49

7.6K 741 32
                                    

Shelby, convulsionado de la risa, pensó en la mejor manera de responderle. En la manera de dejarlo con la boca cerrada, pero no encontraba como contraatacar. Y al final, simplemente le envió tres palabras simples, que claramente podrían desatar la furia de Egon Peitz, pero no le importó. «Vete al infierno.» Apagó el teléfono para olvidarse un rato de él, y, no obstante, recordó a Thomas y volvió a encenderlo en espera de su mensaje. Haberle dicho aquellas palabras a Egon; equivalía, quizás, a tener una herida en el brazo y estar en el océano con un tiburón hambriento a unos metros de distancia. Ni bien había transcurrido tres minutos, cuando el móvil comenzó a sonar como loco y con los labios apretados, atendió la llamada sin molestarse en ver el remitente.

—Vete al infierno, Egon—repitió, ahora en un siseo.

— ¿Me equivoqué de número? Soy Thomas.

Los colores le subieron a la cara y se frotó el puente de la nariz con vergüenza. Una manía que Egon a veces hacía, y que ella, al parecer, había copiado de forma inconsciente.

—Lo lamento, Thomas. No pensé que fueras tú.

—Esperabas otra llamada, ¿no?

—No, pero era probable que alguien me llamara aparte de ti—se disculpó.

—Bueno. Olvidémonos de esto, ahora hablemos sobre qué canción bailaremos—fue al grano, sin titubeos y ella tragó saliva.

— ¿Tienes alguna en mente?

— ¿Te gusta SIA?

—Es muy buena.

— ¿Te parece si bailamos la de Chandelier? Tiene buen ritmo y supongo que podrás acoplarte a los pasos.

— ¿Eres algún tipo de bailarín?

—Doy clases en una Academia en la zona norte de la ciudad—se aclaró la garganta—nadie sabe de mi otra vida y espero mantengas mi secreto—bromeó.

—Está a salvo conmigo—vaciló. Hablar con Thomas era divertido y se reprendió por no haberle hablado desde antes.

—Entonces mañana comenzaremos después de la escuela, ¿sí? Trae ropa deportiva para que aprendas desde ya los pasos porque es complicado si no estás bien ejercitada.

— ¿Bailaré como la niña del video? —entornó los ojos.

—En efecto, sí. Bailaremos los dos.

— ¿Con el mismo traje que está en el vídeo? —se ruborizó. Se imaginó al avergonzado Thomas con medias y soltó una risilla.

—Ya verás que nos veremos guapos—replicó él, conteniendo, quizás, una risa—hasta mañana, Shelby.

—Dime Cash. Así me dicen mis amigos—objetó. Aunque, a decir verdad, no tenía amigos. Lola ya no contaba como una y mucho menos Trenton. Sin decir de Egon. Él la llamaba "Puppy". Era literalmente su pequeña perra.

—Está bien. Hasta mañana—rio entre dientes—Cash.

Cuando la llamada concluyó, otra llamada entrante la sobresaltó y esa vez sí era de Egon y se preparó mentalmente para confrontarlo.

— ¡¿Qué?! —espetó al momento, irritada.

—Tic tac. Tic tac—dijo él, del otro lado de la línea, simulando ser un reloj.

—No me disculparé.

—Estoy frente a tu casa y si no te disculpas, subiré a buscarte y a enseñarte personalmente la definición de "esclava"—susurró con voz peligrosa.

—Vete al infierno—repitió al tiempo que se asomaba al balcón y lo miraba del otro lado de la calle con ojos cautelosos. Él comenzó a avanzar hacia su casa con un músculo palpitándole en la mejilla y con los ojos estrechados. Y como tanto ella y él, seguían al teléfono, Shelby escuchó atentamente sus palabras.

Hoy cobraré mi recompensa. Serás mí esclava, Shelby Cash.

