Bienvenida a Richmond

Start from the beginning
                                    

--¡Emma! ¡¡Emma! Oh Dios mío... Al fin.

Grito su madre, atrayendo su atención del hombre a ella, la miro con los ojos abiertos como pelotas y lloro. Las lágrimas se deslizaron sin aviso alguno por su rostro, anunciando el alivio y la alegría que sentía al poder ver a su madre de nuevo.

Dando los últimos pasos que las separaban, abrazo a la mujer que le dio la vida, con una fuerza inesperada. Hipo contra su hombro, y mojo la camiseta que cubría su delgado cuerpo. No se equivocaba al pensar que su madre había adelgazado por culpa de la incertidumbre de su paradero.

--Lo siento, mama. Lo siento...

--Deja eso de una vez. Eso se quedo atrás en el mismo momento en el que me llamaste.

Sorbiendo por la nariz, intento mirar el rostro de su madre, pero esta no le permitió alejarse. Frotando su espalda como cuando era niña, su madre la sostuvo con fuerza contra su cuerpo, meciéndose suavemente. Ella abrió sus ojos y miro a su alrededor. Sean permanecía a su lado, inamovible como un muro de acero. Modulo con sus labios un sentido ·gracias" y sonrió cuando él le guiño un ojo.

Su relación se había fortalecido mucho. Eran como hermanos, o como deberían de ser una pareja de hermanos. El la veía como esa hermana que perdió a causa de un maltratador, y ella lo veía como una pieza importante de su vida, por ser una de las personas que le daba seguridad cuando la necesitaba.

Echándose hacia atrás, Sharon acuno su cara con ambas manos y sonrió.

--¡Qué guapa estas! Y que embarazada.

--He asumido que voy a ponerme como un hipopótamo de grande, pero amo a mis mellizas.

--Tú nunca lo haces fácil ¿Eh?

--También fue una sorpresa para nosotros, mama. Solo íbamos a por uno.

Sean se rio disimuladamente a espaldas de su madre. Entornando los ojos hacia el guardaespaldas, hecho un rápido y avergonzado vistazo a la mujer que la observaba con una sonrisa.

--Ya veo... Aun no me creo que te tenga aquí delante después de tanto tiempo sin saber de ti.

Bajando la mirada, sintió una familiar opresión en el pecho. Era la culpa por no haberla escuchado y hacer así que se pasara esos últimos años, rezando por saber de ella.

--Mama yo... Lo...

--Si vuelves a decir "lo siento" me voy a enfadar.

--Pero...

--Lo importante es que estas bien. Porque lo estas ¿Verdad?

--Si.

--Entonces eso es lo único que me importa.

Con una pequeña sonrisa, miro de nuevo a Sharon. Agarro sus manos, queriendo sentir el familiar tacto de su madre, y respiro hondo. Ya podía relajarse. Estaban juntas y nadie las alejaría. Ella era libre para ver y hablar con su madre tanto como quisiera, y ese conocimiento, la tranquilizo. Era algo que sabía, pero que a veces tenía que recordarse a sí misma. Noah la empujaba a agarrarse a esa libertad y disfrutar de ella como le placiese.

--Bueno... ¿He de suponer que él es Noah?

Pregunto su madre, señalando con un pulgar sobre su hombro a Sean. Este abrió sus ojos y se carcajeo. Colocándose en un ángulo donde su madre pudiera verlo, sonrió ampliamente hacia la mujer.

--Soy su guardaespaldas, Sean. Si buscar al jefazo, esta allí mismo.

Ella no necesito guiar para saber donde estaba Noah. Sus ojos lo encontraron en un segundo. Sin importar cuantas veces lo mirase, sentía como permanecía embobada, contemplando al hermoso hombre con el que estaba a punto de formar una familia. Erguido en toda su estatura, con esas sexys, pero a la vez odiadas, gafas puestas y su atractivo rostro, el era un hombre magnifico. Pero no solo el exterior era admirable, su interior era mucho mejor.

Cuidaré de tiWhere stories live. Discover now