🌿C.1: Ganar por cansancio🌿

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🌿 Ganar por cansancio 🌿

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Puedo ver la confusión en él, probablemente intenta descubrir si es una invitación real, una burla u otra cosa, me mira directamente a los ojos y por primera vez puedo ver los suyos con detenimiento. El muchacho tiene ojos de primavera, ni siquiera la mala iluminación del lugar puede apagar el fascinante color verde que poseen, extrañamente se ven demasiado vivos para estar en un cuerpo de nieve. Me aparta la mirada parpadeando perezosamente al tiempo que sonríe para ocultar su incomodidad, vuelve a su posición previa con ambos brazos apoyados en la barra dejándome con la mano extendida y el cigarrillo prendido a un costado de él. Intenta evitarme u ofenderme con aquella descortesía, pero me quedo allí esperando un momento más.

- No, pero gracias - contesta finalmente. Su voz me recuerda a un gato, algo aterciopelada, ligeramente orgullosa a pesar de ser suave. Se nota que es de esos tipos que jamás grita o pierde los estribos. No conozco a mucha gente así... y además me fascinan los gatos.

- ¿Es porque no fumas o porque quieres que me largue? - le pregunto divertido mientras le doy una calada al cigarrillo. Poco a poco dejamos de ser el notorio centro de atención. Se lo piensa un momento, bebe otro poco de su botella, se relaja un poco sobre la barra dejando caer algo de su peso y en un suspiro espeta un escuálido.

- Ninguna de las anteriores - no me mira y no le importa hablar bajo aunque el ruido dentro del antro es alto y a mí me cuesta un infierno escucharle. ¿Se estará haciendo el rudo? Si es así falla terriblemente.

El barman está muy incómodo alternando la vista entre el nuevo y yo, está que muere por decirme algo que obviamente ya sé, este hombre aún me cree un niño a pesar de que yo le conseguí este trabajo hace años.
Me apoyo en la barra de costado y levanto el brazo izquierdo por encima con los dedos semiarqueados dejando un espacio, el barman entiende de inmediato, no es idiota y me conoce, no tengo ni que desviar mi atención para que el hombre ponga en mi mano la botella de vodka que aún no me he terminado y que tuve que abandonar por culpa de Isabella.
Sin dejar de acosar al pobre chico nuevo bebo un trago lentamente, y para mi desgracia tengo que girarme a exigirle al "atento" sujeto más azúcar porque siento que el licor ha perdido su dulzor. Matt me mira de reojo y sonríe al verme encaramarme sobre la barra para alcanzar un frasco con azúcar, ya que mi amigo barman está entretenido hablando con una chica para ignorarme apropósito hasta que nota mi ridículo intento de coger la maldita droga dulce, resopla hastiado y trota para acercarme el recipiente. Una vez cerca de mí me susurra preocupado un "ese chico tiene SIDA, Jim, no te le acerques". Me quedo en blanco por un instante, realmente está preocupado por mí porque es un buen hombre, solo quiere cuidarme, pero me molesta de aquí a la puta luna que me cuiden como a un crío, como si yo no lo supiera hacer. No soy estúpido, sé cuidarme solo, que elija no hacerlo es cosa mía. Y ni que el chiquillo fuera una peste andante, no me va a dar nada por hablarle, gente imbécil.

- Vaya, ninguna de las anteriores - ronroneo volviendo a mi lugar e ignorando la advertencia con notoriedad -. ¿Eso quiere decir que no te estoy molestando lo suficiente? - habló sin mirar porque estoy concentrado en que el azúcar caiga dentro de la botella, ya está bastante cara como para perderla por idiota. El barman suelta un bufido molesto por mi falta total de importancia a sus palabras. ¿Nadie entiende que me aburro todo el tiempo menos hoy? Tengo que retomar la conversación.

