❄️C.5: Una dulce princesa❄️

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❄️ Una dulce princesa ❄️

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Sigo cocinando algo cabreado hasta que escucho un gato gruñir fuerte, lo busco y veo cómo Ares, el gran gato negro, le araña la mano al dueño de casa mientras este se queja.

- ¡Puto Ares! ¡Solo quería tocarte! - grita al tiempo que el felino llega trotando a mis pies para acariciarse contra mis piernas -.
¡Traidor! - bufa el punk mientras el animal lo ignora mostrándome la panza, yo me agacho a acariciarle el estómago para molestar a su dueño, lo consigo con éxito y aumentado por mil, es cosa de verle la cara.

- No le digas traidor. Que no te quiera no lo hace traidor - aclaro suavemente, el pobre contrabandista luce tan dolido que pone unos ojos de cachorro mojado que me hacen sonreír -. No pongas esa cara, tienes al resto de los gatos que te aman.

- Me robaste a Ares, Matt. No puedo perdonártelo.

Finge estar descorazonado hasta que le aviso que la cena está lista, en el instante mismo en que pongo la comida sobre la improvisada mesa el contrabandista me ha perdonado por completo el robarle el amor de su gato, salta alegre de la cama olisqueando la cena como un perro. Estoy a punto de mandarlo a buscar a Lorena cuando la chica llega abriendo de golpe la puerta.
Está radiante, se ha bañado por completo, luce un hermoso (y remendado) vestido blanco con lunares rosas, anda descalza como siempre... de verdad que nunca entenderé cómo aguanta el frío esta chica. Tiene su cabello color miel adornado con ramas secas y para abrigarse un poco está usando un chaleco azul oscuro que le queda grande, aunque hace juego con sus ojos claros. Está tan feliz que Jimmy me sonríe complacido, sabe que tiene razón, quizás aporto más de lo que creía a esta pequeña comunidad.

Durante la cena la chica tiene un grato momento lúcido; hablamos de música, de los felinos, comemos a gusto y por primera vez siento que no sobro, por primera vez me siento cómodo y en ¿casa? Sí, se puede decir que sí. Más ahora que "trabajaré" para Jim.
Las vueltas de la vida son tan raras, hace un año y medio jamás habría creído que estaría en esta situación, feliz de estar cenando con una chica con desequilibrios mentales y un contrabandista punk.
El rey callejero me mira de reojo a cada rato sin ocultar que está contento con toda la situación. Al terminar la comida me levanto para ordenar y lavar los platos pero él se levanta al trote para retirar la mesa, al pasar por mi lado me suelta un "yo lo hago" y alegremente comienza a limpiar. Me retiro a la improvisada cama donde me dejo caer logrando hacer reír a la chica, esta da un salto sobre el lecho y se queda allí saltando y riendo, me hago a un lado para darle espacio, acaricio a los felinos que tengo cerca mientras Jim le advierte a Lorena que deje de saltar o romperá algo, ella ríe ignorándolo un buen tiempo, luego se sienta junto a mí para mimar a los gatos hasta que se queda dormida.

- Vaya, hacía demasiado tiempo que no la veía dormir - comenta en voz baja el punk. Ha terminado los quehaceres y ahora camina lentamente hacia nosotros. Sus pasos, los ronroneos y el crepitar del fuego son todo cuanto escucho -. Gracias - me dice finalmente cuando llega a mi lado y con algo de dificultad se arrodilla ante Lorena.

Estoy a punto de pelearle que no hay nada que agradecer pero me callo.
Le sonrío levemente y asiento con mi cabeza en silencio.
Jimmy cubre a Lorena con una frazada gruesa para luego cogerla en brazos, me invita a acompañarlo a dejarla a su habitación. No desaprovecharé la oportunidad, no tengo idea de dónde está su habitación y todo lo relacionado a ella es tan misterioso como su protector. Me cubro con unos abrigos y sin que me lo pida también lo cubro a él. Al salir la están esperando los mismos perros de siempre, creo que jamás entenderé por qué o cómo es que los perros de Adalia y los gatos de Jim jamás se pelean, es más, se ignoran todo el tiempo...
tampoco hacen sus necesidades dentro del edificio... ¿entrenamiento, quizás?

La habitación de la muchacha está en el segundo piso, Jimmy me pide que abra la puerta y al hacerlo quedo en shock. Está adornada de manera tan hermosa, llena de colores pasteles y dibujos hermosos como ilustraciones antiguas de criaturas fantásticas y bosques mágicos a todo color; del techo cuelgan joyas rotas, collares de perlas, llaves pulidas, botellas vacías de colores y colgantes de todos los tipos (con plumas, ramas, cintas, etc); tiene una chimenea artesanal y bellamente decorada en un rincón que tempera todo; también hay esculturas de seres mitológicos y libros de cuentos por doquier; peluches y muñecas hay pocos pero cuento a lo menos veinte cajas musicales. Mas sin lugar a dudas es la cama de Lorena lo que me deja en shock: en medio de la habitación hay un hoyo tremendo que deja pasar y crecer a voluntad un gran árbol, tan robusto es que cubre todo el agujero, se extiende hasta casi tocar el alto techo del lugar, está verde y lleno de hojas. De sus ramas cuelgan más adornos, campanas de vidrio y de metal sumado a jaulas vacías; su grueso y nudoso tronco se divide en tres ramas colosales que dan paso a la gran copa verde que tiene y es en aquella división que está la cama de la chica, como un pequeño nido de telas y almohadas. Mi sorpresa es tan grande que Jim se detiene un momento antes de acostarla.

- Te has quedo boquiabierto, ¿eh? - está orgulloso.

- ¿La has arreglado tú? - suspiro aún sin recuperarme de lo hermoso que es el lugar, me siento literalmente dentro de un cuento de hadas.

- Sip. Es lo mínimo que podía hacer por mi princesa - sonríe de par en par. Y lo primero que pienso es que al conocerlo jamás me habría esperado ver lo paternal que es.

El contrabandista arropa a la rubia muchacha en su nido despidiéndose con un beso en su frente al tiempo que le quita un par de ramas del cabello. Los perros se echan a los pies del gran tronco y nosotros salimos en silencio.

El Brujo y El Muro: Fuera del espejo (libro 1)Where stories live. Discover now