Hey Quitate Enana

73 Me Estoy Enamorando

—creo que lo primero que tenemos que hacer es mostrarle que no tiene interés alguno por ella—dije.

—¡Cuñis!—voltee hacia de donde provenía esa voz encontrando a la rubia caminando hacia mi.

—Ana—fué lo único que pude decir debido a que en cuanto llegó hasta mi me abrazó.

Se separó de mi mientras yo la miraba confundida y ella sonreía.

—¿Cuñis?—preguntó Layla y la miramos.

—si, ¿Como que cuñis?—pregunté. A mi también me había dejado confundida con eso.

Mantenía una sonrisa—es por Callan, yo lo quiero mucho, como si fuera mi hermano y bueno como ustedes dos...—no la dejé terminar.

—alto, alto,—moví las manos hacia adelante y hacia atrás como si estuviera intentando tranquilizarla—alto, alto ya entendí—bajé las manos—primero que nada, Callan solo es mi amigo.

—oh,—su sonrisa desapareció—yo pensé que ustedes dos—movió los dedos en círculos —¿Por qué no le das una oportunidad?—preguntó.

De verdad que esta chica es una impertinente.

—¿Qué quieres?—pregunté ignorando su pregunta.

—quiero invitarte al centro comercial—miró a Layla y sonrió nuevamente—tu amiga también puede venir.

—no,—miré a la peli-morada y después a la rubia—ella no es mi amiga—dije mientras bajaba la mirada hacía el suelo y llevaba una mano a mi cabello—además no puedo, tengo cosas que...—levanté la vista, la respuesta había llegado hasta mi, Ana era perfecta y Alan no la conocía—eso es. 

—¿Qué?—preguntó aún sonriendo.

Miré a Layla y después la miré a ella.

Creí que no estaba de la mejor suerte pero tal vez si.

Sonreí—¿Me ayudarías a desenmascarar a un mujeriego?

***

Me estaba cansando de estar parada afuera esperando a que alguien abriera la puerta, la toqué por última vez y segundos después fue abierta dejando ver a Camile quien vestía totalmente de negro y mostraba unas notorias ojeras.

—¿Qué quieres?—preguntó de mala manera.

—¿Qué demonios te pasó?—pregunté viendo sus enormes ojeras.

—te pregunté que es lo que quieres.—su simple tono mostraba que estaba muy molesta.

—necesito hablar contigo.

Aunque ella también desconfiara de mi y me hubiera tratado mal sin dejar que le explicara o llegáramos a un acuerdo me importaba.

Camile tenía tantos problemas que lo mínimo que podía hacer por ella era devolverle esa ilusión, esa sonrisa, esa emoción, esa felicidad que sentía al estar cerca de Erick.

—¿De qué quieres hablar?—preguntó—¿De lo bien que me engañaron?

—no te engañamos Camile,—dije con fastidio. ¿Cómo podía seguir creyendo eso?—nisiquiera tenemos una relación, no somos amigos, confundiste todo, yo no le intereso y el no tampoco a mi 

—claro—se recargó en la puerta—ahora resulta que yo tengo la culpa de todo,—me miró molesta—no soy tu tonta ni la de él, no van a seguir jugando conmigo.

—no jugamos contigo,—eso ya me estaba molestando—déjame explicarte todo.

—no.—dijo fría.