—Alza las manos—le gruñó, sin parpadear y ella obedeció—ahora, cierra los ojos y quédate quieta, solo un momento.

Shelby cerró los ojos con fuerza y no pudo evitar sentirse intimidada. ¿Qué le haría? ¿La ataría como Norman había hecho y después la violaría? De pronto, dejó de pensar cuando él posó sus labios sobre los suyos con lentitud. Ella le devolvió el beso con mayor intensidad, hasta que ambos comenzaron a besarse con desesperación. Shelby había bajado los brazos y los había alojado alrededor del cuello de Egon, atrayéndolo a su cuerpo. Sintió claramente como una de las rodillas de él, le abría las piernas para tener mejor postura al besarla. La falda se le subió hasta el abdomen y deliberadamente colocó ambas piernas en torno a la cadera del chico. Él sonrió sobre sus labios cuando vio su iniciativa. Egon descendió una de sus manos hasta su cintura y posteriormente, comenzó a tirar de su falda hacia abajo, con la intención de despojarse de ella con rapidez. Shelby, sin dejar de besarlo, se las ingenió para quitársela con una sola mano y luego de lanzarla a alguna parte, volvió a abrazarlo con las piernas. Ahora solamente tenía puesta las medias, su ropa interior y la blusa. Entonces, Egon dejó de besarla solo para pasarse la playera por encima de la cabeza y arrojarla al suelo con un movimiento brusco, de nada sirvió que Shelby lo vendara, porque cuando él se duchó, no se la puso de nuevo. Volvió a besarla con más ferocidad y se las arregló para desabrocharse el pantalón, mientras ella se dedicaba a deslizárselo por el trasero. Y él, cegado por el deseo, gruñó y empezó a arrancarle la blusa con movimientos bruscos hasta que por fin la hizo pedazos, dejando a Shelby sobresaltada. Lo miró con susto y él sonrió pícaramente, haciendo que sus dedos viajaran a su brasier de una manera tan excitante, que ella no pudo evitar gemir ante su tacto.

—Quítalo ya—le urgió y él rio.

—Soy un maldito demente al momento de tener sexo, Puppy; así que por tu bien, no me tientes—argumentó con dificultad. Sus torpes, pero muy exquisitos dedos se tornaron alrededor del broche del brasier y lo quitó fácilmente. Por instinto, Shelby se cubrió el pecho con los brazos y miró fijamente a los ojos de Egon que la observaban con deseo. De repente, sintió la mano de él cogerle ambas muñecas con fuerza y ensanchando su sonrisa, le levantó los brazos de nuevo por encima de su cabeza y ella cerró los ojos para no ver la expresión de Egon al ver su cuerpo. Y sin darle tiempo de nada, su boca fue atacada por los labios de él, dejándola petrificada. Sintió enseguida como Egon frotaba rítmicamente su pecho, así como el resto de su cuerpo, con el suyo, haciendo que sus pezones, la parte más sensible de su cuerpo, se endurecieran bajo su ardiente piel. Entonces él jadeó y le destrozó las medias de un jalón. Se quitó a patadas lo que quedaba del pantalón en sus piernas y no dejó de besarla hasta que ella, con timidez, comenzaba a quitarse la ropa interior. Pero él la detuvo con una sonrisa lobuna—esto lo hago yo—le dijo con voz ronca. Shelby asintió, ahora sin nada de vergüenza y observó el área donde habitaba el Sr. Potato y sintió unos ligeros espasmos en la entrepierna. Egon deslizó sus dedos en el resorte de aquella ropa íntima y tiró de ella hacia abajo, dejándola expuesta. Shelby notó el brillo perverso en los ojos de él y se aventuró a tocarlo donde tiempo atrás no se atrevió hacerlo, atrayendo su atención.

—Esto lo hago yo—sentenció Shelby con firmeza y él asintió, preso de la lascivia. Y mientras ella cambiaba de posición, Egon se acercó lo suficiente para acunarle un pecho con la mano y llevárselo a la boca con tal placer, que la fémina no pudo pensar con exactitud. Se olvidó de lo que iba a hacer y dejó que él volviera a tomar las riendas del asunto.

—Mejor lo hago yo. Es tu primera vez y como tal, debo complacerte.

—Soy tu esclava, debería ser al revés—susurró.

—Cuando haya pasado tu primera vez, podrás serlo, ahora calla.

Con la respiración atascada, Shelby no perdió detalle de como Egon se fue despojando de su bóxer y salía a la luz del sol el tan hermoso y deseado Sr. Potato, claramente despierto. A ella se le secó la boca. ¡Vaya! Qué bien lo había mantenido oculto. Y enseguida notó los tatuajes que él le había dicho que tenía y sintió deseos de acariciarlo, pero se mantuvo serena. ¿Acaso el Sr. Potato iba a quitarle lo virgen? Era demasiado largo y ancho como para poder estar dentro de ella. Dio un respingo cuando sintió los dedos de Egon hurgar en su entrepierna.

—Ya estás preparada, no pensé que sería tan sencillo—le oyó decir y un escalofrío glorioso se apoderó de ella cuando lo vio sonreí y sujetar al Sr. Potato con tal destreza. Lo observó acomodarse entre sus piernas, al tiempo que acariciaba su miembro de arriba abajo—voy a tratar de no lastimarte, pero no te prometo nada.

Shelby sintió el roce de la cabeza del pene de Egon al inicio de su cavidad y pellizcó las sábanas, deseosa de que él la poseyera en ese momento. El ligero roce rítmico de arriba abajo la estaba volviendo loca.

—¡Por favor! —gimió, excitada—hazlo ya o...

Y sin previo aviso, Egon se hundió hasta el fondo de ella en un segundo y Shelby vio estrellas, seguido de un insoportable dolor. Ahogó un grito que fue ahogado por los labios del chico. De pronto, lo sintió afuera de su interior y parpadeó al darse cuenta que se le habían escapado lágrimas. Y otra vez, sin avisarle, la embistió nuevamente. Él se movió lentamente las primeras cinco veces mientras la besaba.

—¿Ya puedes soportarlo? —le susurró con los labios pegados a su cuello.

—Creo... creo que sí—jadeó, aferrada a su espalda y después le plantó ambas manos en su perfecto trasero para sentir el movimiento de sus caderas cuando él comenzó a embestirla con rapidez. Ella sentía como si un enorme animal estuviese a punto de partirla a la mitad, pero le gustaba. El dolor era placentero. Y si ella pensó que eso era lo más rápido y excitante que Egon podría llegar a ser, estaba realmente equivocada. Sintió las manos de él sobre sus pechos, acariciándolos y después besándolos y lamiéndolos antes de que comenzara a moverse con más fuerza dentro de ella. La maldita cama dejaba escapar un estúpido chirrido a causa de los movimientos, pero a ninguno de ellos le importó.

—Date la vuelta—le gruñó él con autoridad, mordiéndole una oreja. Shelby, aturdida, giró sobre sí misma hasta quedar a gatas, queriendo tener a Egon dentro una vez más. Sintió sus masculinas manos agarrarle el cabello y tirar de su cabeza hacia atrás. Él le besó el cuello y después, penetrando de nuevo su feminidad, gruñó entre dientes: —Ya estás preparada para ser mi esclava por completo.


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Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Where stories live. Discover now