—Fantástico, ¿ustedes creen que el sol no quema o qué? Nos estamos carbonizando vivos ahí dentro—señaló el auto—y ustedes bien gracias, echando faje en la sombrita.

Shelby sintió que sus mejillas ardían.

—Estás loca—le dijo Egon, intentando no sonreír—pero tienes razón, hace calor. Vamos, mi bella dama.

Cogió a Shelby de la mano y siguieron a la anciana hasta el coche.

—¿Crees que, esta noche, para aliviar la tensión y festejar que estamos juntos otra vez... podríamos... no sé, pasar una buena velada? —le susurró Egon en la oreja—sé que no es momento de pensar en ello, pero te he echado tanto de menos...

—Lo pensé también—rio ella por lo bajo—pero no era prudente quitarte la ropa en el coche, frente a los chicos.

—¿Entonces eso es un ?

—¿Tú qué crees?

—Los estoy oyendo—les avisó Martha con voz cantarina.

«En otra parte»

¿Cómo era posible que hubiese llegado a ese punto, de ser maltratado por tu propio jefe? Dorian Tyler había perdido definitivamente la cabeza. Gabbe se encontraba tirado en el suelo con la boca llena de sangre y el cuerpo golpeado. El ojo derecho le palpitaba y sentía como poco a poco se le iba cerrando como cuando peleó con Egon y soltó una risa cómica. En ese momento deseó poder verle incluso la cara ese sujeto. Apretó la mandíbula cuando escuchó pasos acercarse al cubículo. Se había quedado solo gracias a que Caroline se le ocurrió contestar el teléfono y tanto ella como su padre los sacaron de ahí. Y Gabbe, queriendo recuperar el teléfono, apenas y logró pronunciar el nombre de Shelby antes de que uno de sus antiguos colegas quebrara el aparato y le patease la cara con fuerza hasta dejarlo inconsciente. Despertó horas después y en ese momento cerró los ojos cuando alguien entró a verlo.

—Levántate, el jefe quiere verte—gruñó Francis. Un hombre que supuestamente había sido amigo de su padre y que en ese instante lo estaba tratando como mierda. Gabbe fingió seguir desmayado—mira, hijo, tengo que seguir las órdenes del señor Tyler, así que coopera.

—¡No! —espetó Gabbe; tratando de incorporarse, pero su cuerpo flaqueó y volvió a caer.

—Detesto tener que hacer esto, pero si no lo hago, me matarán—dijo el sujeto, al tiempo que se inclinaba y cogía a Gabbe de la espalda para levantarlo como si se tratase de un saco de basura. Lo peor fue que él ni si quiera pudo defenderse, puesto que no podía mover sus extremidades gracias al dolor que lo albergaba. Se sentía moribundo. Dorian Tyler jamás en toda su vida que llevaba trabajando para él, le había levantado la mano y para ser la primera vez... lo hizo estupendo porque no podía hablar tampoco gracias a la paliza.

—Francis—balbuceó Gabbe, mientras el hombre lo colocaba sobre su hombro boca abajo. La sangre del chico escurrió por su frente hasta el suelo y pequeñas gotas rojas fueron adornando el pasillo a medida que su verdugo avanzaba—por favor, eras amigo de mi padre y... —escupió la sangre que se le acumuló en la boca y continuó hablando con una mueca—déjame escapar. Dorian ha perdido la cabeza.

—De eso me di cuenta, pero son órdenes, chico.

—Al menos déjame caminar por mi cuenta. Estás lastimándome—titubeó. Francis suspiró y se detuvo para bajarlo. El jet era inmenso; por lo que solo faltaban unos cuantos pasillos para llegar a donde Dorian se hallaba y Gabbe se deslizó al suelo para sostenerse con sus propios pies y vio estrellas. A regañadientes se mantuvo erecto y se agarró de la pared.

—Vamos—le instó con amabilidad el sujeto, extendiéndole su brazo como modo de apoyo. Gabbe se lo agradeció. Juntos caminaron unos cuantos pasos cuando se encontraron a Dorian, interceptando el camino. El chico retuvo el aire en sus pulmones y alzó la barbilla sin miramientos.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Where stories live. Discover now