- Ok, Rey Jimmy... - ¡Ouch! Me espeta las palabras con burla y además sabe quien soy. Maldigo a Tommy por eso -. Los rumores son ciertos, tengo SIDA y no soy una putita fácil. ¿Feliz? ¿Ahora porqué no te larg...?

- ¡Woo, woo, woo! ¡Alto ahí, chico! - mi interrupción le hace callarse pero no desistir de querer mandarme al diablo -. Primero, no soy rey de nada... Bueno quizás sí. Segundo, mi fama no me hace una zorra despiadada que ande intentando follarse a cualquiera, por dios.
Solo fue una vez, ¿ok? ¡Solo una vez! - grito para que todos miren y con ese comentario mi interlocutor se obliga a mantener su risa sin salir para continuar pareciendo un sujeto serio -. Y tercero, eres nuevo, yo estoy aburrido y me llamaste la atención. Me vale una mierda si tienes SIDA o eres un puto pariente de Ziggy Stardust. Que yo sepa solo me puedo contagiar cogiéndote y lo único que hice fue ofrecerte un cigarrillo, no creo que lo tengas contraindicado o algo, disfruta lo que te queda de vida.

Espero que me de una patada como mínimo por mi último comentario, algunos idiotas próximos a nosotros parecen muy ofendidos por mi falta de tacto. En cambio, y para mi grata sorpresa, él se gira para quedar apoyado a medias en la barra, está sonriendo algo contrariado.

- Tommy tiene razón. Eres un imbécil y un raro.

- ¿Yo soy el raro? - me llevo una mano al pecho fingiendo estar ofendido mientras bebo de mi vodka azucarado para luego darle otra calada al cigarrillo.

- Si te juntas conmigo se meterán contigo. Soy un paria - intenta sonar como si no le afectara, es buen actor, lamentablemente yo soy un obsesivo detallista y puedo ver en sus ojos su dolor. Al menos ya no está tan a la defensiva.

- Chico, ya lo dijiste. Soy el rey Jimmy - me vanaglorio a brazos abiertos y antes de que pueda pavonearme más, el rubio da unos pasos inseguros hacia mí y me quita el cigarrillo de las manos.

La gente más cercana se espanta "disimuladamente", puedo sentir por completo la ira de Isabella y la decepción de mi amigo barman, aunque también escucho la risa de Tommy y su banda. No sé bien que estoy haciendo, pero estoy bastante entretenido. Matt, mi rubio interlocutor, bota el humo por lo bajo y me sonríe al tiempo que le da otra calada.

- Está bien, rey Jimmy - realza la palabra "rey" con sarcasmo puro -. Compartiré el puto cigarrillo contigo, pero no a la vista de todos - puedo notar cómo se arrepiente a cada palabra, es curioso que siga adelante -. Y espero que me digas qué te traes fastidiándome tanto.

Le invito a hablar al rincón apartado donde me llevó Isabella y cogiendo mi botella comienzo a caminar con el muchacho tras de mí, pasamos junto a mi caprichosa amante y la muy infantil hace un respingo de enojo al tiempo que me golpea con su hombro al pasar junto a mí encabronada y furibunda. Matt la mira curioso y casi puedo sentir las risas de satisfacción de Tommy y los chicos, la odian.
Estamos bastante apartados, casi al fondo del ruinoso galpón, mas aún siento el fuego de la chica hecha furia, si pudiera quemarme lo haría, o quizás lo hará, qué sé yo. Nos sentamos en el suelo sin problemas, es una suerte que no sea un llorica de esos que no les gusta ensuciarse la ropa, es más, se sienta antes que yo dándole la espalda al resto del mundo, le invito otro cigarro y al tiempo que lo enciendo le escuchó emitir una pregunta que hace eco en mi memoria y extrañamente me hiela la sangre.

- ¿Por qué mierda le echas azúcar al vodka, subnormal?

El Brujo y El Muro: Fuera del espejo (libro 1)Where stories live. Discover now