❄️C.5: Lorena❄️

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❄️ Lorena ❄️

❄️

Era mi séptimo día en el edificio de Jim, ya me estaba acostumbrando a una existencia más nocturna, lo que antes era para mí la cena ahora era el almuerzo, debido a mi condición siempre estaba cansado y el horario del punk me beneficiaba bastante, podía dormir muchas más horas que antes (y dormir con gatos aumentaba la pereza). Aquel día Jimmy había salido solo, yo estaba intentando reparar la radio casetera del pelirrojo cuando entró Lorena a la habitación. Se quedó quieta allí en la puerta, mirando la habitación mientras el calor escapaba por el umbral.

- Hola, Matthias - dijo de pronto, sin poder contenerme me levanté del suelo del asombro, ¡la chica por primera vez recordaba mi nombre!

- Hola, Lorena - le respondí alegre.

La chica esta tiene algo realmente serio en su cabeza, lo poco que he logrado saber es que su familia le temía al punto que la abandonaron en pleno invierno entre los escombros de una vieja industria, Jim la encontró y la trajo a su casa. El contrabandista es bastante paternal con ella, se nota en su cara la amargura que le produce ver que la chica se pierda en su propia mente mientras su carcasa de carne y huesos se queda deambulando por el edificio. Pero hoy ella recordó mi nombre, la miro y por vez primera puedo ver que me está mirando, mirando de verdad; normalmente tiene esos ojos sin brillo, vacíos, cuando te observa puedes ver claramente que ella no está allí o que su vista está sobre algo intangible detrás de ti.

- ¿Necesitas algo? - le pregunto, ella alegre entra en la habitación cerrando la puerta para que el calor no escape.

Tampoco entiendo cómo es que no se congela, siempre anda descalza, vestida únicamente con vestidos largos y chalecos de tela, sin ropa interior (porque la ensucia demasiado aprisa al orinarse encima).
Siempre que la veo pasar me recuerda a una ninfa o a un espíritu de la naturaleza, puro y extraño con esas hojas y ramas que siempre trae entre su cabello... aunque a veces también me recuerda a un fantasma.

- No, gracias - ¡si hasta me ha contestado! Este es un buen día -.
No quiero que te vayas, Matthias - lanza sin contexto mientras acaricia a un par de gatos.

- Yo tampoco quiero irme - me sincero.

- Cuando el momento llegue, no corras, espera junto a la puerta y deja a los ojos de gato hablar, no te arrepentirás, créeme. Naciste para ser el escudo del brujo, no lo abandones, por favor - su voz suena preocupada, lo cual es muy raro pues en general su voz es muy suave y lírica. Además ni siquiera entiendo de qué está hablando, pero eso no importa -. Por favor, Matthias. ¡Prométeme que no saldrás corriendo cuando el momento llegue!

Se me acerca corriendo, me toma las manos entre las suyas y extrañamente un calor interno me relaja casi logrando que me pierda en sus ojos grises.

- No puedo prometerte algo si no sé de qué hablas... - espeto las palabras algo asustado de su reacción.

- Cuando el momento llegue, los gatos aullarán, el viento soplará dentro del bosque techado, las velas se apagarán y prenderán al momento, y los ojos de gato estarán dolidos. Cuando eso pase, no corras, ¿podrás hacerlo? Por favor - suplicó lanzándome su aliento que olía dulce como bayas. Respiré profundamente, lo medité un instante y respondí lentamente.

- Te prometo que no correré cuando pase todo eso, ¿ok?

Al terminar la frase ella se quedó quieta con la mirada perdida como intentando procesar lo que le había dicho. Al minuto lo comprendió dando saltitos de alegría, me besó en la boca rápidamente y volvió a la puerta danzando. Antes que la abriera la llamé, al girarse su cabello rubio ondulado se movió casi en cámara lenta, a pesar de estar sucio ella igual lucía hermosa.

- ¿Quieres venir a comer con nosotros en un par de horas? Cuando sea muy noche y Eckard pase prendiendo las velas del segundo piso, ¿te gustaría?

Dulce Lorena, corrió hacia mí para abrazarme, correspondí el gesto de la manera más cálida que pude, la chiquilla me sonrió de oreja a oreja, luego me besó en la mejilla con un beso mojado y sonoro, asintiendo feliz salió corriendo por la puerta donde la esperaban algunos de los perros de Adalia con los cuales jugaba todo el día (cuando no entraba en crisis y los mordía). Yo estaba igual de feliz, aunque me hizo prometer algo que no entendí ni un poco, recordó mi nombre y eso era suficiente.

El Brujo y El Muro: Fuera del espejo (libro 1)Where stories live. Discover now