Lo vio guardar con lentitud el teléfono en sus bolsillos y ella lanzó el suyo a alguna parte. Se apresuró a cerrar la puerta del balcón con llave y abrió las cortinas solo para echar un vistazo. No lo vio. Egon no estaba por ninguna parte. La respiración se le fue de las manos cuando escuchó un ruido proveniente del baño. Se le heló la sangre de solo pensar que él se había filtrado a través de ahí, pero enseguida sintió un gran alivio de escuchar la voz de Charlie y suspiró. Egon no podía entrar a hurtadillas porque en casa estaban sus padres y sería un completo idiota si lo intentase. Volvió el rostro hacia la puerta del balcón y un grito de pánico quedó atascado en su garganta al ver el rostro de Egon estampado a la ventana de la puerta con una mirada peligrosa. Ella retrocedió.

—No puedes meterte a mi habitación—afirmó. Y entonces, una sonrisa apareció en el rostro de Egon y Shelby olvidó como respirar. Lo observó meter una mano a su bolsillo y después deslizar suavemente una pequeña llave al exterior y meterla a la cerradura de la puerta. Egon la miró una vez más y ensanchó su sonrisa cuando el pomo giró y la llave abrió la puerta silenciosamente. Los ojos de Shelby casi se le salieron de las órbitas al verlo entrar a su habitación como si fuera del todo normal tener una llave maestra y asustarla— ¡Voy a gritar! —le advirtió. Había retrocedido a tal grado, que su espalda obstruía la propia puerta y sus piernas flaqueaban, amenazando con quedarse ancladas al suelo en lo que él avanzaba a ella con pasos elegantes y con los ojos brillando de excitación.

—Prepárate para la definición de esclava, Puppy—alargó el brazo y le pasó los dedos en la mejilla con sutileza. Ella cerró los ojos.

— ¡Shelby! Cariño, ¿quieres ir a ver a Caroline con nosotros? —ambos dieron un respingo al escuchar de cerca la voz de Trixie Cash del otro lado de la puerta. Egon achicó los ojos y aspiró aire profundamente.

—Por esta vez te salvaste, Puppy—susurró con voz tentadora—uno de estos días estarás sola y...

— ¿Cariño? —su madre comenzó a aporrear la puerta.

—Me acoplaré a tus condiciones para dejarte en paz durante tus estúpidos ensayos, pero eso no quiere decir que no estaré vigilándote—masculló, azorado—ahora me voy.

Y Shelby sintió que su pulso volvía a la normalidad.

—Ah, esto te hará saber más o menos la definición de esclava—añadió con malicia y ella juntó las cejas sin comprender. Él se acercó lo suficiente y atrapó sus labios con los suyos, dejándola completamente desarmada y confundida. La besó deliberadamente sin darle acceso a respirar, sino a fundirse con su lengua. Y cuando ella pensó que seguiría besándola, Egon se apartó de golpe y le mordió ligeramente el labio inferior, produciendo en Shelby una explosión de estrellas a causa de aquella... mordida. Abriendo los ojos minuciosamente, percibió la negrura de los ojos de Egon a poca distancia. Él sonreía y aunque su pecho subía y baja de modo errático a causa del beso, dejó escapar una risa nasal—esto solo es el comienzo de tu día de esclava—añadió con desdén y se acercó otra vez para robarle un beso fugaz en los labios—esto continuará, Puppy.

Ella, todavía con la adrenalina en sus venas, se estremeció. La piel de sus labios ardía de deseo. Anhelaba tener a ese estúpido chico en su cama.

— ¿Qué ocurre ahí dentro? ¡Shelby! —insistió su madre.

Salió del ensimismamiento y se acomodó el cabello, viendo como Egon saltaba a la calle desde el balcón.


SIGANME EN MIS REDES SOCIALES PARA ESTAR EN CONTACTO:

SIGANME EN MIS REDES SOCIALES PARA ESTAR EN CONTACTO:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora