🌿C.6: Yo soy el jefe❄️

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🌿 Yo soy el jefe ❄️

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Una vez listos, el contrabandista lleva a Matthias hasta un galpón lleno de barriles metálicos (cuyo dueño es uno de sus empleados) al otro lado de la ciudad. El rubio se sentía completamente incómodo no solo por la situación nueva sino porque él estaba vestido casi de gala mientras su jefe lucía más punk que nunca. Jimmy llevaba su cabello rojo ardiente como una cresta de gallo, conectó las argollas de su labio inferior a través de una cadena hasta las argollas en su oreja derecha, los aros de su oreja izquierda los cambió por alfileres de gancho; llevaba puesta una chaqueta de cuero negra llena de parches cosidos a la rápida, una camisa negra y unos pantalones a cuadros verdes remendados en demasiados lugares sumado a unos guantes de cuerno negro en las manos y unas gafas de sol oscuras de marco pequeño y redondo. Mientras, el otro muchacho estaba con su pelo rubio acaramelado peinado hacia atrás, una bufanda roja oscura larga dándole una única vuelta alrededor del cuello, una camisa blanca bajo un chaleco gris sin mangas muy elegante (como esos que usan los que reparten cartas en los casinos, pensó Matt al verlo) que delineaba por completo su torso, mostrando una cintura bastante curva para ser chico (debido a su delgadez principalmente); los pantalones de tela oscura y fina, sumado a botas de cuero nuevo; sobre todo eso, un gran abrigo negro de cuello subido que le llegaba hasta los tobillos. Era inconfundiblemente el más elegante en el lugar y aunque la ropa le había encantado solo ayudaba a aumentar su incomodidad más las ganas de querer salir corriendo.
En aquella gran bodega los estaban esperando quince personas, doce hombres y tres mujeres. Jim entró caminando con su aire de superioridad caótica con Matt siguiéndole el paso a poca distancia. Uno de los quince, un sujeto alto y muy corpulento, hizo un respingo sonriendo maliciosamente.

— ¿Y este? — cuestionó levantando su gran cuerpo del húmedo suelo donde estaba sentado. El hombre debía de medir casi dos metros y pesar más de ciento treinta kilos.

— Mi nombre es Matt — se adelantó a contestar el chico rubio sorprendiendo gratamente al punk, mas no al gran sujeto.

— No te pregunté a ti, mocosa bonita — arremetió entre risas, algunos de los presentes también rieron, pero ninguna de las tres féminas pareció encontrarle el chiste.

— Cierra el pico, Albert — soltó una de ellas notoriamente molesta, vestida muy elegante y con una belleza algo común en Alemania, meneó sus curvas un momento y agitó su brillante cabello rubio al tiempo que se dirigía a Jim —. Lo siento, jefe.

— Tranquila, Ame — sonrió Jimmy provocando que el corpulento hombre se tensara.

Matt tenía claro que no debía dejarse intimidar por ninguno de ellos, aunque pensarlo era más fácil que hacerlo. No defraudaría al pelirrojo, así que sin más volvió a hablar agradeciendo mentalmente que la ropa que le había regalado el punk lo hacía ver mayor.

— Vaya. Sabía que me veía bien, pero no que rompería corazones — Matt temió que cada palabra le haría ganar un golpe bajo, sin embargo, casi todos se largaron a reír a carcajadas mientras el robusto lo miraba furioso.

— ¿Qué dijiste, marica? — rezongó dando un paso hacia el ojiverde sin inmutarlo (aunque realmente el chico solo quería huir de allí).

— Al, sigue el consejo de Ame, por tu bien — ahora era Jimmy el que lucía molesto y las risas cesaron.

— Lo siento, jefe — espetó de manera escuálida el gigantón, limpiándose la suciedad de la ropa.

— Bien, ahora aprovecharé que se están comportando bien — soltó el rey callejero caminando hacia unos barriles para luego sentarse sobre uno de ellos con la ligereza de un gato, Matt lo siguió a corta distancia y se ubicó parado a su lado derecho con ambas manos en los bolsillos de su abrigo —. Este chico que ven aquí ahora trabaja para mí, pero no como ustedes. Él es directamente mi asistente y por ende, también mi portavoz. O sea, es mi mano derecha.

No tuvo que esperar a terminar de hablar antes que varios comenzaran a vomitar los reclamos en contra de la decisión, el punk se limitó a entornar sus ojos y a suspirar mientras el pobre Matt no sabía qué hacer, él estaba tan sorprendido como el resto, eso no lo disimuló ni un poco.
Varios de los hombres presentes sentenciaban que llevaban años intentando lograr ese puesto, uno en particular se extralimitó con un comentario que a todos les pareció simplemente demasiado.

— No es justo que solo porque probablemente te lo coges tenga mejor puesto que nosotros...

El que habló fue un hombre en sus cincuenta y al momento de terminar de escupir sus palabras cayó en la cuenta de lo que había dicho, cerró sus ojos arrepentido ante la seria mirada de Jim, Matt se sorprendió del control que el punk tenía sobre sus “empleados”.

— Karl, sabes que odio tener que dar explicaciones...

— Lo sé, Jim. Perdón, me...

— No me interrumpas — la voz de Jimmy sonaba severa y amenazante, como a punto de morder.

— Sí, jefe.

— Esto va para todos. YO soy el jefe, YO tomo las decisiones, YO sabré a quién pongo a mi derecha y a quién no. Odio tener que recordarles que YO soy el que arriesga realmente el culo por la mercancía y es a MÍ a quien la policía quiere guillotinar. Por lo tanto si YO digo que este chico es mi portavoz y mi asistente, no lo van a cuestionar. Y para que detengan rumores estúpidos de viejas de mercado, mi amigo aquí presente me debe su vida y así le haré pagar su deuda. No es una puta como algunos de ustedes, tiene más dignidad. Así que no quiero escenitas de matronas enredosas, ¿está claro?

— Tranquilo, Jimmy. Karl y el resto de estos prejuiciosos no volverán a hablar antes de pensar — prometió casi como una amenaza otra de las mujeres, de cabello negro corto y con una apariencia tan humilde que podía ser fácilmente una viejecita adorable de alguna verdulería pobre. Todos guardaron silencio mirando a cualquier sitio menos a su líder, como críos reprendidos.

— Ahora, volviendo a lo importante — todos parecieron relajarse un poco, menos Matt que aún miraba atento y sin hablar —. Quiero los detalles del mes anterior y de lo que llevamos de este.

El Brujo y El Muro: Fuera del espejo (libro 1)Where stories live. Discover now