—¿Dónde te encontraremos? —preguntó Charlie.

—Vayan directamente al campus, ahí voy a estar con Thomas.

Se deslizó fuera del escarabajo y corrió al Instituto en medio de los autos, y los demás concursantes, al verla bajar y echarse a correr, hicieron lo mismo. Se bajaron de sus vehículos y la siguieron. Recorrió todo el estacionamiento cuidando de no ser arrollada por algún coche y por fin entró a las instalaciones de la escuela, donde se encontró con un cartel que decía "No hay paso. Rodee el edificio para llegar al escenario". Bufó y retrocedió. Rodeó la escuela hasta que divisó el campus y parte del escenario. Había muchas sillas, muchas a decir verdad y un escenario enorme con muchas personas a su alrededor. Rápidamente se escabulló hasta internarse más allá de donde estaba el escenario y percibió que no había ningún camerino cerca del edificio. Todo estaba desierto y sucio. Hizo una mueca y echó un vistazo más de cerca, en caso de que Thomas se encontrase ahí, pero no había nadie más. Solo ella. Y a sus espaldas se escuchaba el murmullo de la gente acomodando el escenario y algunas cosas que faltaban. Cuando se disponía a abandonar ese sitio, una mano rodeó su pecho y otra su boca. Por instinto, como recordaba que Egon le había enseñado, mantuvo la cordura y sujetó en un ágil movimiento a su atacante de la mano que estaba sobre su pecho y giró en redondo, haciéndole una llave e inmovilizándolo con el brazo hacia atrás con rudeza.

—¡Ay! Espera, soy yo, Thomas—se quejó el individuo al que tenía intención de fracturarle el brazo.

—¡Con un demonio, Thomas! ¡Jamás me des un susto así! —lo liberó enseguida y el chico trastabilló hacia adelante casi perdiendo el equilibrio.

—No pretendía asustarte, simplemente iba a hacer el típico "arriba las manos" para ver cómo reaccionabas, pero fue una pésima idea—se frotó el antebrazo con incertidumbre.

—No quería lastimarte. Lo siento—se sintió avergonzada.

—Descuida, el idiota fui yo—suspiró agobiado y hasta en ese momento Shelby observó su ropa: ya tenía puesto la vestimenta, medias negras y una playera blanca sin mangas. Se miraba lindo y a la vez sexy—tienes buenos reflejos.

—Me encanta golpear personas—bromeó y él rio.

—Procura no golpear a tus amigos—la miró con el fantasma de una sonrisa y la animó a andar en dirección a los verdaderos camerinos.

—¿Por qué me dijiste que aquí estarían los camerinos?

—Porque quería asustarte, pero ya recibí mi merecido—se frotó de nuevo el antebrazo para hacer énfasis en sus palabras. Shelby se encogió de hombros y se dirigieron detrás del escenario. Aún no había la mayoría de concursantes, pero estaban comenzando a llegar conforme pasaban los minutos.

—¿Crees que es buena idea que me cambie? —preguntó a Thomas.

—Sí. Porque no creo que te dé tiempo después, sígueme—la condujo hasta una puertecilla de madera y le indicó que entrara—estaré afuera si me necesitas—dijo y ella cerró la puerta tras de sí.

El minúsculo cubículo a penas y era de un metro cuadrado. Dificultosamente había espacio para moverse y quitarse la ropa. Se enfundó las medias negras, la pequeña falda que le quedaba más arriba de los muslos y la blusa sin mangas del mismo tono. Se sentía ridícula vestida así, que incluso pensó en la mejor manera de escapar y fingir su muerte para no salir a bailar como una loca. Cuando salió de ese espacio incómodo, se encontró con alguien que pensaba ver, pero no en ese preciso instante. Egon Peitz dejó de hablar con Thomas en cuánto sintió su presencia y le envió una mirada fija a toda su persona. De arriba abajo para ser exactos y Shelby se ruborizó. No obstante, él comenzó a retroceder con las cejas elevadas y desapareció hacia al frente del escenario. Miró ceñuda a Thomas y este se encogió de hombros y ella estuvo casi segura de que había ocultado una sonrisa.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Where stories live. Discover now