Capítulo 1

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Primera Parte.

Lauren

El clima de Miami es caluroso, es como si todos los días se tratasen del verano. Su clima es muy moderado y fresco durante gran parte del año. Las suaves temperaturas, suelen venir acompañadas por tormentas, pero bueno, la mayoría de los días son soleados. Miami, en definitiva, es una ciudad preciosa, es perfecta para dar un paseo a cualquier hora del día y poder tomar el sol, y vaya que a mí me hace falta tomar el sol. En Boston el clima solía cambiar dependiendo a las estaciones del año, lo que se supone es algo común. Lo único que sé que extrañare de Boston, es poder acostarme sobre la nieve y crear mis propios ángeles en ella.

Aquella mañana el clima era perfecto, el suave viento acariciaba mis mejillas y hacían revolotear tan solo un poco mi largo cabello oscuro. Según los meteorólogos, ese día se esperaba una tormenta. Seguro estaban equivocados, no era posible que en un día completamente soleado y sin ninguna nube en el cielo, terminara convirtiéndose en uno nublado y haciendo que la lluvia cayera.

Las personas aquí suelen ser muy generosas, me han sacado de grandes líos desde que llegue a la ciudad. Como aquel día en el que un anciano me ayudo a regresar a casa porque había olvidado como volver, si no fuera por él, seguramente habría pasado la noche en un parque. O el día en que una señora me dibujo un pequeño mapa para guiarme hasta el supermercado, y sin contar del día en que fui a una cafetería y no tenía dinero para pagar pues había olvidado el poco dinero que tenía en mi departamento y el dueño del lugar me ofreció empleo para pagarle el café que había consumido y para seguir pagando los próximos que consumiría. Pero sin duda, quien se llevó el premio de la generosidad fue Harry, aquel chico que me salvo de un tremendo lio.

El día en que llegue a Miami, hace aproximadamente un mes, había salido del aeropuerto y no conocía la ciudad. Claro, no me había tomado la molestia siquiera de investigar cuales eran las calles principales, por lo que comencé a caminar sin rumbo con mi maleta en mano hasta llegar a un lugar no muy apropiado para alguien como yo. Era un callejón y no había salida, no tengo ni la menor idea de cómo es que había llegado ahí, pero en cuando me di la vuelta para marcharme, me encontré con dos tipos que realmente se veían de buen aspecto. ¿Cómo era que iba a desconfiar de ellos? Camine hacia ellos pues debía hacerlo para salir de ahí. Los salude amablemente, pero en cuanto cruce a su lado, uno me tomo a la fuerza y me empujó hacia la pared en donde comenzaron a acorralarme, dejando mi maleta a un lado.

—Vale, que si estas buena. Mira esos ojos verdes que tienes, son hermosos. — Dijo uno de los tipos con una voz rasposa, la cual probablemente no era así pero lo excitado que se encontraba le había cambiado el tono de voz. — ¿Te la tiras tu o me la tiro yo? — Le pregunto a su compañero.

—O pueden dejarme ir y les prometo que no les hare nada. —Ambos rieron tontamente, mi amenaza no había resultado, no era como si en realidad tuviera una. Era solo el hecho de parecer que tenía seguridad aun cuando estaba muriendo del miedo.

— ¿Qué es lo que nos vas a hacer muñeca? — Pregunto uno acariciando mi rostro con sus ásperas manos.

—No querrás saberlo. — Trate de ladear mi cabeza para apartar sus espantosas manos de mí. Uno de ellos me miro con malicia y con lujuria. En ese momento me di cuenta que no era mala idea eso de que las chicas llevaran consigo un paralizador eléctrico.

Las cosas comenzaban a ponerse demasiado intensas, trataba de zafarme pero me tomaban con más fuerza. Solté un grito de auxilio rezando con todas mis fuerzas, como mi mejor amiga de la infancia me había enseñado, para que alguien me escuchara y viniera a mi ayuda.

Mi pequeña mejor amiga tenía razón, si pides ayuda al cielo puedes ser escuchado. Justo cuando creí que mi vida estaba por terminar. Llego él. Harry. El chico de cabello rizado. Agarro un pedazo de fierro que sepa Dios de donde lo saco y los comenzó a amenazar haciendo que salieran corriendo. Resultaron ser unos malditos cobardes. Me encontraba muy agitada. Me había tumbado al suelo y me aferre a mis piernas mientras trataba de protegerme a mí misma.

Amor Clandestino | CamrenWo Geschichten leben. Entdecke jetzt