y decidimos aceptar. ¿Que es lo peor que podría pasar?

***

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