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La sonrisa de suficiencia que tenía Jimin desde que despertó no se la borraba nadie y mucho menos con las increíbles vistas que tenía.

—¿Por qué tan lento, Jeon? ¿Acaso el futuro líder no puede con unos simples papeles?— Se burló.

El mencionado soltó un gruñido y le dedicó una filosa mirada al pelinegro quien solo extendió su sonrisa.

Jungkook se levantó más temprano de lo que debería para terminar el trabajo pendiente y demostrarle a Park que si estaba exagerado, por desgracia las cosas no salieron como lo esperaba. Cuatro horas desde que llegó y solo consiguió organizar la mitad los papeles, intento ser rápido para terminar pronto pero eso solo lo hizo peor ya que se confundía y al final tenía que re-organizar todo de nuevo.

Y definitivamente no ayudaba en nada tener a Jimin en un rincón de la habitación observándolo con su eterna sonrisa de superioridad, esperando oír de su boca que tuvo razón.

Antes muerto. Pensó con fastidio.

—¿No tienes trabajo que hacer?

—Estoy trabajando.— Respondió con obviedad.

—¿Haciendo que? ¿Calentar ese rincón con tu trasero?— Bufó.

Jimin soltó un gruñido a la vez que sacaba un empaque de la bolsa que había traído consigo desde temprano.

—Estoy supervisando tu trabajo, es un puesto muy importante y agotador, deberías tener un poco de empatía por mi.— Sacó unas alitas de pollo del recipiente, todo bajo la atenta mirada del alfa.

—No puedes ingresar con comida aquí.— Habló intentando arrebatarle el empaque de las manos.

—Tu madre me lo dió y ella es la que administra este lugar, si tienes quejas ve a buscarla.— Levantó los hombros y le dió una gran mordida a su pollo exagerando los sonidos.— ¡Mhm! Diablos, está delicioso. EunJi cocina de maravilla.

—¿Mi madre preparo comida para ti pero no para mí que soy su hijo?— Inquirió con la mandíbula tensa.

El omega parpadeo con inocencia e hizo una falsa mueca de preocupación.

—Parece que es así. Pobrecito, se olvidaron de ti, ¿Quieres? A mí no me molesta compartir.— Extendió la comida hacia el alfa pero este solo se dió la vuelta para seguir con su trabajo con un humor peor que el de antes.— Conste que fui amable.

Así pasaron otras dos horas más, Jungkook siguiendo el mismo patrón repetitivo y Jimin burlándose en cada oportunidad, luego llegó un punto en dónde incluso el omega se aburrió.

Podríamos ayudar a alfa. Jimin fingió una arcada al oír a su su lobo.

—Deja de decir estupideces.— Murmuró observando el sol cada vez más bajo, el amanecer iba a caer en cualquier momento.

Justo en ese instante recordó la conversación que había tenido con Jeon el día anterior y se reprendió a su mismo. Él sabía que no se estaba comportando como antes, su actuar cambio bastante desde que se convirtió en un omega y eso lo estaba volviendo loco.

El Jimin de antes no bromeaba con un Jeon y menos con Jeon Jungkook.

El Jimin de antes no era un blando.

Esto es todo tu culpa. Le habló
directamente a su omega interior pero este simplemente lo ignoró.

Soltó un suspiro cansino y se levantó de su sitio llamando la atención del alfa.

—¿A dónde vas?— Pregunto dejando los papeles de lado por un momento.

—No te incumbe.— Contestó de forma tosca.

Jungkook abrió la boca para decir algo pero nada salió de ella, simplemente asintio y se reanudó su tarea sin nada más que aportar.

Jimin salió del lugar con pasos rápidos y decididos, cruzó toda la manada hasta llegar a la cabaña más cercana a la entrada del bosque, el hogar de Suho. Por una cuestión de comodidad y tener más acceso a ciertas hierbas para elaborar toda clase de brebajes, el hechicero había decidido instalar su casa un tanto alejada del resto, una decisión de la cual no se arrepentía en lo absoluto.

