🌿C.8: Insistencia, cartas y gatos❄️

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🌿 Insistencia, cartas y gatos ❄️

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— Quiero llamarte por tu nombre.

— Matt, ni lo sueñes.

Ambos jóvenes estaban jugando a las cartas junto a Lorena sentados sobre el piso, apostando gatos. Matthias lucía tan repuesto que resultaba raro pensar que hace tan solo una semana estaba muriendo de neumonía.
Kai ostentaba sobre su mano izquierda un parche, se había hecho un nuevo tatuaje y esta vez era bastante visible, obviamente era otro de esos símbolos raros que a su acompañante rubio le daban tanta curiosidad. El menor quería preguntar su significado, mas el saber el nombre real del punk ya era demasiado pedir.
Jim apestaba tanto en el póker que ya iba perdiendo, le quedaban solo tres gatos que apostar, mientras Lorena iba ganando con trece a favor, seguida del rubio con ocho.

— ¿Por qué no? Nadie sabe cómo te llamas y todos te llaman distinto. Tommy te puso de apodo Jim y todos usan ese nombre, Adalia y Ecky te llaman Anton, y resulta que Lorena...

— ¡Yo siempre le he dicho Kai! ¡Se llama Kai! ¡Se llama Kai! — saltaba alegre la muchacha en su puesto al tiempo que al punk parecía que le iba a estallar la cabeza —. La chica de negro te llamaba Johnny a veces.

— ¿Quién? — Matt lucía curioso mientras calculaba cómo destruir la mano de su amigo.

— Se refiere a la loca de Isabella.

— Oh.

Ninguno tiene que decir nada, llevaban ya unos seis encuentros con ella, todos terminaban con la muchacha amenazando a Jim de que “o volvía con ella o haría que se arrepintiera de rechazarla”, sin olvidar que en todos aquellos encuentros intentaba escupirle al rubio gritando ahogada en alcohol que “el rey Jimmy era un torcido que prefería maricones a una chica hermosa como ella”. Era una lástima que fuera tan bella y tan desagradable a la vez, su belleza solo podía ser comparada con lo podrida que estaba su personalidad.

— Matt, odio mi nombre.

— ¡Sí! ¡Lo odia! ¡Lo odia! — coreaba alegre la chica sacándole una sonrisa al ojiverde y un suspiro cansado a su protector.

— ¿Por qué? — Matt estaba disfrutando de la confianza que conllevaba el saber su nombre real, solo él y Lorena tenían ese conocimiento, y Lorena era como la hija del contrabandista. Ni siquiera Thomas lo sabía.

— No insistas, no por ahora — bufó ligeramente molesto, el menor de los dos sonrió alegre antes de bajar sus cartas.

Lorena les dio una paliza en las cartas ganándose todos los gatos. Rieron sobre lo ridículo que era apostar gatos, pues los gatos se mandan solos y nadie puede apostarlos y estar seguro de que respetarán al ganador, la chica lo sabía y no le importaba, se despidió con un beso en la mejilla izquierda de cada hombre antes de salir danzando con una gatita en brazos. Apenas la chica desapareció, el punk le propinó un suave puñetazo en las costillas a su compañero de habitación.

— ¿¡Y esto por qué!?

— ¡Por insistir con mi puto nombre!

El día tenía sus planes, Kai iría a entregar uno de sus pedidos misteriosos y luego iría con Amelia al lado occidental a ver una mercancía nueva, Matt debía ir a cobrar un par de ventas, luego tendría la tarde libre. Antes de despedirse cada uno por su lado, Kai lo obligó a tragarse una taza amarga de hierbas que le preparaba a diario. Matthias no podía negar que ese extraño brebaje siempre le subía el ánimo después, por supuesto que el contrabandista nunca le decía qué contenía, aunque estaba claro que no lo estaba envenenando.

Solo demoró tres horas en hacer todo lo que tenía que hacer, así es que pensó en ir a pasar la tarde con los vagos de sus amigos y así seguir consolando a Kostya. El pobre aún no se recuperaba de que su amante lo mandara al diablo, lo peor era que como era el hijo de su jefe lo tenía que ver a diario y su ánimo aún estaba por los suelos.

El Brujo y El Muro: Fuera del espejo (libro 1)Where stories live. Discover now