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Una semana.

Paso una semana dónde no se supo absolutamente nada de Park Jimin. El ahora omega, no había salido de su cabaña siquiera para conseguir comida, nadie fue a visitarlo y tampoco es como si hubiera querido visitas de todas formas.

—No necesito a nadie.— Murmuró observando desde su ventana a un grupo personas a la lejanía.— ¿Que tienen de interesante? Son patéticos y tienen vidas lamentables, no veo el sentido en eso.

Y dudaba verlo algún día.

Con un suspiro se apartó de la ventana y cerro las cortinas dejando su habitación con una ligera oscuridad. Todas sus cosas estaban desplazadas por doquier, su hogar era un completo desastre y no se molestó en limpiar nada.

Camino desganado y arrastrando sus viejos pantalones que ahora se sentían como tres tallas más grandes. Toda su ropa le quedaba exageradamente enorme e incluso tuvo que hacerle dos nudos a los pantalones para conseguir que no se le caigan y sus playeras ni hablar, parecían vestidos.

Me siento ridículo. Pensó observando su reflejó en el espejo. Tenía ojeras bastante pronunciadas bajo sus brillantes ojos azules, su cabello estaba revuelto y enredado por todos los tirones que le dió en momentos de estrés, su apariencia en si era desastrosa.

Olfato su propio aroma e hizo una mueca de asco cuando un olor para nada agradable se filtro por sus fosas nasales.

—Necesitó una baño.— Murmuró para si mismo, caminó hacia dicho lugar retirando cada prenda de su cuerpo. Evitó mirar su apariencia desnuda en el espejo de la habitación y entro directamente a la tina.

Se relajó en la calma del agua templada y dejo que todos sus malestares fluyan. Había tratado de no pensar demasiado su situación o tal vez esa era una manera de engañarse a si mismo ya que aún no aceptaba que dejó de ser un alfa.

No quería aceptarlo.

No quería ser un omega.

Odiaba ser uno más de la casta más débil e inútil que la diosa luna pudo haber creado.

Y odiaba más a su propio lobo.

Antes de que todo esto pasará ambos eran tal para cual, tenían una conexión tan grande que eran capaces de duplicar su fuerza y capacidades, algo que muy pocos podían y esa era una de la muchas razones del porque se comprendían perfectamente. Ahora no solo él cambió, su lobo se convirtió en un cachorro sumiso que alteraba sus principios y prácticamente lo obligaba a desear las típicas cosas que un omega necesita.

Un alfa.

Tan repugnante.

Él no quería un alfa, él eran un alfa, no podía desear a otro de su especie.

Ya no eres un alfa. Musitó una voz en su subconsciente, su lobo.

—Cierra la boca.— Ordenó molesto.

Termino de limpiarse y salió del agua con un sentimiento amargo en la boca, uno que estuvo sintiendo demasiado últimamente.

Se puso lo más pequeño que pudo encontrar en su armario que por suerte si le quedó, un poco suelto pero no tanto como el resto de su ropa.

—Espero que el vejestorio haya cumplido con lo que dijo y tenga una solución a esto.— Bufó irritado.

Sin más salió de la habitación y camino hacia la cocina para buscar algo con lo que llenar su estómago, esperaba que la comida aliviará un poco el estrés que estaba pasando.

—Esto tiene que ser una maldita broma.— Musitó desordenado todo a su paso. No había nada, su cocina estaba completamente vacía.— ¿Justo ahora?

¡¿Soy un omega?! • KOOKMINNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