❄️C.2: Lo siento❄️

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CAPÍTULO 2

❄️ Lo siento ❄️

❄️

En la calle hace un frío que te cagas, pero aunque todos lo dudan ya no lo siento como antes. Es el 8 de enero de 1989, he nacido y me he criado del lado este de Berlín, y la vida se me escapa de las manos. Hace ya un año que todo se fue a la mierda para mí, no me queda mucho por hacer, tampoco tengo alguna meta o sueño realmente, me los robaron todos.
Simplemente gasto oxigeno y paso hambre, nada más.

Hace unos años jamás hubiera creído que tendría que sobrevivir de caridad. Estuve a punto de correr hacia la cortina de hierro para recibir un certero balazo de suicidio asistido cuando me detuvo Thomas, líder de un grupo de semiguerrilleros del cual nunca oí mencionar hasta topármelos. Tommy me convenció de seguirlo y bueno, llevo estos seis meses viviendo con ellos y de su generosidad. El grupo completo sabe de mi "condición", mi maldición en forma de VIH positivo que me está matando lentamente. Aunque al principio no parecían querer tenerme cerca, un buen día les cociné y desde entonces mi trabajo fue comprar comida y prepararla. Me convertí en algo así como su ama de llaves, limpiar, cocinar y ordenar eran mi tarea, nunca sufrí ningún maltrato estando con ellos. Es cómodo estar en un lugar donde podía sentirme a salvo, no obstante, ya no tengo motivaciones ni sueños, existo únicamente por inercia, solo necesito estar cómodo en un lugar para esperar mi muerte... la depresión me está tragando el alma. Es difícil creer que las cosas no empeorarán cuando cada vez tengo menos energía y cada vez me enfermo más fácil de cualquier estupidez, las pesadillas de lo que tuve que pasar tampoco me ayudan por las noches y sin importar cuánto me pregunten no soy capaz de hablar de mi pasado. A veces recuerdo mi casa y me pregunto si la bastarda de mi madre o el malparido de mi padre o mis hermanos me recuerdan, espero que no.
Tristemente el fugaz recuerdo de mi hermanita me hace tal daño que agito la cabeza para ignorarlo. No quiero que me recuerden, ninguno, ni siquiera ella.

Llevo un par de bolsas de tela con provisiones para mis salvadores, compré lo que pude con el mísero dinero que tenemos, ya está oscureciendo así que apuro el paso para acortar el viaje. Al llegar, Tommy está en la puerta de calle del edificio donde vivimos, luce contrariado e incómodo, está acabándose un cigarrillo y él en general no fuma, la preocupación me llega de golpe, aunque tengo una maestría en ocultar lo que pienso o siento.

- ¿Qué pasa, Tommy? - al principio me demoré en llamarlo así, el que me haya ayudado siempre y tan desinteresadamente me hace querer tratarlo con todo el respeto que se merece. La falta rápida de respuesta me indica que al menos no le pasó nada a los chicos -. ¿Es algo conmigo, verdad? - espeto la duda finalmente con voz neutra. La calle me ha enseñado bastante bien a perder el tacto, a pronosticar de manera bastante certera, fingir estoicismo y sobre todo, a pensar lo peor siempre. Tommy levanta la vista con notoria tristeza.
- La dueña del edificio se enteró de tu "condición" y amenazó con echarnos a todos o denunciarnos si tú vuelves a entrar - se le nota que está afectado, no quiere hacer esto pero no tiene de otra, aprieta sus puños hasta que sus nudillos quedan blancos mirando al suelo con impotencia.
- Oh - me trago las ganas de querer volver al muro y lanzarme sobre una de las minas terrestres que tienen a tramos -. Tommy, si me querías alejar de tu vida debiste ser menos dramático - bromeo resignado, ya me estoy acostumbrando a ser exiliado de todas partes. Al menos gané un humor terrible.
- Lo siento, Matt. De verdad - la voz se le quiebra un poco.
- Tranquilo - suspiro dejando las bolsas en el suelo, respirando el frío aire.

El Brujo y El Muro: Fuera del espejo (libro 1)Where stories live. Discover now