—Ha sido un placer, Shelby Cash—le oyó decir a través del bozal—por cierto, tu collar es hermoso.

Shelby salió del cubículo con la respiración agitada, la frente y manos sudorosas. Aspiró profundamente y sonrió ampliamente ante la fabulosa sensación de haber estado por fin frente a un verdadero criminal. Cogió su dije de revólver entre sus dedos y se lo llevó a los labios. Sintió la fría textura y se estremeció. Se recogió el cabello con un pasador y se encaminó a la salida donde se encontraban los demás estudiantes esperándola para continuar el recorrido por las instalaciones. Shelby fue testigo de la enorme comodidad en la que habitaban los reos en ese lugar, sus celdas parecían dormitorios de un internado escolar que cárcel. Además, miró atónita las canchas de tenis y baloncesto. Sin decir que había un excelente gimnasio donde pasar horas ejercitándose. Era más que fabuloso ese sitio. Y eso la hizo llegar a la conclusión: Egon Peitz era un criminal sofisticado que tal vez se ejercitaba mientras planeaba su manera de escape y los métodos para matar a cada uno del personal de seguridad. Incluso a ella le advirtió que se fuera porque de no ser así, también la mataría. Y por muy estúpido que pareciera, la mera idea le resultó excitante.

—Jóvenes—dijo el guía de repente, con los brazos extendidos a cada lado de su cuerpo. Shelby prestó atención y sacó rápidamente su libreta para anotar cualquier dato importante—toda la decoración que se encuentran aquí, han sido creados por los reos en sus tiempos libres.

—¿Y les pagan por hacer estas manualidades? —preguntó un chico de raza negra, que observaba con fascinación unas esculturas hechas de carrizos

—No—sonrió el guía—pero les quitan un día de condena.

—¿Qué pasa si hacen miles de manualidades, eso quiere decir que pueden llegar a ser libres con solo adornar la institución? —preguntó Shelby, pensando positivamente en la posibilidad de ver algún día en libertad a ese chico, Egon, quién había despertado su interés.

—No. Ya ha pasado que reos que tienen un año de condena, se disponen a hacer muchas manualidades, pero hacen una excepción con ellos. Los que tengan más de cinco años de condena sí se les resta días de salida. Y los que tienen un año o meses... no—le respondió el guía, asombrado por su pregunta.

—¿Hay alguna manualidad hecha por Egon Peitz? —ella continuó su interrogatorio con más ansiedad.

—¿Egon Peitz? —repitió el nombre—No. ¿Acaso no te dijeron los de seguridad cuando entraste hablar con él?

—¿Deberían haberme dicho algo?

—Egon Peitz es el homicida más peligroso que habita en esta cárcel—objetó excitado. Todos los estudiantes miraban a Shelby con perplejidad—él no tiene permitido hacerlos porque de todas formas no saldrá de aquí. Está condenado a cadena perpetua.

Dicho eso, el guía dio por terminada la charla y Shelby se quedó estupefacta. ¿Cadena perpetua? Que desgraciado chico. Quizás podría volver algún día a visitarlo y a seguir entrevistándolo como minutos atrás. Aunque algo le decía que ese chico iba a escapar de la manera más extraordinaria, en la que dejaría helados a todos, incluso a ella. Mentalmente se ideó un plan para regresar y hablar con él una última vez. Iba a ser difícil encontrar su celda entre tantos pasillos y cubículos, pero lo intentaría cuando concluyera su recorrido.

—Ahora todos, síganme. Estaremos en una conferencia con los mejores detectives de Austria, quiénes nos relatará anécdotas diversas acerca de los individuos que yacen aquí.

Y a paso decidido, Shelby apresuró el paso para entrar a la sala de conferencias.

«Egon Peitz»

Luego de su entrevista con aquella extrovertida estudiante, fue escoltado y obligado a quedar recluido en la misma celda de torturas donde se mantenía estampado a la pared con los brazos alrededor de su pecho y sus pies inmovilizados. El bozal le provocó comezón e irritación alrededor de la boca y parte de la nariz, sin decir que todavía le dolía los golpes de la paliza de días atrás. A los pocos minutos Gale apareció y abrió la celda para acceder a su espacio. Egon apenas y se inmutó. Se sentía débil e incapaz de mover los ojos. Pensó que el plan de escapar sería otro día porque era imposible que pudiese dar un paso sin desvanecerse.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora