—Esa cabecita debe comenzar a pensar cosas positivas—le pasó unos dedos a Shelby en la sien y ella se estremeció.

—Viviendo aquí no creo que pueda.

—¿Ni si quiera hablando conmigo? —arqueó una ceja en su dirección y ella sacudió la cabeza en negación.

—No. Eres la razón que me inspira a ser más negativa.

Gabbe curvó las comisuras de sus labios hacia abajo y después rio.

—¿Y Egon sí te hace pensar cosas positivas?

—Egon me hace pensar muchas cosas—admitió—algunas positivas, por supuesto.

—¿Y qué te hago pensar yo?

—Diferentes formas de golpearte—contestó con una sonrisa radiante.

—Golpéame, te doy permiso—rio.

Entonces Shelby se acercó rápidamente a él y le regaló un suave golpe en el pecho. Gabbe estalló en risas y colocó su mano sobre la de ella, presionándola más a su pecho. Shelby, dándose cuenta de sus intenciones, sonrió y apartó la mano enseguida, fingiendo bostezar de sueño.

—Voy a llamar a tu amigo—anunció él, levantándose precipitadamente de la manta, dejándola sola y a oscuras. Lo vio alejarse a paso ligero y se volvió con el rostro al cielo y suspiró pesadamente. Estaba demasiado frustrada. ¡Quería largarse de ahí cuanto antes! No aguantaba más la agonía de no saber nada de Egon. Ni si quiera podía oír su voz por teléfono y eso la enfadaba más.

—No le veo la gracia dormir a la intemperie—masculló Thomas en la oscuridad. Venía caminando a toda prisa con Gabbe.

—Piensa que es como una pijamada—alardeó el chico de ojos azules, risueño.

—Si al menos nos dejaras hablar por teléfono con las personas que queremos...

—Eso es un chantaje.

—Sí—bufó y después, al ver a Shelby en la oscuridad, sonrió—hola.

—Pensé que eran los mejores amigos del mundo—añadió ella, deseosa de provocándoles algún conflicto.

—Gabbe es buen chico—puntualizó Thomas—pero es también un bastardo al no dejarme hablar con Austin y Egon, y por supuesto, también con mi familia.

—Pronto podrás verlo otra vez—carraspeó Gabbe y tendió otra manta en el suelo, cerca de ella.

—Me conformo con llamarlo en este momento—refunfuñó el chico de ojos verdes sulfurado y se deslizó cerca de Shelby en la manta.

—Vamos a poner mañana luces de colores en todo el jardín, ¿qué opinas? —interpuso Gabbe, cambiando drásticamente de tema.

—No es Navidad—repuso el otro chico en un siseo. Al parecer estaba de mal humor.

—Alguien está de malas—bromeó Gabbe y Shelby observó su silueta moverse hacia ella y a quedarse justamente detrás. Thomas se revolvió en la manta y rodó hasta alojarse casi en el rostro de Shelby.

—Lo siento—se apartó unos quince centímetros y resopló. Shelby estaba francamente inmovilizada entre dos chicos. Uno gay y el otro demasiado masculino para su gusto. Y pensar que había planeado dormir sola bajo las estrellas esa noche... Se acomodó en su manta y abrazó el cojín, dándole la espalda a Gabbe. Se mantuvo en silencio absoluto; escuchando la respiración de ambos individuos y cerró los ojos, esperando el momento perfecto para escapar a su habitación mientras ellos dormían, pero nunca sucedió. Los tres estaban más que despiertos, mirándose en la oscuridad. Se miraron inmóviles en sus lugares durante quince minutos, los cuales se les antojó eternos—¡mosquitos! —chilló Thomas y comenzó a dar de manotazos.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Where stories live. Discover now