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«Austin Williams» [PERSPECTIVA NARRADA POR ÉL]

«¡Es un sueño! ¡Tienes que ser un sueño!», grité, una y otra vez en la nebulosa de mi inconsciencia. El último recuerdo que masacraba mi mente era el cadáver de mi hermana caer al suelo. Recuerdo haber sentido ira, frustración y dolor. Aubrey, Aubrey, Aubrey. Mi hermana gemela. Mi otra mitad. Mi todo. Y ahora ella estaba muerta. Reprimí el impulso de recordar cuando le dispararon y sentí que mí cuerpo se contorsionaba y alguien intentaba sujetarme de los hombros.

—¡Austin! —reconocí la voz de Martha.

—¿Se llama Austin? —preguntó otra voz. Era una voz masculina. Forcé a mis párpados abrirse y al hacerlo, una luz cegadora me aturdió y tuve que cerrarlos de nuevo.

—Chico, tranquilo. Todo está bien—me aseguró Martha.

—¡Aubrey! —gimoteé y abrí los ojos, pero no logré mirar nada porque las lágrimas me lo impedían. Cuando decidimos, Aubrey y yo, involucrarnos en el mundo de la delincuencia, juramos jamás volver a llorar, ni si quiera por algo realmente doloroso porque los criminales perfectos no lo hacían. Y en ese momento, rompí el juramento. Rompí a llorar como jamás lo había hecho en toda mi maldita vida. No pensé perderla nunca, y mucho menos de una manera tan fría y sangrienta. Y lo peor es que no pude evitarlo. Murió frente a mis ojos. Vi su cabeza estallar sin miramientos a unos pasos de distancia. Perdí el conocimiento y ahora me encontraba llorando como un bebé la muerte de mi hermana. Luego de un rato de lamentarme en mi miseria, recuperé un poco la compostura y divisé a Martha mirándome fijamente con los ojos llorosos. Estaba tumbado en la cama de un hospital y no estaba solamente con ella, sino con alguien más. Junto a la anciana había un chico. Parpadeé, con la intención de verle más el rostro y reparé en que se trataba del amigo de Shelby, con el que había bailado y junté las cejas, molesto. ¿Qué demonios estaba haciendo ahí?

—Lamento lo de tu hermana—dijo él, mordiéndose el labio inferior. Vi cómo deslizaba una mano hacia la mía y la aparté violentamente.

—¿Quién te autorizó estar aquí? No sientes la muerte de mi hermana, no te conozco y te quiero fuera de aquí—mascullé furioso y Martha me envió una mirada severa. El sujeto titubeó y bajó la mirada a sus manos.

—Austin, Thomas solo quiere ayudar...

—¿Ayudar? —dejé escapar un risa tóxica y careciente de humor— ¿en qué? Él no me devolverá a Aubrey. ¡No lo hará!

—Cálmate—me espetó la anciana, de malhumor—todos sentimos la muerte de Aubrey, pero poniéndote en ese plan de estúpido no vas a lograr nada.

—¡Aubrey no volverá! —grité.

—¡No! ¡No lo hará porque está muerta! —contraatacó ella y yo cerré los ojos, sintiendo una punzada en el pecho—pero hay algo que puedes hacer, Austin, para honrar la memoria de tu hermana.

—¿Qué? ¿Matar a ese imbécil?

—Sí. Mátalo y tortúralo para que desee estar muerto.

El tal Thomas nos miró de hito en hito. Sus ojos verdes, parecidos a los míos, demostraron perplejidad, pero no añadió nada al respecto. Supuse que quizás Martha ya lo tenía al tanto de todo.

—¿Dónde está Egon? —pregunté de repente—¿Dónde está Shelby?

Temía que también ellos hubiesen muerto.

—Huyeron de aquí—me contestó, sonriendo—supongo que no sabremos de ellos en días y creo que es lo mejor. Egon necesita tomarse un respiro con Shelby. Además, el enemigo de él está herido de gravedad y no dará lata en un tiempo.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora