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Egon esperaban su respuesta. Negativa o positiva, él la esperaba arrodillado ante ella con un hermoso anillo en alto y con una sonrisa preciosa en los labios. Shelby respiró profundo, obligándose a no echarse a llorar una segunda vez en el día. Se acomodó el cabello detrás de las orejas y sin emitir una sola palabra, asintió con una leve sonrisa. Sus amigos estallaron en aplausos y él se levantó lentamente sin dejar de mirarla a los ojos. Matrimonio. Él le había propuesto matrimonio. Egon Peitz, un asesino serial que juró nunca amar a nadie, ahora se hallaba pidiéndole la mano a una chica. Con un movimiento elegante, él sacó el anillo de la caja y lo deslizó en el dedo anular de la mano izquierda de Shelby. Acto seguido, la besó y en ese instante, ella supo que había encontrado al amor de su vida en un mundo lleno de dolor y sufrimiento.

—Este es el momento en el que se ponen a llorar—canturreó Martha—así que prefiero adelantarme a la fiesta.

La anciana se abrió paso entre los dos, haciéndolos reír. Habían organizado una reunión privada y Shelby ni si quiera lo sospechó. Agarrados de la mano, la pareja se volvió hacia los demás con el rostro ruborizado.

—¿Por qué no me dijeron que Egon me propondría matrimonio? Pude haberme arreglado mejor—susurró Shelby con timidez.

—Eres hermosa incluso sin maquillaje, mi bella dama—replicó Egon, rozando su nariz en su mejilla y besándola tiernamente.

—¡Era una sorpresa! —protestó Caroline—y no deberías por qué saberlo, pero mi regalo todavía falta.

—¿Sobre el ultrasonido? —preguntó Shelby, mirando cómo Gabbe se alejaba unos pasos de su hermanastra con nerviosismo.

—¿Quién te lo ha dicho? ¡NO! —exclamó Caroline enfadada y fulminó a todos con la mirada.

—Fue Gabriel—respondió Egon con una sonrisa de satisfacción. Gabbe le enseñó el dedo corazón y él le sacó la lengua.

—No importa—bufó Caroline con histeria—vamos, Shelby. Regresaremos en una hora.

—¿Qué hay de la...?

—Puppy, ve. Estaré esperándote.

Egon le apretó delicadamente la mano y la besó en la sien antes de soltarla. Caroline sujetó del brazo a Shelby y la condujo al Peugeot con una gran sonrisa reveladora en su rostro.

—¡Quiero ir! —gritó Kevin desde atrás. Tanto él y los demás se encontraban preparando la fiesta en el jardín y había regresado corriendo. El pequeño rubio miró a Egon de soslayo y después a ellas.

—¿Puede ir? —interrogó Shelby.

—Vamos, pero date prisa—respondió Caroline.

Kevin se subió a los asientos de atrás y Caroline ayudó a su hermana a subir al copiloto. Antes de marcharse, Shelby miró una última vez a su prometido esbozando una gran sonrisa y reprimió el impulso de bajar del auto y besarlo apasionadamente. Del tiempo que había pasado en aquella ciudad, nunca salió a recorrer las calles y el clima había enfriado considerablemente. Ya estaban iniciando invierno y dentro de poco comenzaría a caer nieve. Tenía muchas dudas y pensamientos devastadores que no la dejaban dormir. A menudo soñaba que Marlon y Norman los encontraban y los asesinaba a todos sin miramientos, y que a ella la dejaban viva solo para sufrir el infierno en cuerpo y alma. Despertaba cuando veía a Egon morir frente a sus ojos.

—¿Qué crees que sea, niño o niña? —la voz de Kevin la hizo volver a la realidad y salir de su amasijo de pensamientos y se recargó en el asiento con tranquilidad.

—Algo me dice que será niño—respondió Caroline— ¿y tú, Kev?

—Niña—respondió el chico mirando por la ventana— ¿qué hay de ti, Shelby?

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora