--Ella primero.

--No puedo acceder a eso, lo siento.

Apretó los dientes ante su negativa, pero no se dio por vencido, aun no. La única persona que podía sacarlo de ese estado de tensión y exposición, era ella.

--En estos momentos no me fío de nada ni de nadie, me da igual que usted sea un doctor o el mismismo papa, no puedo verlo, y en la única persona que confío es en ella. ¿Tanto le cuesta llamarla?

Por un momento el hombre se quedo callado hasta que un largo suspiro pareció nacer del pecho del tipo.

--¿Emma qué?

--Brynn.

--¿Es su esposa?

--Pronto, espero.

--Hare lo que pueda. Pero aunque no la traiga conmigo, tiene que dejar que trate su mano.

--Vale. Gracias.

Los pasos del doctor lo sumergieron en un nuevo periodo de silencio, donde podía oír todo lo que ocurría en lo que debía de ser un inmenso pasillo, pero no respondía a ello. Dándose cuenta de que no había preguntado el nombre del tipo, mientras las distintas voces y los diferentes ruidos... todo eso parecía evadirlo, a la esperaba de la reconfortante presencia de esa única persona, que aliviaría su mente durante un momento. En ese mundo donde sus ojos no podían alcanzar a nadie, ella era la única luz que guiaba su oscuro camino. Y en esos momentos, cuando estaba tan sensible a todo lo que le rodeaba, la necesitaba más que nunca. Ella y esas pequeñas niñas que llevaba dentro, era lo único que podía alcanzarlo.

Sabia que estaba siendo caprichoso con lo que pedía, pues no tenían por que darle un trato especial siendo un adulto echo y derecho, pero tener la presencia de Emma a su lado, le confortaba y en esos momentos, ambos necesitaban el consuelo que el otro podía ofrecer, en un día que no debería haber amanecido.

Apenas fue consciente de la presencia de alguien aproximándose, hasta que unos calidos brazos envolvieron su cintura con fuerza. El llanto de Emma inundo sus oídos, permitiéndole responder a ella.

La rodeo con ambos brazos, a pesar de que una mano estaba vendada para evitar el sangrado, el la uso para sostener a Emma contra su pecho, mientras esta lloraba con fuerza. Temblaba entre sus brazos y no parecía que las lágrimas fuesen a acabar nunca. Presionando su mejilla contra la sien de Emma, ciño con fuerza los hombros de su chica y cerro sus ojos mientras las palabras ahogadas salían a través de sus labios.

--Yo estoy bien, así que pon tus pensamientos en Sean.

--¿Sabes algo de el?

--No. Tendremos que esperar.

No podía decirle mucho mas, pues desde el momento en el que los separaron, el no supo nada mas de Sean y aunque sabia que ella estaba dispuesta a exigirle respuestas a cualquiera que se cruzara en su camino para saber mas del estado de Sean, no lo hizo, permaneció en un silencio que el doctor sin nombre rompió.

--He cumplido mi parte, es su turno.

--Si.

***

... Tanta sangre...

Fue lo único en lo que pudo pensar en cuanto vio a Noah por primera vez.

El rojo predominaba todo lo que abarcaba a Noah. Sus pantalones y las mangas de su camisa estaban inundadas en la sangre que había manado de la herida de Sean, pero estaba segura que algo de ella, también era suya. El grueso vendaje que envolvía su mano estaba manchado, así como la piel de sus brazos. Y todo era... rojo.

Cuidaré de tiWhere stories live. Discover now