Capítulo 91

76 4 0
                                    

Andrea:
Estoy cuidando de mi hermanita Elizabeth en el patio. La veo jugar y de repente, veo que llega el amigo de Vicenta, Stefan, con Vicky cargada. Él la está cuidando porque ahora mismo, Vicenta debe de estar terminando la consulta con el doctor, quien le dirá qué tal está evolucionando su salud. Está tratando de recuperar peso y creo que lo ha logrado. Ahora sí come como una persona normal, y no como una mendiga.

El chico deja a Vicky al lado de Eli y se sienta al lado mío para vigilarlas.

—Hola—me dice algo tímido—espero que no te moleste que haya traído a Vicky a jugar.

—No, para nada—le digo con una sonrisa, tratando de ser amable—a ellas les encanta jugar juntas desde que se conocieron.

—Bueno, ya que vamos a estar de niñeros en el mismo lugar, ¿cómo te llamas?—me regala una sonrisa.

No lo había notado antes, pero luce muy guapo cuando sonríe. Andrea, ¿qué dices? Es el ex de Vicenta, ¡reacciona!

—Andrea—respondo, tratando de parecer alguien normal, y no una tonta que se dejó manipular—¿y tú?

Obviamente, sé su nombre, pero no quiero parecer una stalker ni nada por el estilo, así que me hago la que no sé.

—Stefan—me dice.

—¡Stefan!—exclamo, antes de que él pueda decir algo más—Chenta me habló de ti mientras estábamos encerradas, ella es muy fuerte.

—Sí—me dice con una sonrisa—Ella es una luchona.

—¿Como vas con la herida?—preguntó un poco seria.

Habla con mucho cariño sobre Vicenta, y quizás pueda ayudarlo a sanar ese dolor.

—¿Cuál? ¿la de la pierna?—me pregunta, refiriéndose a una herida que se hizo en una caída hace poco—Esa vez no fue nada grave, ya cicatrizó.

—No, hablo de la herida del corazón.

—¿Ahora me vas psicoanalizar?—me pregunta soltando una risita, pero no es de burla, sino amistosa.

—Puedo hacerlo, pero no te ayudará—le digo moviendo mi cabeza hacia los lados con una sonrisa—pero creo que no has tenido con quién hablar de esos sentimientos y a lo mejor, si se los cuentas a alguien, te sentirás mejor.

—Quizás, pero no quiero que le digas a Vicenta—me dice cauteloso—ella ya bastante tiene con lo suyo, como para estar sintiéndose culpable por mi culpa.

—Yo no le diré nada—le digo alzando una mano—palabra.

—¿Que te digo?—me dice y suspira—yo siempre supe que ella amaba a Daniel pero uno se enamora. Pasó con la rutina, verla siempre, de un día para otro todo cambia y eso duele.

—Sí, ya sé, en el tiempo que estábamos encerradas, ella me lo contó todo. Ella te quiere mucho y está demasiado agradecida contigo.

—Lo sé, ella me lo dice todo el tiempo, pero para mí no fue un sacrificio, fue un honor tenerlas en mi vida a Vicky y a ella, así haya sido por un ratito.

—Y ¿cómo te sentiste después de que ella se fue?

—¿Hablas de cuando la creíamos muerta?

—Sí.

—Sí me dolió bastante, como si vinieran y me clavaran un cuchillo en el corazón, a Daniel y a mí nos dolió demasiado y hasta nos hicimos amigos, fue raro porque los dos estábamos enamorados de la misma mujer.

—¿Estábamos?—pregunto confundida—¿Eso quiere decir que ya lograste arrancártela del corazón?

—Aún no—me dice haciendo una mueca—no del todo, pero no voy a hacer nada para impedir que sea feliz con Daniel porque él me cae bien, es un buen tipo y la trata bien; a demás, no quiero confundir a Vicky, ella siempre me dijo que lo amaba, y yo soy su mejor amigo, eso siempre va por encima de todo.

—Eres una buena persona—le digo regalándole una sonrisa auténtica—ojalá que los demás fueran como tú, no como los desgraciados de Mario y Romero—digo y no puedo evitar que una lágrima se salga de mí ojo, al recordar todo el daño que le hicieron a Vicenta, y también a mí.