El omega entro sin tocar y camino hacia el lugar donde sabía que estaría ese viejo beta.

—¿Jimin?— Cuestionó al ver al pelinegro entrar a su estudio.

—¿Encontraste algo?

El hombre canoso resopló y soltó una risa seca.

—¿Nunca cambiarás, verdad?— Murmuró pero el contrario pudo oírlo.

—No, no lo haré y es por eso que estoy aquí así que lo vuelvo a repetir ¿Encontraste algo?— Ordenó sin paciencia.

El beta observó al omega con ojos entrecerrados, rebuscó algo en su escritorio que en ese momento se encontraba llenó de libros y viejos pergaminos, estuvo de esa forma unos minutos hasta que dió con un papel en específico que le extendió a Jimin.

—Es lo único que pude encontrar.— Respondió acomodando sus lentes.

Park lo tomó rápidamente y lo desplegó para leerlo, tuvo que esforzarte un poco para entender ya que la letra estaba borrosa en varias partes pero pudo comprenderlo.

En aquellas venas que sangre maldita corre, un espíritu sagrado los guiará por el camino de la libertad. El lobo blanco otorgará su perdón a aquellos con un corazón puro, libre de oscuridad y rencor.
La sagrada Luna y el Glorioso Sol estarán ahí para ayudar en su encomienda pero solo cuando el alma gocé de arrepentimiento.

Jimin sintió un tic nervioso en el ojo al leer eso.

—No entendiste el mensaje.— Suho no estaba preguntando.

—Ningúna palabra.

El beta se recargo en su escritorio con cansancio, hace varios días que no dormía bien por estar buscando alguna pista para ayudar a Jimin. Se acercó con pasos lentos al omega y le arrebato el pergamino para guardarlo con cuidado dentro de una caja.

—¿Me explicarás ya?— Inquirió impaciente.

—Antes de hacerlo debo aclararte que desconozco la veracidad de esto.

—¿Cómo puedes no saber si es real? Deberías estar seguro de ello.—Reclamó sintiendo la inquietud recorriendo sus extremidades.

—No puedo estar seguro porque en el pergamino se hace alusión a un eclipse solar.— Explicó y el pelinegro se quedó callado.

—¿Eclipse solar? Eso... ¿Eso no es un mito?— Preguntó desconcertado.

—Los eclipses solares siempre fueron una leyenda en la manada. Hay algunos libros que explican que son pero nunca se ha llegado a ver uno realmente por lo que la mayoría duda de su veracidad y creen que solo son una vieja historia pero...— Las palabras del beta quedaron en el aire.

—¿Pero que?

Suho lo observo por unos segundos antes de agacharse y deslizar una de las tablas del suelo. Había un compartimiento secreto del cuál el hechicero extrajo una caja medianamente pequeña y polvorienta.

El pelinegro observó todos los movimiento del beta con confusión, se acercó más a él quedando a un distancia no muy grande, solo la gran mesa donde el hombre dejo la caja los separaba.

—Jimin, lo que voy a contarte en este momento no puede salir de aquí bajo ninguna circunstancia. No puedes decirle a nadie de esto, ni siquiera a los Jeon ¿De acuerdo?— Advirtió y el omega asintio efusivamente.— Bien, ahora dime ¿Que tanto sabes sobre la historia de aquel alfa que al igual que tú, recibió una maldición de la Diosa Luna?

—Yo... No mucho, solo lo típico que nos cuentan a todos desde pequeños, que el alfa fue convertido en una bestia confinada a estar en soledad por el resto de su vida debido al pecado que cometió. Nadie sabe quién fue ese alfa ni lo que hizo, solo el castigo que la Luna le dió.— Contó brevemente.

El beta asintio lentamente.

—Jimin... Ese alfa era nuestro antepasado.

¡¿Soy un omega?! • KOOKMINWhere stories live. Discover now