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Gabbe McCall se ofreció amistosamente a ayudarla a pasar las maletas pesadas de Egon, Austin y Thomas a su habitación. Mientras arreglaba las cosas en el suelo, notó que el chico se estaba tardando de más en la otra habitación cuando solamente faltaba trasladar la mochila personal de Egon, por lo que decidió ir a ver qué es lo que estaba haciendo. Y lo encontró golpeando los cierres con insistencia.

—¿Qué haces? —le preguntó con los brazos cruzados sobre el pecho, mostrando total desconfianza. Gabbe apenas y se dio cuenta de su presencia y prosiguió golpeando la mochila con el mismo frenesí.

—Había una cucaracha pegada a la mochila y la aplasté, pero quedaron sus restos y traté de quitarlos, aunque ahora es puré—bromeó y se levantó con la mochila sobre el hombro. Shelby juntó las cejas con sospecha, pero nada en él le inspiraba desconfianza, por desgracia. Estuvo a punto de replicar, pero el chico se aproximó a la puerta y pasó junto a ella, dejándola de pie con el ceño fruncido. ¿Qué le pasaba? Se dio la vuelta para seguirlo, pero Gabbe ya estaba de vuelta y se estaba quitando la chaqueta café que estaba empapada al igual que todo su cuerpo. Su cabello seguía adherido a su cabeza, frente, cuello y mejillas y se lo apartó con la mano en un movimiento hipnótico el cual hizo que Shelby pensara en Egon en vez de mirar fijamente al desconocido—muchas gracias por tu generosidad, esta noche no pasaré frío—añadió de pronto, con una sonrisa lobuna y terminó de quitarse la chaqueta, dejando al descubierto su escultural cuerpo debajo de una playera blanca sin mangas. Su piel, al parecer, estaba llena de pequeñas pecas cafés, haciéndolo lucir tierno y a la vez rudo; pero obviamente nada comparado con Egon. Egon era perfecto.

—Por nada. Buenas noches—se despidió de él y salió al pasillo. No miró hacia atrás, pero estaba segura que ese chico la estaba mirado, podía sentir sus ojos azules quemarle la espalda. Cuando entró a su habitación, cerró la puerta enseguida y recargó su espalda en ella para retomar el aliento. ¿Qué había sido aquello? ¿Por qué se comportó como una tonta frente a ese chico? Era guapo, sí. Pero, ¿Por qué? Pensó en Egon y en su fabulosa sonrisa maliciosa y se tranquilizó. Pensó en sus hermosos ojos negros que la miraban como nunca mirarían a alguien más. Sacudió la cabeza y esbozó una sonrisa. Pensar en él la tranquilizaba. Echó a Thomas en una esquina de la cama, ya que extrañamente no pesaba casi nada y se acomodó en el otro extremo. Sabía de antemano que a Egon no le iba a agradar la idea de haber dormido con Thomas y tampoco saber que había dejado dormir a un sujeto desconocido en la habitación continúa, pero, era eso o dejar que el pobre chico sin dinero se quedara durmiendo en el vestíbulo del hotel en medio de la noche lluviosa. Abandonó todo rastro de incertidumbre y cerró los ojos, hundiéndose en un sueño pesado. Cuando amaneció, despertó gracias a algo que le rozaba la nariz. Apartó aquello que le molestaba de un manotazo y abrió los ojos. No esperaba encontrar el pie de Thomas sobre su cara y gruñó. Miró el reloj con desprecio que marcaba estúpidamente las nueve de la mañana. Se levantó de un salto y aprovechó que su amigo seguía dormido para ducharse a gusto. Rebuscado entre sus cosas, sacó un short de mezclilla porque el sol quemaba deliberadamente la habitación, señal de que había demasiado calor como para andar con Jeans. Encontró una blusa sin mangas y metió la ropa al baño junto con su ropa interior. Le echó un vistazo a Thomas y entró a bañarse. Mientras se frotaba el jabón por el cuerpo, escuchó claramente a través de la pared que alguien la golpeaba del otro lado. O sea, en la habitación en la que se encontraba ese chico, Gabbe. Y palideció. ¿Era posible que Egon hubiese llegado ya y lo estaba masacrando? No. Egon no lo haría, él hubiera llegado primero a verla a ella y después iría a la otra habitación... a menos que... Sacudió la cabeza y se apresuró. Ni si quiera se arregló el cabello. Salió disparada a la habitación de al lado, preparada para interponerse entre Egon y el chico desconocido, pero se llevó tal sorpresa que la hizo detenerse en seco. La puerta estaba abierta y se quedó inmóvil en el umbral. Parpadeó estupefacta al divisar al chico de pie, frente a una pared, dando de golpes fuertemente al muro. Estaba bien vestido con la misma ropa, que en ese momento ya estaba seca al igual que su cabello. Y cuando se percató de su presencia, sonrió. Se apartó de la pared y se acercó a ella dando zancadas.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora