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Egon, estático en su sitio, se apartó ligeramente de ella y esbozó una sonrisa forzada, que Shelby ignoró por completo.

— ¿Puedo hacerte una pregunta?

Miró sorpresivamente a los ojos mieles de aquella deslumbrante chica que la acompañaba y asintió, al tiempo que subía los cristales del auto y encendía el aire acondicionado. Shelby apretaba sus labios por debajo de sus dientes, al parecer, ocultando una sonrisa y unas ganas de reír, que lo dejó perplejo.

— ¿Por qué nombraste a tu miembro viril de esa manera? ¿Qué tiene de especial llamarlo "Sr. Potato"?

Él se ruborizó e intentó disimular, mirando hacia todos lados, menos a ella. Y Shelby rompió a reír.

—No es necesario que respondas. Eso es algo íntimo.

—Le he llamado así desde que tenía diez años. En ese tiempo amaba las papas más que las hamburguesas.

— ¿Y eso significa que amas mucho al Sr. Potato para haberle puesto un apodo referente a la comida que más te gustaba en ese entonces? —le provocaba risa pronunciar aquel nombre extraño.

—Sí. ¿Por qué no debería amarlo? —la miró con malicia, haciéndola ruborizar—ha estado conmigo siempre y en todo momento...

—No quiero detalles, gracias.

—Tampoco iba dártelos—gruñó y le subió al aire acondicionado porque extrañamente se sentía acalorado.

— ¿Y qué es tu tatuaje?

—Dijiste una sola pregunta y un solo secreto—le recordó y comenzó a buscar algo en la guantera con aire distraído—pero la respuesta a tu pregunta es simple, nada del otro mundo.

— ¿Entonces me dirás?

—Mi tatuaje consiste en tres aves volando a lo largo del Sr. Potato.

— ¿Qué? —se sorprendió, imaginándose esas aves "ahí". Se estremeció y trató de no tener el rostro ruborizado ni pervertido, pero él seguía buscando algo en la guantera que ni si quiera le puso atención.

—Estaba seguro que lo tenía aquí—ladró enfadado consigo mismo y resopló.

— ¿Qué estás buscando?

—Tu libro. El que te regalé el día que estabas en el hospital.

—Te ayudo a buscarlo si quieres—se ofreció, pero él negó con la cabeza.

—Aguarda, creo que está en la cajuela—dijo, se desabrochó el cinturón y bajó rápidamente del auto. Esperó a que él regresara. Lo miró rebuscar en la cajuela con aspecto huraño y enfadado. Y luego de un rato volvió con una sonrisa de oreja a oreja y con el libro de semanas atrás en sus manos.

—Para ti y ojalá te guste leer más sobre sujetos como yo—le entregó el libro cuidadosamente en las manos temblorosas de Shelby y cerró la puerta ligeramente para volver a tener privacidad.

—No pensé que eras del tipo de persona que dé cosas a los demás—comentó ella, apreciando en libro y después lo miró a los ojos con alegría—gracias, Egon.

—Suponiendo que tienes la demente fascinación por tipos como yo, pensé que sería bueno que tuvieras más información por si alguna vez la necesitas. Cultiva tus pasiones, Puppy. Así como yo cultivo las mías.

—Lo tomaré en cuenta—apretujó el libro en su pecho y cierta curiosidad se disparó en su mirada— ¿Cuáles son tus pasiones?

Egon tenía la extraña costumbre de no contestar al momento, o bien, se tomaba su tiempo para hacerlo, pero Shelby sabía esperar y esperó unos minutos pacientemente a que contestara.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora