🌿C.6: Amelia❄️

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🌿 Amelia ❄️

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Los siguientes días no variaron mucho, Jim llevaba a Matt a antros o a sitios de dudosa reputación, le presentaba a un grupo de personas o a un individuo en particular y luego pasaba a presentarlo como su asistente.
El punk contrabandeaba de todo un poco excepto drogas muy rebuscadas, únicamente traficaba marihuana, hongos alucinógenos y una que otra hierba con efectos psicotrópicos, además lo hacía en cantidades tan bajas que a duras penas afectaban a sus finanzas. Tampoco movía mucho dinero, su moneda de cambio más preciada era el trueque y la compraventa de favores e información. El grueso de la mercancía seguían siendo las bebidas alcohólicas, los libros y las golosinas (chocolate, dulces, azúcar, bombones de licor y cosas por el estilo).
Sin que pudiera evitarlo, Matt terminó cayendo de cabeza en este submundo y lo más extraño era que cada vez parecía más cómodo en él.
Algunos empleados del punk sabían que él había estado con los Tigres Rosas o que tenía SIDA, pero el respeto y temor que le tenían a su jefe les obligaba a ser a lo menos decentes con él. Sin embargo, había algo que con los días comenzó a sorprender demasiado a Jim: sin importar quién viera a Matt, nadie sabía de dónde había salido, nadie lo había visto antes de que Thomas lo recogiera. Por primera vez en años el pelirrojo estaba frente a alguien tan enigmático como él, y eso lo cabreaba y emocionaba a partes iguales pues el ojiverde jamás le contaba nada que pudiera dar con su identidad completa o algún dato sobre su pasado. Jim incluso llegó a pensar en exponer al chico a una situación en la que tuviera que entregar su identidad para salir del paso, pero, ¿qué pasaría si resultaba ser tan ilegal en Alemania como él mismo? No, no podía cagarla tanto solo por curiosidad.

Una grata mejora para el menor era sin lugar a dudas que todos los relacionados de una u otra manera con el contrabandista al verlo lo trataban bien de inmediato y debido a su apariencia elegante (Jim terminó comprándole más ropa contra su voluntad) y su aspecto atractivo, siempre le regalaban cosas o lo atendían como a una celebridad. En una ocasión había ido a cobrarle dinero al dueño de un restaurante y terminó sentado junto al sujeto, su hija y el chef en una mesa de lujo comiendo como los ricos. Esto también le sirvió a Jim para notar que Matt no podía provenir de los bajos fondos como casi todos los que conocía, el muchacho era elegante por crianza, sabía todas las reglas de etiqueta, algo que al punk jamás se le dio.

Los socios del rey tampoco dejaron de sacar sus propias conclusiones, la mano derecha de Jim era demasiado joven para tener ese puesto, demasiado enigmático y sobre todo demasiado directo y sincero con su “Jefe”. Todos tenían al Mago sobre un pedestal, no uno bonito de esos de mármol, no, lo veían sobre una pila de moribundos. Todos lo veían como un tipo violento, caótico; un tipo cruel de alma negra como su humor, un hombre sin corazón. Mas ese mismo hombre dejaba que ese nuevo y misterioso chiquillo lo tratara de imbécil delante de sus subordinados, y lo peor, Jim no se molestaba ni se encabronaba. Así es que por conclusión demente y apresurada todos terminaron pensando que Matt escondía algo terrible, probablemente el chico era peor que su jefe.

Matt por otro lado se enteró de un par de cosas bastante desagradables de su anfitrión. Se le atribuían habilidades casi mágicas a la hora de “presentir” cuando algo no iba bien, siempre sabía cuando venía la policía y jamás caía en ninguna emboscada, nunca lograron acertarle un solo tiro (las heridas por roce no contaban en aquel mundo) sumado a que cuando peleaba parecía que poseía más fuerza y resistencia de la normal, sin olvidar su extraordinaria rapidez. Todos rumores claramente.
Según Amelia, Christy y Anna (las tres féminas principales que trabajaban para Jim) el rey callejero había asesinado a tres policías y a seis cabecillas de contrabando, entre ellos a su ex jefe, razón por la cual estaban muy agradecidas pues al punk no le gustaba forzar a sus empleadas a tener sexo con él, es más, Jim era el único contrabandista al que no se le acusaba de violar a alguien. Mas lo de asesinar todos lo podían comprobar.
De las tres mujeres, Amelia parecía tener real interés en Matt, por supuesto que a la primera oportunidad de estar a solas con el muchacho le invitó a comer a su restaurante. La sensual fémina era dueña de un restaurante exclusivo para altos cargos de gobierno y la élite Alemana en Berlín Occidental, también poseía un burdel oculto en Berlín Oriental.
Matthias no sabía realmente si aceptar la invitación, pero Jimmy le explicó que si él no fuera su mano derecha probablemente lo sería Amelia, así es que no debía preocuparse de más y si quería ir con ella no habría peligro o problemas.
Matt terminó viajando por primera vez en su vida al lado capitalista de Alemania en nada más ni nada menos que un Opel Diplomat E, al momento de ver aquella carrocería roja de lujo sintió que se le vaciaba el estómago, Amelia al verlo ahí parado bromeó diciendo que se desmayaría al subirse y el pobre chico, que sudaba en frío de la emoción de estar ante aquella joyita lujosa, se limitó a sonreír bobamente.
Obviamente la mujer no conducía, sino su chofer personal y el rubio no paraba de formularse preguntas en la cabeza, ¿cómo fue que una dama tan refinada y rica era “empleada” de Jim? Ella era un encanto y si no fuera porque el muchacho era homosexual, probablemente ya se habría enamorado de ella. ¿Estaría Jim enamorado de ella como todos?
No tuvieron ningún problema al pasar de un lado al otro para sorpresa del menor, por lo visto ella tenía muchas influencias y para su deleite el rubio se mostró en todo momento a la altura, aunque por dentro aún no podía creer que estaba dentro de un maldito automóvil de lujo, con chofer personal y acompañando a quien parecía ser una reina. Al llegar al restaurante exclusivo notó que ni siquiera tenía nombre, “No necesita su nombre a la vista si solo los pocos que lo conocen tienen permitido entrar” dijo ella con su natural encanto. Y vaya, al entrar hasta decoraciones de oro tenía, era en extremo lujoso y por fuera solo parecía un edificio más, la dama pidió su mesa y uno de los meseros los condujo hasta un rincón con una bellísima y pequeña mesa de madera fina, “solo para nosotros” le había aclarado coqueta. La mitad de los presentes saludaban a Amelia y cuando preguntaban por su acompañante ella alegre contestaba “un muy querido amigo” evitando así exponer al ojiverde. El menú era tan sofisticado que la elegante mujer tuvo que pedir en nombre de ambos, mas mientras esperaban las preguntas cayeron.

