—¡Ni si quiera pienses que irás a la escuela después de lo que pasó! —le gritó su madre cuando la vio salir a la calle con su mochila sobre los hombros horas más tarde.

Ya eran las seis con cuarenta y cinco minutos y su madre había llegado una hora atrás con Charlie. Los dos se horrorizaron al mirar la escena sangrienta y por poco se desmayaron. Llamaron a la policía y entre tanto ajetreo, ella aprovechó a alistarse para la escuela, pero antes de que pudiera escabullirse, su madre la interceptó en la puerta.

—No estuviste en ese momento y no sabes nada—le espetó Shelby, mientras se dirigía al escarabajo, con su madre pisándole los talones—ahora iré a la escuela.

—¡Shelby Anne Cash! —vociferó Trixie Cash, haciendo que ella se detuviera al instante—me vas a obedecer porque soy tu madre. Todavía no te has recuperado con el incidente de tus manos y ahora que pasó esto... te vas a quedar a reposar durante una semana.

—¿Qué? —frunció el ceño— ¡Estoy bien!

—Ya he oído eso antes—replicó ella—mírate el cuello, ¡Tienes las huellas de los dedos de ese malnacido plasmadas en tu piel! Tienes que ir al doctor

—¡Basta! Estoy bien, solo preocúpate por atender correctamente a la policía—le dijo adiós con la mano y se subió al escarabajo—nos vemos en la tarde.

Encendió el motor y pisó el acelerador a fondo antes de que a su madre se le ocurriera saltar al techo y detenerla. El trayecto a la universidad fue tedioso y oscilaba cada palabra, cada movimiento de aquel ladrón en su cabeza, desesperándola. El cierto parecido con Egon era excesivo y por un segundo se detuvo a pensar en lo que él le había dicho sobre alguien entrenado y experimentado que quizás era peor que él, podría venir a buscarlo y causar problemas. Se estremeció. Pero no podía ser posible porque nadie sabía de su paradero. Se estacionó por primera vez lejos del flamante Volvo de Trenton y bajó apresuradamente del escarabajo, presa de los ojos expectantes de los demás. Le importaba poco lo que los demás pensaran de ella. Se encaminó a la entrada principal con la respiración agitada. Miró a todos lados antes de entrar y dirigirse a su casillero, donde se encontró a Lola Calvin viéndola fijamente con los labios entreabiertos. Ella se hallaba con Trenton a unos pasos de distancia, pero Shelby sacó dos libros y pasó junto a ellos, ignorándolos.

—La noto más rara que de costumbre—le oyó decir a Trenton. Y sonrió para sus adentros.

«Soy rara por naturaleza y puedo ser el doble si así lo deseo», pensó.

El motivo que la instó a ir a clases fue la cita de Egon a las once de la mañana en el sitio más apartado, por lo que el resto de todas las clases se la pasó pendiente al reloj que estaba arriba de la puerta del salón. Faltaban dos horas para el encuentro y no podía disimular su aburrimiento y desesperación. El vídeo sobre las características físicas de un criminal ya se lo sabía de memoria, y continuó pensando en Egon en vez de prestar atención. Claramente no sabía con exactitud si él iría a buscarla exactamente al día siguiente de su despedida, pero tenía la esperanza de que así fuera. Estar lejos de ese chico por más de diez horas era deprimente.

—¿Qué te pasó en el cuello, Cash? —preguntó Lola Calvin a su costado. Shelby no le hizo caso y continuó mordiendo la tapa de su lapicero—estoy preocupada por ti y es una grosería de tu parte ignorarme—Lola hizo presión y no teniendo más opción, Shelby volteó a verla con los ojos en llamas.

—Lo que me haya pasado en el cuello es problema mío—contestó con frialdad—gracias por preocuparte, pero no necesito tu lástima.

—No es lástima, Cash, en serio estoy preocupada por ti—se inclinó a ella.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Where stories live. Discover now