Capítulo 20

115 9 0
                                    

Vicenta:
—Lo de siempre, solo que a noche lo sentimos mejor—le digo con una sonrisa.

—¿Por qué a noche fue más especial?—me pregunta intrigada.

—Porque a noche teníamos más sed el uno del otro—le digo dando un profundo suspiro—Mira, Chayo, cuando vivíamos juntos, estar juntos era algo normal, pero ahora que nos vemos poco y casi todo es por videollamada, creo que los dos hemos aprendido a valorar más lo que sentimos el uno por el otro, y lo que tenemos entre nosotros.

—¿Dices que esta distancia los está fortaleciendo como pareja?

—Así es, y aunque dudemos, las ganas de luchar por nosotros son cada vez más fuertes—le digo segura.

—Sé que lo extrañas—me dice tomando mi mano—y que todo esto es muy duro para ustedes, pero ya en un mes y medio, él te va a llevar a vivir con él y luego de eso, el camino será más fácil. Piensa que sí, todo esto es una prueba que ustedes van a pasar porque su amor es demasiado fuerte.

—Suena más fácil cuando lo dices así, mija—le digo y le regalo una sonrisa.

—¡Véngache pa acá, mi amiga guerrera!—me dice poniendo voz de niña chiquita y abriendo sus brazos.

—¡Boba!—le digo riéndome y la abrazo.

Es bonito sentir que tengo una amiga en quien puedo confiar y que me apoya en medio de todo este caos disfrazado de oasis en medio de un interminable desierto.

Tres días después...

Daniel:
Me levanto y como cada día, me preparo para ir a trabajar para luego, ir a visitar a mi madre en la tarde al centro en donde la tengo internada recibiendo sus tratamientos. Antes de empezar mi día, necesito mi inyección de energía y sé de alguien que también la necesita, así que marco un número en mi teléfono.

—¿Bueno?—me contesta mi mujer—Pensé que ya no llamarías.

—Me dormí unos minutos más—le digo siendo víctima de la sonrisa que me provoca escuchar su voz—Buenos días, amor—le tiro un besito por el teléfono.

—Buenos días, mi vida—me dice devolviéndome el gesto—¿cómo amaneciste?

—Un poquito cansado, pero nada que un poco de cafeína no pueda resolver—le digo mientras bebo mi café.

—¿Hoy vas a ver a tu mami?

—Sí, ya no ha tenido más ataques, creo que ese es un buen avance ¿no?—pregunto un poco inseguro.

—Lo es, amor—me dice y toma un profundo respiro—Todo esto está valiendo la pena y es bueno saberlo.

—Te amo y te juro que te voy a amar siempre. Voy a ser tu hombre al final de tus días, voy a ser todo lo que necesitas ¿sí? ¿Me crees?

—Te creo, amor—me dice y la noto un poco aliviada, pero con algo de temor en su voz—Te amo.

—Te amo.

Entonces colgamos el teléfono y cada quien empieza su día por separado. Yo me dirijo hacia la puerta de mi casa y cuando la abro, tropiezo con un sobre. La curiosidad me hace abrirlo con rapidez y veo un breve mensaje escrito en un papel.

"Si sabes lo que les conviene a tu madre y a ti, ALÉJATE de Vicenta Acero, ¿o valoras más unas chichis antes que la vida de tu propia madre?"

Cuando termino de leerlo, siento que mi piel se eriza y que tengo los pelos de punta. Esto es una clara amenaza de muerte y empiezo a analizar ¿quién puede estar detrás de esto? ¿Quién puede saber que a escondidas, me veo con Vicenta? Hablamos por teléfono a diario, sí, pero no uso mi teléfono "oficial", sino uno que me dio ella solo para comunicarnos. Creo que nos vieron en el hotel, ¡claro! Solo eso pudo haber sido: alguien la reconoció en el hotel. Entonces decido enviar un mensaje.

Yo: No vuelvas a reservar en ese hotel, la próxima vez que nos veamos, debe ser en otro.

Vicenta: ¿Pasó algo malo?

Yo: No pasa nada, tranquila, solo hazme caso ¿sí?

Vicenta: ¿Seguro que no pasa nada?

Yo: Solo no quiero levantar sospechas. Necesito que los ojos que tengo encima se enfoquen en otro lado para poderte traer conmigo.

Vicenta: Está bien, amor. Será como me dices❤️Te amo❤️

Yo: ❤️Te amo❤️

No quise decirle nada sobre las amenazas porque tengo miedo de que quiera alejarse para protegerme y honestamente, quiero luchar por nosotros y que nada ni nadie nos separe. Me subo en la camioneta y manejo hacia el trabajo, en donde me espera un largo día.

Vicenta:
Acabo textear con Daniel, pero aún no quiero empezar mi día, ¿o sí? No Tengo nada que hacer hoy, así que decido empezar a leer un libro que me regalaron hace tiempo. Me dijeron que es sobre un amor eterno luchando contra el o destino, así que veré que tal. Me acuesto en mi cama con mi pantalón de pijama y mi camiseta puestos. Entonces abro el libro y empiezo a leer. Es una historia muy bonita en la cual, los protagonistas se aman demasiado y un poco, me recuerdan a Daniel y a mí. El chico es militar y la chica es una escritora que vende sueños en sus libros. De repente, él es llamado para ir a pelear a otro país, pero él no quería irse. La chica investigó y descubrió que negarse al llamado del deber de un militar, puede ser castigado con cadena perpetua en una prisión militar, o hasta con la mismísima muerte. Entonces, ella decidió sacrificar su felicidad para salvar la vida de su amor.

Daniel:
Hoy no pude ir a ver a mi mamá porque mis conpaneros y yo tuvimos que hacer horas extra. Trabajamos en un informe sobre el incremento de las muertes en el desierto en el último año y recién ahora, que son las 9:00 de la noche, terminamos.

—Daniel—me dice Sánchez—vamos a ir a un bar a celebrar que terminamos rápido el informe, ¿vienes con nosotros?

—No, bro, lo siento—respondo con desgano en el tono de mi voz.

—¿No?—me pregunta otro de mis compañeros—Daniel, desde que volviste no has querido salir con nosotros.

—Necesito descansar—les digo aturdido—tengo que estar bien para que my mom se ponga bien.

—Bueno, está bien, ¿nos vemos mañana?—pregunta Sánchez, quien es el único que sabe lo que realmente me pasa y confío en él, sé que lo le contará a nadie.

—Como siempre—respondo y salgo caminando.

Voy llegando al parqueo para recoger mi camioneta cuando escucho a mis compañeros al otro lado de la barrera que divide las filas de estacionamientos.

—Sánchez, ¿sabes que le pasa a Daniel?—pregunta uno de ellos.

—Lo de su mamá lo tiene muy mal—responde Sánchez.

—Es que parece alma en pena desde que regresó, ¿no será que lo dejó la novia?

—Daniel no tiene novia.

—¡Claro que sí! La hermana de Salvador Acero.

—Ella no es su novia, es un malentendido que hubo con los jefes y no deberíamos estar hablando de la vida privada de nuestro compañero, chicos, eso está muy mal—les dice Sánchez, dejándolos callados.

Entonces pongo mis manos al volante y dejo caer mi cabeza sobre mis brazos. Me frustra no poder tener conmigo a la mujer que amo, me frustra no poder decir que ella es mi novia con toda libertad.

Lo que el Desierto Unió [Señora Acero: La Coyote]Where stories live. Discover now