🌿C.3: Buenas noches y gracias❄️

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🌿 Buenas noches y gracias ❄️

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El de ojos verdes observa su alrededor recostado sobre la cama de su anfitrión, tiene gatos echados a sus costados y sobre él, sus dedos delgados se enredan en el pelaje de uno de ellos que entre sueños le ronronea plácidamente. A ratos dirige su vista a Jim, el sujeto está sentado sobre unas cajas de madera cerca de él cortando un par de verduras que echa en una olla grande, le sorprende gratamente ver lo hogareño que resultó ser el rey contrabandista, sin quererlo se siente privilegiado de ser uno de los pocos en ver al punk así. No hay más sonidos que el ronronear de los gatos, el corte de las verduras y el crepitar del fuego, todo es tan agradable que al recién llegado le está costando permanecer despierto.

- ¿Qué edad tienes, Matt? - le interrogó de pronto Jim, espantándole en algo el sueño.

- Veintitrés años - replicó el muchacho jugueteando con la cola de una hermosa gata blanca.

- Mientes - señaló el anfitrión sin ningún tacto y sin dejar de cortar sus verduras.

Matt lo mira de reojo haciendo un esfuerzo por sentarse en la cama sin molestar demasiado a los felinos.

- No, no miento - se resiste seriamente.

- Sí, lo haces. Dime la verdad - ordena sutilmente el mayor de pelo rojo mirándolo directo a los ojos. El rubio se lo piensa un momento, mas cuando abre la boca, la respuesta no es lo que su oyente espera.

- Eres un total enigma para todos, rey Jimmy, ¿qué te parece si jugamos un juego? - las palabras del menor desconciertan por un momento al dueño de casa.

- ¿Qué? ¿Verdad por verdad? - el punk detiene su labor arqueando una ceja, su voz suena irónica y algo molesta, su posición cambia de estar inclinado cómodo sobre sus cajas a espalda recta y movimientos medidos. Está a la defensiva y Matt puede verlo claramente.

- Así es - se aventura a responder ocultando su nerviosismo.

- Eso es algo descortés tomando en cuenta que te recibí en mi casa, chico - lo chantajea.

- Estoy infinitamente agradecido contigo, no solo por dejarme pasar la noche aquí, sino también por salvarme en el galpón y tratarme como una persona - aclara tranquilamente sin parar de acariciar a los gatos.

- Pero... - Jim no quiere dar su brazo a torcer, lo mira con su sonrisa irónica marcada en el rostro.

- Pero no andaré entregando información gratis, creí que así funcionaban las cosas, ¿o me equivoco, contrabandista? - prosigue sin cambiar su tono de voz.

- ¡Ouch! - Jim se relaja volviendo a su tarea de cortar verduras -. Muy bien, tú ganas. Tengo veintisiete años y pronto cumpliré veintiocho, me crié solo, vago por las calles desde los once o doce quizás. Mi madre y mi padre eran rusos. Originalmente soy de la amada madre Rusia y tengo una hermana perdida en América - termina de confesar de mala gana para después posar su mirada sobre los ojos verdes de su invitado.

- No es mucho más de lo que pueda averiguar de cualquiera - Matt está decepcionado -. La anciana guardiana te llamo Anty, ¿es eso un diminutivo de Anthony o de Anton?

- Información por información, chico.

- Está bien - suspiró resignado -. Mi nombre es Matthias, era de una familia acomodada. Llevo seis meses viviendo con los Tigres, pero hoy me acaban de echar porque la propietaria del edificio donde viven los amenazó de tirarlos a todos a la calle si no se deshacían de mí. Tengo VIH desde hace casi un año y... y la verdad tengo diecinueve años - Jim escuchó con total atención todo sin emitir un solo gesto que delatara qué estaba pensando -. ¿Y bien? ¿Eres Anthony o Anton?

- Ninguno - espetó un poco divertido.

- ¿Qué?

- No hay muchas personas, por así decirlo, que sepan mi real nombre. Adalia me bautizó con el nombre de su hijo muerto porque quiso. No tengo nombre. La poca gente cercana que tengo me llama con apodos que ellos mismos eligen, y para los desconocidos o los no tan cercanos soy simplemente "Jimmy, el Mago".

- Thomas te llama Jimmy, creí que él era cercano a ti.

- Thomas me puso ese nombre - responde ligeramente.

- Eres muy raro - dictamina el delgado invitado, mientras comienza a acariciar a otro felino deja a su boca dibujar una sonrisa serena sin querer.

- Oh, si supieras que tan raro puedo llegar a ser... - deja escapar el pelirrojo.

- ¿Eso es una amenaza o una invitación? - se atreve a preguntar el de ojos verdes intentando sonar desafiante.

- Eso lo decides tú.

- Lo tomaré en cuenta - sonríe Matt, luego cambia el tema de golpe para que su anfitrión no note su nerviosismo -. No quiero molestar pero, ¿dónde se supone que dormiré yo? Estoy demasiado cansado para seguir despierto y tus gatos me están matando de relajo - confiesa entre risas.

- A menos que tengas problemas con compartir la cama dormirás en ella. Sino, tendrás que dormir con los perros de Ada para no congelarte - aclara su anfitrión terminando de cortar una última patata, luego cierra la olla y la deja sobre la estufa de la cocina.

- No tengo problemas con compartir cama, no soy quisquilloso con estupideces.

- Qué bien. Asegúrate eso sí de taparte bien con esas pieles, que una vez que el fuego se va este lugar se convierte en un congelador, y ni los gatos se duermen fuera de esas frazadas - advierte el mayor acercándose a la puerta.

Jimmy termina excusándose rápidamente de que tiene un par de cosas que hacer antes de dormir, le aclara que no tiene que esperarlo, y apenas cierra la puerta tras él, Matt se cubre con gatos y frazadas, cayendo rendido del cansancio casi de inmediato, vaya día había tenido. Antes de dormirse por completo piensa que tanta amabilidad parece un sueño y que sería bastante agradable quedarse allí hasta morir, con felinos y plantas por todo su alrededor.

El Brujo y El Muro: Fuera del espejo (libro 1)Where stories live. Discover now