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—¡No! Esto no está bien, no quiero besarte. ¡Deja de besarme! —gimió ella presa de los labios de aquel chico que tanto la abrumaba, pero ni si quiera intentó apartarse de él, sino todo lo contrario. Le rodeó el cuello con los brazos y le revolvió el cabello mientras el beso se intensificaba. Sus piernas, sorprendentemente, llegaron alrededor de la cintura de él y apenas y podían respirar. Era como si cada uno dependiera de los besos del otro para vivir.

—Tienes el universo en tus labios, Shelby Cash—susurró él con sus labios aún presionados con los de ella. Y cuando por fin dejó de besarla, deslizó su boca por su mandíbula y fue descendiendo poco a poco al cuello; donde la dejó presionada, sintiendo el temblor de Shelby bajo su cuerpo. A Egon le hubiese gustado seguir besándola, pero, viéndolo desde la perspectiva de ella, le pareció que era inoportuno querer forzarla a tener su primera vez con él ahí. En ese sitio inadecuado y se apartó lentamente, teniendo demasiado autocontrol. Shelby, todavía aturdida por lo que acababa de ocurrir, deseó volver a tenerlo cerca. Los besos que él le había dado aún le quemaban la piel.

—¿Qué es lo que haces? —jadeó, al verlo caminar unos pasos lejos de donde ella estaba.

—No sucederá esta noche, Puppy, lo siento.

Shelby tardó unos segundos en volver en sí y comprender lo que estaba diciendo.

—¡Cómo te atreves a dejarme con ganas de más! —gritó, alterada y ruborizada—es la última vez que me besas. Y por supuesto que no sucederá nada esta noche ni nunca, ¿Entiendes? Jamás.

Y a pasos torpes, se dirigió a la salida sin mirarlo. Le ardía la cara de vergüenza y cólera. ¿Quién se creía para besarla de tal modo y luego dejarla con ganas de más? Estaba realmente loco. Y ella estaba aún más por haberle seguido el juego. Se lo tenía merecido por ser tan idiota. Pero tenía que admitir que le sorprendió la abstinencia de Egon. Se suponía que él se moría por tener relaciones y minutos atrás había tenido la oportunidad, pero se retractó, dejándola enfadada. Y le sorprendió mucho más darse cuenta que ella había estado dispuesta a entregarse a él en ese momento. «¡Qué chica tan más idiota eres! ¡Te lo dije, ingenua, caíste redondita a sus redes, ahora calla!», le gritó su subconsciente racional en tono burlón. «No eres ingenua, lo disfrutaste y eso no lo puedes cambiar», susurró la voz de la locura. Sacudió la cabeza y se percató que la puerta de cristal estaba cerrada. Azorada, se dio la vuelta y se encontró a Egon a unos metros, mirándola.

—Supongo que esperabas más que unos besos, ¿no? —se atrevió a decir él, cínicamente. Ella desvió la mirada a otra parte—antes que nada; te informo que mi autocontrol está al límite y que me detuve por ti.

—¿Por mí? Pero yo sí estaba dispuesta a hacerlo—se sintió ofendida—fuiste tú él que se detuvo a sabiendas que esta era la única oportunidad conmigo para que tu fantasía se hiciera realidad.

—¿Fantasía? —elevó una ceja en su dirección con incredulidad.

—Sí. La fantasía de tener sexo conmigo—decirlo la hizo ruborizar más de lo que había pensado y él ahogó una risa nasal.

—Cariño, no es una fantasía, simplemente te deseo—replicó, casual y se acercó a ella—y tú me deseas a mí.

—Eres un idiota.

—Soy un idiota que amas besar.

—No digas estupideces y déjame salir de aquí. Ya es muy tarde y debo llegar a casa.

—En eso tienes razón—estuvo de acuerdo y juntos salieron de los pies de la estatua de la libertad.

Regresaron a la orilla de la ciudad en menos tiempo de lo que habían llegado a la estatua. Se marcharon casi derrapando porque el reloj marcaba furiosamente las once de la noche y Shelby tenía un presentimiento espantoso. Además, Austin se había llevado su auto y era probable que su madre y Charlie lo tuviesen bajo un interrogatorio. Le instó a Egon para que se diera prisa y él con gusto aceleró, pasándose semáforos en rojo y yendo a una velocidad excesiva. Shelby solamente se aferró al asiento y al cinturón de seguridad. De vez en cuando, ella sentía la mirada de Egon sobre su persona, pero estaba tan ocupada pensando en las posibilidades que tenía para no quedar castigada o las numerosas excusas para defenderse como para estar segura si de verdad la estaba viendo.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora