De pronto, Shelby divisó el escarabajo verde a unos metros de ellos, en donde se hallaban Charlie, su madre y Caroline a salvo, solo que, con el rostro negro de humo, pero en buen estado. Había más personas ahí, mirando horrorizados el hospital y otros llorando por la desgracia de quizás no haber salvado a sus familiares. Y cuando Egon comenzaba a retroceder, alguien se estampó a su ventana. Todos saltaron del susto y el chico austríaco entornó los ojos al reconocer a la persona en el cristal. Shelby se quedó pasmada, viéndola. Era Martha. Martha Beck. La anciana. ¡Estaba viva! Enseguida Egon y Austin bajaron del coche precipitadamente y la abrazaron al mismo tiempo. La anciana soltó una carcajada y les dio una nalgada a cada uno.

—¡Vámonos de aquí, ahora! —ordenó la mujer con emoción—les contaré todo, pero larguémonos de aquí, par de sexys bichos.

Martha se deslizó junto a Shelby y le dedicó una sonrisa leve cuando Egon retrocedió bruscamente para alejarse de ahí. Cambió las velocidades y se impulsó a toda velocidad en dirección contraria al desastre. Iba tan deprisa que los neumáticos derrapaban a cada vuelta.

—¿Cómo es posible que sigas con vida? —preguntó Shelby. Trenton miró por la ventana, Austin volvió el rostro hacia atrás para verla y Egon la miró por el espejo retrovisor. La anciana se miraba bastante bien, pero en su cara y brazos había algunos moretones que se estaban borrando poco a poco.

—Fingí mi muerte, querida.

—Pero, ¿cómo? Es decir, te vimos casi muerta y a punto de lanzar una granada—repuso Egon con las cejas juntas.

—Ay, solamente cerré los malditos ojos y rodé bajo un coche. Nadie me vio y cuando se largaron por la explosión, no quisieron buscarme y se marcharon. Ahí fue donde aproveché a ir al hospital por ayuda y ofrecerme de voluntaria en otros hospitales cuando me recuperé. La feria de las casualidades me llevó exactamente a donde estabas tú, querida. Demasiada coincidencia o el destino así lo quería.

—¿El hospital donde yo estaba? —Shelby se frotó las vendas de sus brazos, inconscientemente. Martha rodó los ojos y le agarró la mano con fuerza.

—Estuve cuidando de ti desde que me enteré que estabas ahí—dijo. Todos se sorprendieron.

—¿Qué?

—Sí, cariño. Cuando supe que estabas ahí, cuidé de ti, pero no te diste cuenta porque no estabas lúcida.

—Gracias, Martha—agradeció Egon.

—Ni agradezcas, además, al enterarme que tu madre pensaba deshacerse de tu bebé, con más razón te cuidé.

—¿Qué? —A Shelby se le cayó el alma a los pies.

—Tu mamá no ha dejado de gritar a los cuatro vientos que iba a interrumpir tu embarazo porque no quiere tener un nieto que sea hijo de un criminal como Egon—graznó la anciana—pero ella se contradice, ya que, eres hija de un narcotraficante, querida y no te sientas mal. Eres brillante.

—No entiendo por qué mi madre tuvo esa idea tan atroz...

—¿Y sabes? Descubrí que tu padre llegó a verte porque también quiere protegerte de tu madre. A él no le importa de quién hijo sea, porque es su nieto.

—¿Mi padre? —Shelby casi se puso a llorar ahí mismo

—Bueno, al único que quiere muerto es a Egon—el recién mencionado rodó los ojos y continuó conduciendo.

—¿Quién provocó la explosión? —quiso saber Austin.

—Un chiquillo muy guapo de ojos azules y pecas en el rostro. Llegó corriendo, pero antes evacuó a la mayoría de personas y me dijo que tenía que salir si no quería morir en mil pedazos y obedecí—respondió.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora