—Vaya. Entonces deben ser afortunados.

—Exacto. Y tú también eres una afortunada.

—Lo tengo en cuenta, muchas gracias—vaciló.

Estuvieron escuchando la radio un buen rato, en lo que se adentraban a la ciudad, en dirección al cine. Cambiaron de estaciones en búsqueda de buenas canciones y Egon sintonizó la radio en donde un sinfín de canciones muy buenas surgieron. Shelby jamás pensó verlo de tan buen humor y se estremeció. Temía que en el cine él se pusiera violento y terminase matando a medio mundo ahí. Y como quién no quiere la cosa, le preguntó en tono desinteresado:

— ¿Traes una pistola contigo?

—Siempre cargo una conmigo—la miró con extrañeza— ¿Por qué?

—Simple curiosidad. En el cine revisan—mintió con la vista puesta al frente para que él no percibiera la mentira en su voz.

—Problema resuelto—dijo y ella volteó a verlo enseguida. Egon sacó un pequeño revólver del pantalón y la metió dentro de la guantera, asegurándola con un código que solamente él sabía. Aquel coche era muy sofisticado.

—Habrá muchos niños allí. Así que no te sorprendas si alguno de habla o te toca—le advirtió.

—No me gustan los niños—carraspeó.

—Ni a mí, pero esa película vale la pena.

— ¿Qué película es? —quiso saber, sulfurado.

Minions.

— ¿Mininos?

—No. Minions—corrigió, risueña.

— ¿De qué trata?

—De unos pequeños sujetos denominados Minions que están en busca de Villanos a los cuales servir.

—Dijiste que no habría muerte ni asesinos.

—Es de Villanos y no hay muerte, pero si un poco de maldad. Es para niños, Egon—sonrió—te gustará.

— ¿Y si no me gusta?

—Nos salimos de la sala y entramos a ver otra.

—Voy a cobrarme tu ofrecimiento de ser mi esclava mañana mismo si no me gusta, ¿Okey?

—Pensaba que mañana lo harías—bromeó.

—Planeaba cobrarlo cuando menos te lo esperaras. Y lo sigo meditando, así que...

—Piénsalo. No iré a ninguna parte—lo desafió.

—De todas maneras, no te iba a dejar ir—alargó una de sus manos y la deslizó en uno de sus muslos.

—Egon... ¿Qué crees que haces? —sintió un ligero espasmo y una sensación ardiente en su entrepierna que jamás había experimentado. Se ruborizó y apretó las piernas mientras él la acariciaba de arriba abajo. Su respiración se aceleró deliberadamente y sintió la mirada oscura de Egon sobre ella— ¡Egon! —gimió sintiéndose ruborizar al límite y detuvo el coche de golpe con la respiración agitada, incapaz de conducir. Egon, por su parte, no apartó la mano de ahí y siguió acariciándola con lentitud.

— ¿No te gusta que te toque? Recuerda que debes decir si quieres que alguien te toque—le recordó con picardía—pero, aunque me pidieras que no lo hiciera, no creo que tuviera la voluntad de parar.

Me gusta que me toques—repuso ella con voz ronca—es solo que estamos en un auto y no estoy lista todavía para eso.

Egon apartó la mano enseguida y aspiró una bocanada de aire con pereza. Y Shelby se reprendió mentalmente por arruinar el momento.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Where stories live. Discover now