El Brujo y El Muro: Fuera del espejo (libro 1)

🌿C.6: Confianza❄️

🌿 Confianza ❄️

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Un par de horas después Matt ya sabía por fin cuál era en detalle la mercancía de contrabando del rey caótico. Para el gusto del pelirrojo al rubio se le daban los números bastante bien y con un par de indicaciones de los presentes logró sacar los cálculos suficientes para dar con un par de fugas de dinero y un par de cajas de menos. La seriedad del muchacho sumado a que nadie sabía de dónde lo había sacado el jefe le dieron esa aura de misterio que el mismo Jimmy proyectaba.
A pesar de los roces al inicio de la jornada, las tres féminas y varios de los hombres (incluido Albert, el corpulento) parecieron tomarle aprecio a Matt, ya que no tenía ningún problema en corregir a Jim y sus fallas de orden en los libros contables, o aclararle las cosas con total sinceridad sin lamerle las botas.
El rey underground estaba completamente orgulloso de su decisión, el delgado chico se veía tan profesional en su puesto que hasta parecía que había nacido para él.

Al terminar el día todos se despidieron y se marcharon cada uno por su lado. Al quedarse solos, Matt se dejó caer sobre unas cajas exhalando con tedio a través de las manos con las cuales cubría su rostro.

— Ni en mis mejores expectativas lo hacías tan bien — le felicitó el punk comiendo una manzana, parado junto a él.

— Estoy hecho mierda.

— Se nota.

— Jim... — los ojos verdes le brillaban cansinos.

— ¿Qué? — preguntó con la boca llena.

— Explícate.

— ¿Mh? — el punk no caía en la cuenta, así que su interlocutor se sentó bruscamente para mirarle a los ojos.

— ¿Por qué diablos YO soy tu mano derecha? Acabas de lograr que quieran matarme.

— Vamos, chico. Sabías que era peligroso andar conmigo.

— No negaré eso, pero esta vez quiero una respuesta no ambigua como todo en ti.

— Eso sonó más ofensivo de lo que crees, chico.

— Jim, cállate y responde.

En una situación normal el rey callejero le habría dado una paliza a quien le hablara así solo para mantener apariencias y respeto, pero para él Matt era alguien especial. El pobre chico no sabía lo fascinante que era ni los “dones” que poseía de manera innata, sin olvidar que el punk creía en el destino y era a esta fuerza misteriosa a la que le atribuía el haberlo conocido... aunque obviamente jamás se lo diría.
No lo analizó mucho, solo se sentó a un lado de Matthias estirando los brazos.

— No es algo que sepa definir, chico.

— Pues inténtalo — le porfió el menor, Jimmy sonrió como el gato de Alicia en el país de las Maravillas.

— Me inspiras confianza.

— …

— Ok. Mi instinto me dice que puedo confiar en ti, me lo dijo en el antro cuando te conocí y me lo dice a diario, incluso ahora — la voz le salía completamente honesta, sin tonos sarcásticos o de sexy playboy.

— Es bien raro que me digas eso si ni siquiera sé tu nombre — no, Matt jamás dejaría de pelearle que le ocultara tantas cosas en general si se supone que había “confianza”.

— Piensa que ya sabes más que cualquiera, sabes donde vivo — la sonrisa le volvió al cuerpo y al muchacho se le contagió algo más desganada —. Además, una cosa es que mi instinto me diga que eres de confiar y otra muy distinta es que le obedezca sin pruebas, y ambos sabemos que falta bastante para que nos demostremos mutuamente que somos de fiar — los ojos verdes del menor se relajaron por completo, Jimmy tenía razón —. Matt, ninguna de las personas que conociste me da confianza, partiendo porque la mayoría de ellos eran manos derechas o empleados de otros contrabandistas o mafiosos que no dudaron en morder a sus amos para huir con un nuevo empleador con más dinero de por medio. O porque los heredé.

— ¿Heredar?

— Sí. Por haber matado a sus jefes.

Matt esperó el remate del chiste, mas la molesta seriedad de Jim le aclaró que aquello no había sido una broma.

— Entonces es verdad que has asesinado personas — masculló en tono neutro.

— Bestias — definió el pelirrojo dándole otro mordisco a su manzana —. No personas, chico. He asesinado a bestias.