Sangre y lagrimas

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La chica se levantó sin fuerza como un cadaver pues ya no tenía alma, no... no la tenía, su alma estaba en el cuerpo frío que tenía en los pies, el chico que parecía un ángel dormido, ahí estaba, en ese piso frío llenándose de nieve. Lia ya ni siquiera podía sentir las lágrimas que caían de sus ojos, ni siquiera con llanto solo sin control, una tras otra sin fuerza, las arcadas volvieron y fue por eso que se giró solo para observar ante ella una cabaña, un poco más lejos de donde estaban solo unos cinco metros o un poco más, por lo menos ahí, ahí podría llevar su cuerpo, dejarlo en mejor lugar y no en un charco de sangre.

—Ah... —sus ojos se nublaron cuando lo tomó y el sonido de su llanto fue frenado volvió al sentirlo a él, sin respuesta, sin movimiento, sin calor— no puedo... —cerró los ojos sin poder verlo, tocarlo, sentirlo o más bien no hacerlo, no lo sentía

Observo en el piso una poción, no era una poción de su maleta de pociones, o para alguien, para nadie en realidad, una poción que no estaba bien hecha, de las pruebas y fallas que tenía con Snape quien había confirmado la falla en tal poción, debía ser turquesa y lo era pero el color iba un poco más a verde cuando debía ser un ligero tono más azulado, un filtro de paz, las consecuencias al tomar esta en ese estado podían ser... un poco... riesgosas.

—No estas muerto, no estas muerto —dijo tomando un gran trago del filtro de paz

Sostuvo la varita del chico y empezó a dirigir el cuerpo de este hacia la cabaña, los hechizos ya los había hecho así que no podía hacer más que dejarlo dentro, en la cabaña, sobre la cama de una de las habitaciones, tomando asiento al lado de la cama, al lado de la mano de este, al lado del cuerpo frío del chico y quedando dormida, dormida y sin ánimo de despertar, debido a la poción con muy pocas probabilidades de hacerlo.

La noche de aquel día pasó, ninguno se movió de donde estaba ni siquiera se despertaron, permaneció así incluso todo el día siguiente, ni una sola palabra se había emitido ni un sonido, solo un vacío en todo el lugar, la nieve cayendo poco a poco llenando el patio y derritiéndose hasta evaporarse para repetir aquello otra vez más. Sonoro pero ligero era el movimiento de los dedos de un cuerpo dentro de la cabaña, iba lentamente y como podía hacía el rostro de la única chica ahí, dormida pese a que el roce de los dedos del chico iban siendo más fuertes, tratando de sacar fuerza para tratar de despertarla aunque ella no lo hacía.

—Mmh... —fue el único sonido que pudo formular

Sus manos no eran fuertes y sentida que el roce que le hacía a la chica jamás la levantaría, temía también que hubiese sufrido algún otro tipo de daño, puso toda la fuerza que tenía en sus dedos y empezó a moverla haciendo que la chica se levantara de un gran susto. Suspiro con alivio mientras la chica lo veía pálida del susto, sorprendida y sin palabras en todo su cuerpo, lo veía fijamente, tenía los ojos abiertos y aunque Regulus aún seguía pálido ya no estaba como un muerto, era lo pálido que podía llegar a ser a veces, por eso se lanzó donde él y lo abrazo haciendo que este soltara un pequeño gruñido de dolor.

—Estas vivo... —susurraba para que no se notara las lágrimas que salían de su rostro— estas... —no lo soltaba aferrándose a ese momento
—Ah... —Regulus gruñó de nuevo con más dolor aunque había estado resistiendo aquel dolor para no alejarla no había podía soportarlo más

En ese instante Regulus al fin tenía claro el sentimiento del pasado, sus preguntas pasadas tenían respuestas claras, el sentido del amor irreal ante el simple hecho del físico, como se veía o sentía uno real y si acaso existía, lo sabía, Alodie lo quería o eso era lo que decía pero sabía bien que era distinto, él amaba a Lia y jamás habría dejado que la tocaran así la mantuvieran viva había preferido ser él, igual que Lia quien prefirió la tortura a que lo lastimaran.

Inefable - SerendipiaWhere stories live. Discover now