--¡Dios, eres tan terco! ¿Pr que no eres capaz de ver que sin importar que resultados te den lo único que deseo es estar contigo? ¡Quiero lo mejor para ti! Tu siempre has soñado con ser un vaquero ¿Verdad?, e incluso vamos a mudarnos a Kentucky para comprar un rancho cerca de tu familia ¿No te das cuenta de que revisando tus ojos podrías ser capaz de cumplir ese sueño? No lo hagas por nadie, salvo por ti mismo. Si quieres ser un vaquero con todas las de la ley, y ocuparte tu mismo de tus animales, necesitas ver.

Y así era como una mujer te daba una real y contundente patada en el culo, con toda la elegancia del mundo, pensó con un poco de diversión.

Pero a pesar de esas palabras, el seguía en sus trece respecto a la importancia de saber los resultados que determinarían si podría o no convertirse en padre en algún futuro. Aun así, ahora que Emma le había abierto los ojos recordándole ese sueño que durante tantos años había tenido, estaba claro que debería hacerse esas pruebas. Después de todo, el no ya lo tenía ¿Qué perdía en hacérselas? La esperanza podía ser una mala compañera en casos como el suyo, pero esperaba que el destino no le diese dos malas noticias seguidas, y que al menos, si iba a quitarle algo, no fuese tan cruel como para acabar con ambos sueños de un plumazo.

Acunando la cabeza de Emma entre sus manos, presiono sus labios contra los de ella y sonrió cuando la escucho farfullar.

--¿Me estas besando para callarme?

Negando con la cabeza, sonrió un poco cuando la bombilla de su cabeza se ilumino.

--Te beso porque te amo.

--Bonitas palabras, ahora ¿Serias tan amable de decirme que piensas hacer?

Riéndose suavemente, la beso de nuevo. Rodeando los hombros de Emma, presiono contra su boca, en un duro beso. No era el mejor lugar para un acto así, pero era inevitable cuando tenías a tu lado a una mujer como la suya. Por otro lado estaba claro que no iba a darse por vencida tan fácilmente y eso le gustaba. Si él no era capaz de ver el camino correcto por sí mismo, ella lo guiaba hacia él. No importaba si tenía que usar palabras o empujones, la cuestión era que llegara al lugar correcto desde el cual partir hacia el viaje que necesitaba para cumplir lo que soñaba.

--¿Podemos llegar a un acuerdo?

Pregunto al echar la cabeza hacia atrás, con una jadeante respiración.

--Depende.

Mordiendo el interior de su mejilla, intento por todos los medios no esbozar una sonrisa ante la mujer frente a él. ¿Y ella lo llamaba terco?

--Mi idea sigue siendo la misma.

En el mismo momento que Emma lo escucho, comenzó a protestar con fuerza. Presionando un beso en la boca de la mujer, la acallo en un intento de poder explicarse mejor.

--Ahora mismo es lo único que me preocupa, pero... Voy a hacerme las pruebas.

--¿De verdad? ¿Te las harás?

--Si.

En ese momento el parecía haberle dado la mejor noticia del mundo a Emma, y por algún motivo se sintió un poco dolido por ello. Sabía que no tenía razones para pensar en lo que su mente conjuraba para lastimarlo, pero no podía evitar sentirse un poco dolido y hasta traicionado por ello. Las preguntas se sucedían unas a otras y eran tan absurdas que sintió vergüenza de sí mismo por llegar a pensarlas, pero eran inevitables y seguían corriendo por la carretera de su mente, sin respectar señales de stop.

Fue tanta la presión recibida por esas palabras, que sin darse cuenta las pronuncio.

--¿Me seguirás amando aunque permanezca siendo ciego?

Cuidaré de tiWhere stories live. Discover now