🌿C.3: LA TORRE❄️

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🌿 LA TORRE ❄️

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El par de jóvenes camina unas cuadras y Jimmy le pide a Matt que lo espere en una esquina bajo un árbol, el ojiverde espera comenzando a sentir el frío y la falta de alcohol en las vísceras. Pasan un par de minutos antes de que Jim vuelva con una motocicleta recién robada, el rubio está a punto de preguntar qué carajos ha sucedido cuando escucha una alarma a lo lejos, mira al contrabandista con notoria desaprobación y se sube a la motocicleta de mala gana mientras Jimmy ríe triunfante.
Conducen por los abandonados barrios industriales hasta que el rey underground detiene la motocicleta a un costado de un vertedero ilegal abandonándola allí, el menor se guarda su fascinación con ella junto al dolor de dejarla así. El punk le explica que el resto del viaje debe ser a pie, se queda esperando un reclamo o alguna protesta, mas nada de eso sucede, Matt se limita a encogerse de frío dentro de su abrigo y a seguirlo. Caminan entre tramos de oscuridad hablando de música y debatiendo sobre el mundo actual, a esas alturas ambos notan lo parecido que son sus gustos.

- ¿Te gustan los gatos? - pregunta de pronto el rey callejero -.
Oh, dioses, espero te gusten los gatos. ¿No eres alérgico a ellos, verdad?
- atropella sus propias palabras mientras se gira a ver a su acompañante con los ojos llenos de preocupación.

- Jajaja - ríe por lo bajo -. Es tu casa, hombre. Tus reglas - contesta con la voz temblorosa de frío.

- Vamos, contesta, chico - Jim insiste dejando de caminar, el menor suspira plantándose en la nieve.

- Nunca he tenido un gato, no sé bien ni cómo funcionan. Pero si me gustan, son independientes y libres. Y no, no soy alérgico a nada más que a la vida últimamente.

- Uff, eso es un alivio - Jimmy deja escapar el aire de sus pulmones más relajado, se sacude el frío y la nieve volviendo a acomodar su ropa. El rubio se sorprende un poco de lo atento que es su nuevo anfitrión, al observarlo directamente este le dedica una mirada alegre y reanuda su camino -. Porque tengo varios, me fascinan. Pero independientes las pelotas, solo algunos son independientes y ariscos, la mayoría son unas bolas de pelo abusivas, aprovechadoras y más tiernas que la mierda. Amo a los gatos... ¿Matt? - el de ojos claros seguía plantado en la nieve, estaba tomando aire al tiempo que tosía un par de veces. Parecía molestarle bastante y el punk no pudo evitar quedarse mirándolo de manera pensativa detenido a unos pasos.

- Lo siento, me pasa a veces, estoy bien es solo que... - algo parece llamar la atención del de ojos verdes, tiene su vista clavada en una de las piernas de Jim -. ¿Te duele mucho? - pregunta desviando el tema con la voz cortada de frío.

- ¿Qué cosa? - parece contrariado.

- Tu pierna. Cojeas demasiado desde hace un rato.

- Oh. Emh, sí - al mayor no le gusta que las personas noten su cojera ni un poco, es un tema muy incómodo para él, por ende le quita importancia -. En general me duele mientras esté consciente, el frío lo agrava, la angustia lo agrava, casi todo lo agrava. No te preocupes, puedo vivir con ello, cuando tienes un dolor encima por demasiado tiempo y es constante te terminas acostumbrando, chico - Jimmy se da un par de palmadas leves sobre la pierna derecha al tiempo que sonríe melancólico -. Sigamos, no falta mucho.

Al adentrarse entre unos edificios abandonados y nevados Matt cree ver de reojo a más gente entre los escombros, aunque decide no confirmar si están allí, no es su asunto, no es su hogar. El barrio está totalmente olvidado, probablemente ni siquiera está en el mapa. El dueño de casa le aclara que el sitio le pertenece, se lo había tomado años atrás y los vagabundos e indigentes de la zona lo sabían, mas como les pagaba por su silencio ellos ocultaban su paradero, eran muy leales y los apreciaba por eso. También le comenta que comparte edificio con algunas personas más: un par de ancianos, una muchacha demente (que habla sola y a veces no sabe dónde está parada) y una vieja que duerme con sus perros en la primera planta que gusta de ser guardiana del lugar.
La caminata es agotadora, para cuando llegan a los pies del edificio "más completo" a Matt le cuesta respirar sin jadear. La edificación tiene cinco pisos con el concreto al aire, casi todas las ventanas rotas, muros ruinosos o semi-demolidos, notoriamente le faltaban partes del techo y estaba remendada de mala gana con tela, plástico y madera. Habían escombros y vigas metálicas oxidadas tiradas por doquier, algunas paredes rayadas o quemadas, en fin, el lugar estaba en total decadencia y abandono. Jimmy se detuvo en seco frente a lo que alguna vez fue un gran portón de ingreso al destartalado edificio, se giró hacia Matt haciendo una reverencia exagerada al tiempo que presenta aquellas ruinas como su hogar, esperó nuevamente una reacción negativa de parte del chico; rechazo, alguna queja, un respingo o una ofensa. Pero nada de eso pasó.
El otro muchacho mira el lugar entre fascinado y serio, están a unos metros de la entrada cuando escuchan gruñir a una jauría. Matt se pone alerta sacando las manos de los bolsillos de forma instintiva, Jim no parece preocuparse en lo mínimo, sus ojos están fijos en el pórtico de donde se asoma una anciana con una escopeta en las manos acompañada de seis perros tan grandes que a cualquiera le darían ganas de correr lejos, al ver al rey callejero hace sonar su paladar con un chasquido de lengua y los canes de inmediato se sientan en el suelo con su actitud cambiando de golpe de maquina asesina a perro dócil. El menor del grupo se queda sin palabras con sus ojos verdes denotando su extrañeza.

- Aprende a avisar, mocoso de mierda. Mis ojos ya no son lo que eran - espeta la anciana de manera estricta, mas con un leve tono de cariño. Baja la escopeta como quien sostiene un palo de escoba y extiende un brazo para abrazar a Jim.

- Parece que tu nariz tampoco es lo que era - ríe -. Adalia, este es Matt y viene conmigo. Matt, ella es mi guardiana, Adalia - el rey hace sus presentaciones recibiendo el medio abrazo -. No le gustan los gatos pero los aguanta por mí, ¿cierto, primor?

La anciana le golpea amistosamente un costado, se acerca más y le besa ambas mejillas a modo de saludo, luego se queda mirando al nuevo como cualquier abuela mira al desconocido que su nieto favorito lleva a casa.

- El placer es mío, chico - saluda al rubio con un ademán respetuoso aunque distante, suavemente se gira y habla con Jimmy por lo bajo -. Nunca has traído a alguien, ¿quién es?

- Eso es lo que tendré que averiguar, Ada - responde susurrando.

- ¿¡Qué!? ¿Y porqué lo trajiste si no sabes quién es? Ya es extremo que recojas a cada gato de la ciudad, pero él no es un gato, es una persona. ¿Qué diablos te traes?

- ¿Podrías confiar en mí un poco más? - el reproche en los ojos castaños de Jim logra pesarle a la anciana.

- Bien - suspira meneando su cabello cano antes de anunciar -.
Bienvenido al Gran Árbol, chico.

La mujer se mete dentro del oscuro edificio seguida de Jim, su invitado y los perros, que de inmediato comienzan a olfatear al muchacho incomodándolo.

El Brujo y El Muro: Fuera del espejo (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora