Shelby asintió y su madre, complacida, abandonó la habitación. Angustiada y enfadada, se desenredó el cabello, pensando en la manera más sutil de hablar con su hermanastra. Tal vez Evan estaba bien y Egon no tenía nada que ver. La extraña culpa la tenía con muchos nervios y ni si quiera se sentía fuerte para hablar sobre ese asunto. Aún tenía molestias con su muñeca y eso la estresaba. Miró por el balcón y dejó que el sol le tostara la piel durante unos minutos. Al otro lado de la calle, a unos metros de distancia de la casa, Shelby alcanzó a ver un sujeto oculto detrás de un coche, acechándola. Y supo rápidamente quién era. Salió de su habitación y bajó corriendo hacia la calle, miró de reojo a Caroline, quién seguía pegada a su teléfono sin moverse del sofá. Se mordió los labios con inseguridad y salió al exterior. Miró a todas direcciones y escuchó con atención cada sonido. Posó la mirada con interés en el sitio donde había visto al sujeto y desde ese nuevo ángulo no lograba ver nada más que un auto.

—Shelby, por aquí.

Giró en redondo ante la voz femenina de Aubrey que surgió de la nada. La divisó escondida entre unos arbustos y la llamó con la mano. Shelby, conteniendo la risa, se acercó a ella con una leve sonrisa. Aubrey se había disfrazado de chico y era idéntico a Austin, salvo el color de sus ojos.

—Tus padres me alucinan. También a Austin y a Egon —masculló en voz baja y sonrió.

—Ellos alucinan a medio mundo.

—Pobre de ti—bromeó y luego la seriedad atravesó su rostro—te he traído todas tus cosas. Egon me dio órdenes de traértelas cuanto antes.

— ¿Por qué no vino? —sintió una punzada de desesperación—necesito hablar con él—Aubrey miró a todos lados y salió de su escondite con la valija de Shelby y su mochila de la escuela en el hombro.

—Shelby, Egon se fue—le informó—ni si quiera hemos hablado con él personalmente desde ayer, solo nos dejó una nota con órdenes claras. No dijo a donde iba ni cuando volvería—un espasmo de pánico recorrió el cuerpo de Shelby y se quedó con la mirada pérdida unos segundos. Cuando reaccionó, notó la azulada mirada de Aubrey sobre ella.

— ¿Cómo que se fue? ¿Qué decía la nota exactamente?

—Puedes leerla si quieres—dejó la valija en el suelo y palpó sus bolsillos en busca de la nota. Al fin la encontró y se la entregó. Las letras de Egon, muy parecidas a garabatos, la estremecieron y comenzó a leer con suma atención.

«Gemelos, lleven las cosas de Shelby a su casa en cuanto lean esto y procuren vigilarla bien durante el tiempo que yo estaré fuera. Me iré unos días porque tengo unos asuntos que atender. Si necesitan algo, vayan con Martha. Ella ya está enterada.

Egon.»

—Debe estar bromeando—dijo Shelby y estrujó la hoja en sus manos.

—No. Se llevó algunas cosas consigo.

— ¿Tienes algún número donde pueda localizarlo?

— ¿No tienes su teléfono?

—No he visto mi teléfono desde hace días, pero necesito hablar con él.

—Toma el mío. Está registrado como Jefe Peitz—le entregó un móvil anticuado y con las manos temblorosas, buscó su número en la agenda. Mientras esperaba que contestara, se mordió la uña del dedo pulgar y se dedicó a caminar en círculos. Aubrey se sentó sobre la valija a esperar.

—Aubrey, te dejé claro que...

En cuanto su voz apareció en el auricular, Shelby tosió con toda la intención y después se animó a interrumpirlo.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Where stories live. Discover now