— Y bien, Matt. ¿Jim sabe que te apellidas Weber?

Al muchacho se le heló la sangre tensándose como nunca en la vida.
Sintió por primera vez total desprecio por aquella mujer, era una maldita trampa, esperó el chantaje en cualquier momento pero la dama rió dulcemente y sin maldad.

— Tranquilo muchacho, él no lo oirá de mí — aclaró tranquilamente para luego pedir vino blanco.

— Ustedes no saben desaprovechar la información que nadie más tiene. ¿Qué quieres a cambio?

— Tranquilo, niño. Yo no soy un pirata como tus juntas o las de Jim.
¿Quién crees que ha prevenido que se sepa quién eres?

— No lo repetiré de nuevo, ¿qué quieres a cambio? — Matt seguía serio e intentando tragarse las ganas de gritarle a su bellísima anfitriona.

— Que cuides muy bien a Jim. Eso es todo.

La mujer cogió elegantemente su copa de vino una vez servida y la alzó para beber de ella delicadamente, Matthias por su lado seguía sin entender la petición.

— Mira, Matt. Este es el asunto — habló en tono bajo dejando su copa sobre la mesa para acercarse al rubio de manera casi intima —. Fui prostituta casi toda mi juventud, guardé el dinero que esos vejetes horrendos me daban y poco a poco logré hacer un par de negocios, pero para mi desgracia me asocié con un bastardo hijo de perra que no solo abusaba de mí, sino de mis chicas también, el problema era que gracias a sus influencias yo pude poner este lugar y mantener mi burdel sin mayores problemas, aunque lo repito, era un infeliz malnacido. Lo resumiré fácil, un día Jim apareció y le rebanó el cuello a él y a su tropa de violadores, así es como terminé siendo legada a nuestro caótico rey “por herencia”, ¿y sabes algo? Ese desastroso intento de punk resultó ser el hombre más decente que he conocido, incluso siendo un asesino — Matt guardó silencio —. El punto es que prospero como nunca gracias a que casi todo lo que vendo es de las mercancías de Jim, y a mis chicas nunca les ha pasado nada gracias a que cuento con la protección de “El Mago”, así que apenas te vi entrar no podía creerlo, el hijo perdido del viejo Weber estaba caminando junto a nuestro jefe, lo raro fue darme cuenta de que nadie, ni siquiera Jim, sabía quién eras.

— ¿Y ese maldito viejo ha dicho algo de mí? — Matt espetó cada palabra con bilis y odio.

— Sí.

— ¿Y bien? — ella parecía incómoda, el rubio esperó la respuesta aún sin tocar su vino.

— Puso un pequeño precio por tu cabeza, dice que quiere encargarse personalmente de ti y tu... condición.

— Me lo imaginaba.

— Pero no pienso darle el gusto, eres alguien especial para Jim.

— Apenas y si nos conocemos, Amelia.

— Exacto, y aún así eres el único que sabe dónde vive, porque vives con él. No puedes negarlo, eres alguien especial para nuestro jefe. Matt, sé que esto suena a chantaje y probablemente lo sea, pero lo único que quiero de ti es que lo protejas con tu vida.

— Él puede hacerlo solo.

— No lo creo, no ahora contigo a su lado.

La comida llegó en ese instante, Matt se quedó analizando lo recién vivido, dos minutos después decidió relajarse un momento permitiéndose beber un poco de vino y comer tranquilo. Al terminar, el ambiente era mucho más ameno de lo que esperaba.

— Fue él quien te dijo que podías aceptar mi invitación, ¿verdad? — ronroneó la rubia dama.

— Así es.

— ¿Y bien?

— Haré lo que esté en mi poder, Amelia — respondió totalmente resuelto —. Le debo mi vida a Jim, a diario. No estoy muy de acuerdo con eso de andar asesinando gente... — la hermosa dama intentó decir algo, no obstante, Matt alzó su palma sutilmente para que no lo interrumpiera —. Pero entiendo por completo que este submundo se mueve distinto y no lo juzgaré. Insisto, le debo la vida a diario.

— Me alegra escucharlo... ¿Sabes disparar? — preguntó de pronto, para la sorpresa de la fémina el rubio contestó sin demora.

— Soy hijo de ese bastardo, por supuesto que sé disparar. Cazar sería más preciso.

— Eso es suficiente para mí.

El Brujo y El Muro: Fuera del espejo (libro 1)Where stories live. Discover now