Capítulo 56

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Vicenta:
—Sí, tengo la carpeta en el carro—le digo, mientras rompo mi blusa para tapar la herida de su pierna.

—Bien, llévasela a Daniel, él va a entender los términos y dile que te explique.

—¿Qué tiene que ver esto con que te hayan madreado? Yo encontré una nota de Romero en la casa diciendo que todo esto era por mí.

—Lo es, porque ellos no quieren que descubras lo que yo descubrí, y mucho menos perder a sus marionetas en la migra.

—¿Qué?—pregunto confundida.

En ese momento, llega la ambulancia y los paramédicos empiezan a curar a Stefan.

—¿Es muy grave su herida?—preguntó precavida.

—No, creo que lo internarán por unos pocos días—me dice la paramédico amablemente.

—¿Puedo llevármelo a una clínica privada entonces?—pregunto.

—Sí.

Stefan me mira confundido, pero en el fondo, sabe que tengo un plan, así que se queda callado. En lo que ellos lo atienden, yo llamo a Chava y le explico la situación.

—Carnala, creo que es tu noche de suerte—me dice Chava—Bebote y yo andamos por El Paso, así que mándanos tu ubicación.

—No, este barrio es peligroso, ¿nos vemos en el lugar de siempre?

—Sí.

Cuelgo el teléfono y los paramédicos dejan a Stefan sentado en el asiento del copiloto de mi carro.

—¿Hospital privado?—me pregunta Stefan arqueándome una ceja.

—Te voy a llevar al rancho Acero—le digo seria—si fueron capaces de buscarte en la asa, te van a buscar en un hospital, y en donde sea.

—Pero, Vicenta—me cuestiona.

—¡Vicenta nada!—le digo firme—Me voy a encargar de que recibas la atención médica que necesitas, y de que estés a salvo, así como tú te encargaste de mí seguridad y de la de mi hija todo este tiempo y ni se te ocurra ponerte de orgulloso, ¿estamos?

—Estamos, pero en caso de que vuelvas al rancho Acero con Daniel y Vicky, ¿no crees que le va a molestar mi presencia?

—Mira, con Daniel, aún no sé lo que vaya a pasar, pero sí estoy segura de una cosa: no hay lugar más seguro que el rancho Acero ahora mismo, al menos, para ti. Yo no soportaría que te llegara a pasar algo peor que esto. Necesitas ayuda y yo te la voy a dar.

—Analiza esos papeles junto con Daniel, después de verlos, no creo que le queden muchas ganas de seguir trabajando para el ICE, o de seguir en este país lleno de corruptos doble cara porque en México, por lo menos el pueblo sabe que los políticos son corruptos, aquí, son tantos que se tapan.

—¿Por qué me dices todo eso?

—Solo analicen los papeles, no es seguro hablar de eso aquí.

—Ok.

Enciendo el carro y manejo hasta el lugar en donde siempre me encuentro con Chava. Él se lleva a Stefan en su camioneta y antes de irse, mi hermano me toma del brazo.

—Carnala, ven tú también—me dice Chava preocupado.

—No puedo, carnal—le respondo luego de darle un beso en la frente—mi bebé sigue aquí en el gabacho, y necesito advertirle a Daniel que ella no está a salvo—señaló a Stefan con mi mirada—Cuídalo bien, por favor, no sabes lo importante que es esta persona para mí.

—Lo sé, carnalita, no se me olvida todo lo que él ha hecho por ti—me dice Chava con una sonrisa.

—Cuídate, Vicenta—me dice Stefan—recuerda qué hay una familia que te necesita, y que eres una luchona.

—Así será, mijo, tranquilo—le digo a Stef y luego, miro a Chava—cuídalo, por favor.

Mi hermano se lleva a Stefan en su camioneta y yo solo puedo pensar en dos personas que corren peligro ahora mismo, de hecho, son tres: Vicky, Daniel, y doña Victoria.

Daniel:
Es de noche y acabo de dormir a Vicky. Mi mamá está fascinada con su nieta y a veces, pasa noches enteras observándola dormir porque dice que le recuerda mucho a mi hermana. De repente, el sonido de mi teléfono sonando, me saca de mis pensamientos. Veo que es Vicenta y me extraña que me llame a esta hora, ¿habrá pasado algo?

—¿Hola?—respondo antes de que suene el segundo timbre—Vicenta, ¿qué pasa? ¿Por qué me llamas a esta hora?

—Perdóname pues, es que hoy pasaron muchas cosas—me dice llorando—Vicky corre peligro.

STOP! ¿Cómo que mi hija está en peligro? Lo último que dijo Vicenta, hizo que mis pelos se erizaran de punta por el pánico. No voy a perder a mi hija, no otra vez. Vicky será quien rompa la maldición de las niñas Philips.

—¿Que?—pregunto en shook—¿Cómo que corre peligro? ¿Por qué?

—Tengo que decírtelo en persona pues—me dice y la noto realmente preocupada, más bien, angustiada—¿nos vemos en el hotel de siempre?

—Sí—le respondo sin dudar.

—Daniel, deja a Viki y a tu mamá en un lugar seguro, por favor. No las vayas a traer, y tampoco las dejes en tu casa.

—¿Tan grave es?—pregunto , mientras el pánico empieza a apoderarse de mí.

—¡Tú haz lo que te digo!—me dice alterada, y noto como su voz se va quebrando—es lo mejor para ellas, por favor, tienes que creerme.

—Claro, las dejaré con Sánchez, con él estarán seguras.

—Sí, haz eso.

Entonces, ella cuelga el teléfono  y yo convenzo a mi mamá de que tanto ella, como Vicky, se tienen que quedar en casa de Sánchez debido a una gran plaga de avispas qué hay en la casa. Por supuesto, hablo antes con Sánchez y él acepta ayudarme.

Me subo en la camioneta y las dejo en casa de Sánchez. Luego, voy manejando hasta el hotel lo más rápido que puedo. A mitad de camino, recibo un mensaje.

Vicenta: Habitación 113.

¡Genial! Ella llegó antes, así que será sólo llegar y hablar. Estaciono mi camioneta y voy corriendo hasta la habitación 113. Llamo a la puerta y digo nuestra clave secreta, la clave que teníamos para vernos a escondidas hace años. ¡Espero que la recuerde!

—Haz esto por ti y por mí—le digo con un tono de voz moderado.

Casi inmediatamente, ella abre la puerta y me hace entrar rápido. La observo completamente y veo que está temblando y demasiado nerviosa. Sus ojos están hinchados y rojos, su ropa está muy sucia y su cabello, está muy despeinado.

—¿Qué rayos te pasó?—pregunto en shook—Dime.

—Demasiadas cosas—me dice acelerada—después de que hablé contigo, llegué a la casa y me encontré esta nota—entonces, saca un papel de su bolsillo con una clara amenaza que me pone la piel chinita—y Stefan no estaba. Le hablé a todos mis conocidos y no estaba con ninguno, salí a buscarlo a la calle y lo encontré todo madreado en un callejón. Llamé a emergencias, los paramédicos lo curaron, y me contó todo lo que le pasó y eso nos involucra a ti y a mí de alguna manera, también a Vicky.

—¿Qué te dijo?—pregunto intrigado, asustado, nervioso.

Demasiadas cosas pasan por mi cabeza en este momento, pero la que más resuena en mi mente es una idea fija que no me puedo sacar de la cabeza: Romero va tras mi familia.

Lo que el Desierto Unió [Señora Acero: La Coyote]Onde histórias criam vida. Descubra agora