100 Epílogo

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Finalmente logré cumplir un año de estadía en el centro de salud, fueron suficientes los estudios que me hicieron para confirmar que no tenía ningún problema psicológico o mental, exceptuando la ansiedad y depresión que parecían estar siendo controladas gracias a los medicamentos.

Al parecer una de las razones por las cuales mi ansiedad y los ataques de pánico —creyendo escuchar voces ocasionalmente— eran debido a sustancias que Georgina ponía en mi jugo.

A pesar de que había avanzado de manera significativa no podía evitar sentirme mal por el daño que me había causado anteriormente yo misma.

Con el tiempo he estado trabajando mucho en mi misma y ya no busco el cariño o aceptación de los demás, quiero ser mi prioridad. Me hubiese gustado entender antes que lo más importante era el amor que yo me debía tener a mi misma, aún no es demasiado tarde y cada día sigo trabajando en ello.

—te extrañaremos—Annabeth fingió derramar algunas lágrimas y reí negando con la cabeza mientras me acercaba a ella para abrazarla.

—yo también las extrañaré—hablé refiriéndome a ella, Camile y algunas enfermeras.—pero debo volver—me separé de ella y encogí los hombros—tambien vendré de visita. Necesito saber que Camile estará bien.

Por fin saldría de ese lugar, al ver el avance tan significativo que había tenido en ese lugar me dieron de alta.

Era momento de especializarme en la carrera que había elegido para estudiar una vez saliera de allí.

Saber que Camile se quedaría no me dejaba más tranquila, sabía y aceptaba que ella necesitaba ayuda profesional pero no quería dejarla, tenía que regresar, pero en el fondo recordar las grandes cosas que pasé con ella me hacían pensar diferente. 

Me dolía dejarla pero no podía seguir estancandome, necesitaba avanzar y por primera vez ver principalmente por mi.

Con mi nuevo comienzo tal vez en unos años estaría lista para ejercer esa profesión que sabía que sería la mejor elección de mi vida y me llevaría a tomar grandes decisiones para ayudar a muchas personas. 

Volvería por Camile, en el fondo no perdía la esperanza de que se recuperara. 

—cuidaremos bien de ella.

—gracias—susurré y sonreí, era algo hermoso el hecho de volver a sonreír, de dar una sonrisa sincera, me hacia sentir bien a mi y a esa persona que la veía—pero debo irme ahora, no quiero que el avión me deje.—sostuvé su mano y apreté con suavidad—por favor cuidala. 

—te prometo que cuidaré de ella.

—gracias.

El momento de irme había llegado, debía regresar, tenía tantas cosas que aclarar, eran tanto lo que necesitaba saber.

Al subir al avión respiré profundamente, observé por la ventana y sentí una gran tranquilidad, una que no había sentido nunca antes y debo decir que se sentía tan bien.

Saqué un libro que Annabeth me regaló el día en el que le hablé sobre la profesión que quería ejercer. »Psicología mental: la clave del éxito«

Anteriormente no era una persona que se interesaba por la lectura pero haber estado en ese lugar hizo cambiar muchas cosas para mí. Y comenzar con la lectura era algo muy agradable, los libros son hermosos, nos transportan a otro mundo y nos obligan a vivir cada experiencia del protagonista, es verdad que no siempre hay un final feliz pero no se trata de eso, es más bien la enseñanza que te dejó o las emociones que te hizó sentir conforme leías. 

¿Y que mejor forma de seguirme ayudando cada vez más que con un libro de psicología?

La verdad es que si queremos algo no podemos quedarnos ahí esperando a que suceda, tenemos que poner de nuestra parte para lograr nuestro objetivo y alcanzar esas metas que nos hemos planteado.

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