—Tranquila—dice secando mi lagrima con sus dedos—no es necesario que me lo digas, me lo imagino, pero si quieres hablar para sentirte mejor, aquí estoy para escucharte tal como tú me escuchaste a mí. Cuentas con mi apoyo. Aquí, todos te van a proteger, la familia es muy buena. Tu papá sufrió mucho con tu desaparición, se ve que te ama y mucho.

—Y eso es lo que más me duele ¿sabes?

—¿Por que?—me pregunta confundido.

—Él siempre me lo advirtió—le dijo, desahogándome y a bien, dejando salir alguna que otra lágrima—me dijo que era malo, que había matado a Araceli, que le iba a quitar a Elizabeth y yo no le creí. Me hice ciega ante la verdad y le creí al infeliz de Mario que nos hizo tanto daño a mi papá, a Elizabeth, y a mí.

—Tranquila—me dice tomando mis manos—tú no tienes la culpa de esto porque tú creíste en él y le diste parte de tu corazón. Él es un pendejo que solo tiene odio y no conoce el verdadero amor.

—Gracias—le digo de corazón—veo que eres alguien de buen corazón, no como...

—¡Ya no pienses en él!—me interrumpe, impidiendo que mencione ese nombre—eso te lastima y te enferma el alma, no lo permitas nunca.

-Gracias, necesitaba un apoyo.

—Tranquila, cuenta conmigo——me dice tomando mis manos.

Cinco días después...

Stefan y yo hemos estado cuidando a las niñas, mientras Vicenta y Daniel se van a las revisiones médicas de ella. Hoy es el último día porque se ha recuperado bastante rápido, ya no le queda daño físico.

Estamos jugando a la rueda rueda con las niñas y nos estamos divirtiendo mucho, pero de repente, Stefan tropieza y por accidente, cae encima mío.

Tiene unos ojos tan hermosos, unos ojos que me miran confundidos y no entiendo por qué. Como aprendiz de psicóloga que soy, sé leer las miradas, pero la de este chico, es un misterio para mí. Los colores se suben a mi rostro, y a él le pasa lo mismo. Nuestras mejillas parecen tomates y no puedo dejar de mirarlo. ¿Qué es esto que siento? Mi corazón está latiendo más rápido, y mi respiración se ha vuelto pesada. Estas son las consecuencias de la cercanía con su boca, pero no me había pasado, ni siquiera con Mario cuando creía que era bueno.

—¡Andy y Stefan se besaron!—gritan las niñas alegres—¡Andy y Stefan se besaron!

Stefan se levanta y luego, extiende su mano para ayudarme a levantarme. Yo la tomo y me paro del suelo. Me sacudo un poco la tierra y algunos trocitos de hierba que se pegaron a mi ropa.

Cuando alzó mi mirada, veo a Vicenta y cruza sus brazos, mientras alza una ceja, pero no la noto enojada, más bien, le parece algún invento de las niñas.

—¿Qué pasó aquí, princesas?—pregunta Vicenta, mientras cargaba su hija y la abraza con ternura.

—Mami—le dice Vicky emocionada—mi padrino y tía Andy se besaron.

Ella se queda viéndolo con cara de impacto, pero como dije antes, no se ve enojada, sino sorprendida.

—Chenta, no es eso—le dice Stefan bastante apenado—es que nos caímos.

—Sí, claro—bromea Vicenta—Daniel y yo también nos caímos y nació Vicky.

—Entonces—le pregunta Vicky, Algo confundida—¿yo nací porque tú y mi papá se cayeron?

La cara de Vicenta se torna pálida, y ruborizada. Se agacha frente a su hija, y le regala una sonrisa nerviosa, mientras toma sus manitas.

—Es cierto que yo caí por tu papi, en cuanto me di cuenta de lo maravilloso que es—le explica Vicenta—pero tú naciste mucho después de eso, chiquita. Pasaron muchas cosas para que pudiéramos tenerte, y finalmente, estar juntos, como lo estamos ahora.

Lo que el Desierto Unió [Señora Acero: La Coyote]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें