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La imagen del omega con la mirada perdida en un punto a la distancia, siendo abrazado por la luz solar que atraviesa los cristales de su ventana, vistiendo solo una gran camisa que no era suya y dejaba a la vista la tersa piel de su espada, era digna obra de admirar.

Y es un pecado que nadie lo este haciendo.

Sus mejillas estaban rojas pero su racionalidad y tranquilidad seguian intactas. Sabía lo que estaba sucediendo, lo había experimentado muchas veces pero no de la misma forma que en este momento y definitivamente sentir miedo no era parte del paquete.

—¿Por qué la infusión no funcionó? — Se preguntó, incluso bebió más de la mitad del frasco de un solo trago y el calor seguía manifestándose.

Su instinto se puso alerta cuando detectó los pasos de alguien acercarse a la habitación, incluso a esa distancia podía sentir el embriagador aroma de la menta y Licor, no debería sentir las feromonas tan atractivas pero ahí estaba, clavado sus cortas uñas en sus brazos para evitar salir y volver a cometer una estupidez.

—No me hagas esto...— Rogó, llevando una mano a su pecho y presionando para dejar de sentir esa sensación de ansiedad por ir hacia los brazos del alfa.

Lo necesito, lo necesitamos, déjame....

—No.— Gruñó cuando un estallido de dolor atravesó su cabeza como una flecha.

Escuchó las fuertes pisadas de Jungkook alejarse pero no pudo pensar demasiado en eso por la intensa punzada en su sien.

Pelear contra los instintos es sumamente difícil, al estar en contacto desde el nacimiento con sus partes animales sus instintos adquieren una gran parte del control sobre el razonamiento de la persona. Ir contra ellos es como desafiar a una manada de osos, el dolor está asegurado y el éxito es solo una suerte divina. Los alfas se llevan la peor parte al ser estos ya dominantes, así como ellos pueden someter a otros, su propia voluntad puede doblegarlos.

Aún así, está no es una mala jugada de la creación. El instinto es, según la vieja leyenda de la manada, el regalo que la diosa Luna le otorgó a los humanos para que vivan en armonía con la naturaleza, este está previsto que sea quien los guíe por el camino de la razón hacia un destino ya prescrito, por lo cual se inculcó siempre escucharlos ya que ellos sabían lo que realmente querían sus almas.

Las cosas no suceden por casualidad, todo está anticipado y el ojo del lobo blanco admira el panorama desde la distancia con complacencia.



🌙




Jungkook observó indeciso la bandeja de alimentos en sus manos, soltó un suspiro cargado de estrés y dió unos pasos más hasta posicionarse frente a la puerta. Sus  vellos se erizaron y sus pupilas se dilataron cuando una sutil fragancia a vainilla con caramelo se adentro en sus fosas nasales. Juntando fuerza de voluntad, dejo la comida a un lado de la puerta y tomó la otra bandeja que llevó unas cuantas horas antes, su ceño se frunció y tuvo que retener un gruñido al ver que todo estaba intacto.

Se había tomando el tiempo de preparar algo para que ese imbécil no muriera de hambre y él ni siquiera hizo el esfuerzo de comer.

Exhaló aire bruscamente y volvió de regreso a la cocina para tirar todo en la basura.

—Ni siquiera se para que estoy haciendo esto en primer lugar, no es mi responsabilidad.— Murmuró.

Despeinó su cabello bruscamente y salió de la cabaña para dirigirse al bosque con pasos rápidos. Adoptó su forma de lobo y comenzó a correr sin un rumbo fijo. Sus garras rasparon la tierra y su oscuro pelaje brillaba ante la iluminación proporcionada por el atardecer, el aroma a tierra húmeda y los sonidos a su alrededor comenzaron a hacer efecto.

La armonía de un escenario como este le traía recuerdos, algunos buenos y otros malos pero todos fueron experiencias que se quedaron grabadas en su memoria. Cómo el día que discutió con su mejor amigo en medio del bosque y no se hablaron por semanas o la vez en la que una omega se le confesó y él tuvo que rechazarla por la promesa que le juro a la luna hace más de diez años.

Esa promesa...

Sus patas rasparon la tierra cuando se detuvo abruptamente junto a una pequeña laguna. Observó a su alrededor y frunció el ceño al no reconocer la zona, estaba rodeada de vegetación y rocas, haciendo que el pequeño espacio este recluido para todos, menos para él. Volvió a su forma humana admirando el lugar, la luz lunar iluminaba esa pequeña área dando una vista tan magnífica que se maravillo. Tocó el agua y se sorprendió al no sentir frío, estaba a una temperatura que se podría considerar tibia.

Se adentró a la laguna y se dejó caer con un suspiro de satisfacción, su cuerpo quedó suspendido de espaldas en el agua teniendo una vista perfecta del cielo estrellado y la luna llena. Cerro los ojos y se dejó llevar por el ambiente, sus músculos relajados y su mente en blanco.

Completamente inmerso en la sensación del agua, la leve corriente de aire chocando contra su rostro y el sonido de los insectos.

Una tersa brisa rozó su mejilla, casi como una caricia y similar a un superficial beso. Sin planearlo, a su mente llegaron imágenes difusas de unos labios besando su cuello y sensaciones abrumadoras. Frunció el ceño e intento vaciar su mente pero su respiración comenzó a agitarse cada vez más a la par de su anatomía que adquiría un calor inusual. Podía sentir en carne propia esas caricias, esos besos en su cuello, ese aroma que tanto efecto tiene sobre su ser.

Una voz en su cabeza endulzó sus oídos con palabras dulces y sugerentes, intentando hacerlo caer en su dominio de tentación. Por último, la sensación de unos suaves y ligeros toques en sus labios terminó finalmente con su juicio. Abrió la boca capturando con deseo y desesperación a su más profunda adicción, se enderezó en el agua y tomó el cuerpo contrario entre sus brazos escuchando con éxtasis el gemido llenó de goce de esos labios que te inducen a pecar soltaron.

No sabía que estaba haciendo Jimin ahí, mucho menos cómo no pudo darse cuenta de su presencia pero absolutamente nada de eso importaba.

Ya no podía luchar contra la realidad, era inútil negar el deseo que tenía por él. Probablemente luego se recriminara está situación pero poco le importaba.

Después de todo, su destino ya estaba escrito.

Alfa.

Omega.

Azul safiro y rojo escarlata brillando uno frente a otro en medio de la soledad de un bosque, siendo iluminados por la luna.

Muchas cosas pueden cambiar de un momento para otro, para bien o para mal, nadie se salva del dolor y el pasado.

¡¿Soy un omega?! • KOOKMINWhere stories live. Discover now