—Quiero mi hamburguesa—declaró ella, mordiéndose el pulgar. Cuando conoció a Egon, tuvo que aprender a acoplarse a él y mientras que Gabbe siguiera acechándola, tenía que hacerlo también.

—Están en la nevera, solo hay que calentarlas, pero si quieres, podemos pedir pizza para ahorrarnos el descongelado de las hamburguesas.

Y Shelby se dio cuenta de otro detalle: a Gabbe le gustaba la pizza, así como a Egon la hamburguesa.

—¿Crees que la pizza esté aquí lo antes posible?

—Desde luego que sí—asintió y se aproximó al teléfono de la cocina. Shelby aguardó un momento sentada en la isla de la cocina a que Gabbe terminara de ordenar. En lo que esperaba, se dio a la tarea de husmear un poco más en la casa y buscar alguna salida por si había algún tipo de inconveniente. Salió por la puerta trasera y se encontró con un amplio jardín lleno de rosales y distintas canchas donde jugar baloncesto, tenis y fútbol. Realmente había dormido mucho porque el cielo volvía a oscurecer lentamente, obstruyendo la preciosa vista de aquel jardín— ¿sabes jugar baloncesto? —Shelby saltó del susto y se agarró el pecho para no darle un ataque al corazón—supuse que no te asustarías, lo siento—se disculpó Gabbe, pasándose una mano por el cuello.

—Estoy bien—le aseguró y miró que él sostenía un balón de Básquetbol en su brazo—podría patearte el trasero jugando baloncesto.

—Ah, ¿sí? —alzó una ceja en su dirección y sus ojos brillaron de orgullo—no lo creo. Soy muy bueno.

—¿Qué pasa si te gano? —lo desafió.

—Evitas que te bese—respondió él, esbozando una sonrisa torcida que dejó pasmada a Shelby.

—¿Y si pierdo?

—Me das un beso o si no te atreves, yo te beso—dijo.

A Shelby le dieron ganas de patearle la cara. ¿Por qué tenía que ser tan tonto? Ni si quiera podía pensar realmente bien.

«TRANQUILIZATE, TONTA. EGON PEITZ ES EL AMOR DE TU VIDA. CALMA TUS HORMONAS, GABBE SOLO ESTÁ SIENDO COQUETO. CÁLMATE», le gritó su subconsciente. «OH, VAMOS, SABES QUE YA TE GUSTA ESTE CHICO. ADEMÁS, EGON NO ESTÁ AQUÍ. APROVECHA MIENTRAS PUEDAS», replicó su locura y sacudió la cabeza para pensar.

—Tenemos treinta minutos antes de que traigan la pizza—le recordó Gabbe, sonriente—es el tiempo adecuado para ganarte y recibir mi premio.

—¿Por qué quieres besarme? —le preguntó sin pensar y se cubrió la boca con las manos.

—Eres muy bonita—respondió él, sin dejar de sonreír—y quiero probar qué tan bien besas.

—Tengo novio—sentenció ella a la defensiva.

—Lo sé, pero no estoy tratando de enamorarte, solo quiero besarte.

—A Egon no le gustará y te romperá la cara si lo haces.

—Egon no está—dio un paso a ella y Shelby retrocedió mecánicamente sin dejar de verlo a los ojos—no voy a besarte a la fuerza, solo es una apuesta.

—Voy a ganar—siseó Shelby, quitándole el balón y Gabbe sonrió.

—Tengo motivación para ganarte, Shelby Cash—le advirtió y echó a correr en medio de la oscuridad. Aplaudió un par de veces y la cancha de baloncesto se iluminó por los faroles que había a cada esquina. Shelby miró boquiabierta al chico que esperaba ansioso por derrotarla y besarla. También ella corrió a la cancha y se plantó frente a él.

—¿Listo para perder? —preguntó ella, riéndose.

—Estoy listo para besarte—le guiñó el ojo y ella rio aún más. El balón se alzó en el aire y Gabbe se aproximó a cogerlo. Shelby lo siguió e intentó obstruirle el paso hacia la canasta, pero falló. Él encestó limpiamente y se dio la vuelta para lanzarle el balón con su sonrisa maliciosa.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Where stories live. Discover now