—¿A dónde vamos?

—No tengo idea, pero estamos rumbo a otro continente, solo espero que no vayamos rumbo a... —se quedó callado y sacudió la cabeza.

—¿A dónde? —insistió ella.

—A Austria.

«Austria»

Lola se sentó por un momento en la cama sucia que había en el cubículo para recuperar el aliento. Se sentía como una chica asquerosa y sucia al dejar que Norman hiciera con ella lo que quisiera, como una de esas mujeres que hacían vídeos pornográficos y no se asustaría si algún día encontrase un vídeo suyo en esas condiciones en Internet, porque había fetiches de todo tipo, en especial las violaciones.

—Ven acá—le dijo Norman, completamente sudoroso. Estaban desnudos y no había ningún tipo de pudor entre ellos.

—No me siento bien—susurró la fémina—me duele la cabeza y tengo náuseas.

—A nadie le importa—miró a la cámara del techo y guiñó un ojo con malicia—vamos, nena.

—Hemos estado teniendo sexo a todas horas desde que estoy aquí y ya no puedo más, Norman. Me duele el cuerpo y...

De pronto, la puerta del cubículo mugriento se abrió y apareció Marlon Blake con cara de asco. A Lola le importaba un pepino que la viera desnuda, así que se limitó a sentarse en el suelo y a mirar sus pies. En cuanto a Norman, él cogió sus pantalones y se volvió hacia su jefe.

—Vaya. La herida de tu espalda no evitó que violaras a la pobre chica—dijo Blake, esbozando una sonrisa—muy bien.

—¿Dónde habías estado estos días? —Norman chasqueó la lengua y miró a Lola caer desmayada en el suelo, pero no hizo el ademán de levantarla, solo hizo una mueca y volvió a fijar sus ojos grises en Marlon.

—Realmente, no hice nada importante—alzó la mano por encima de su rostro y la agitó.

—Pensé que buscabas a Egon.

—Ya lo encontré, a mí nadie se me escapa—esbozó una sonrisa maquiavélica—así que vienes conmigo. Vas a ir a tu habitación a darte una maldita ducha que tanta falta te hace y te pondrás ropa limpia.

—Guau, ¿no vas a matarme? — preguntó el rubio, irónico. Aunque, a decir verdad, tampoco tenía un plan para matarlo, y no le quedará de otra que seguir obedeciéndolo.

—No todavía. Ahora, vámonos—Norman torció los labios en una sonrisa y miró a Lola. La rubia estaba en un estado más deprimente que él y sintió una extraña sensación de desasosiego por ella.

—¿Qué hay de la chica?

—Uhm, puede permanecer aquí en lo que vuelves. No tengo cabeza para ella en este momento—Marlon arrugó la nariz con asco—vámonos.

—Al menos déjame darle ropa limpia...

—¿Ahora sientes compasión por ella? —Marlon rio secamente.

—No—Norman tensó la mandíbula—es solo que no puede estar desnuda. Van a entrar a violarla y...

—¿Y eso a ti qué te importa?

—Es mía—gruñó el rubio.

—No. No es tuya—reiteró Marlon con las cejas juntas—en el momento que ella pisó este suelo, se volvió de mi propiedad. Además, tú la has violado tantas veces que no deberías preocuparte.

Norman carraspeó y con indignación, asintió. Porque en todo caso, Marlon tenía razón. Lola ya tenía su destino decidido por ese hombre. Blake le indicó con la mano que lo siguiera y Norman lo obedeció. Salieron de aquel asqueroso cubículo y Vincent, el guardaespaldas personal de su jefe, cerró la puerta de una patada y le picó la espalda con la culata del arma para que caminara. Norman gruñó y siguió a Blake hasta su habitación, que tanto echaba de menos.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Where stories live. Discover now