Capítulo 13

128 8 0
                                    

Vicenta:
—Dejemos todas esas cosas malas afuera de este cuarto—le digo respirando profundo—y quedémonos nosotros, la pareja que se ama con todo el corazón.

—Como desees, mi vida—me dice y empieza a besar mis labios.

Como si lo que estoy sintiendo ahora no fuese lo suficientemente intenso, todo se intensifica aún más cuando él toma mi nuca con una de sus manos y con la otra, pega sus caderas a las mías, y lo siento duro.

—Mira todo lo que provocas en mí—me susurra un poco sofocado.

—Tú provocas lo mismo en mí—le digo, con mi respiración agitada, mientras mi entrepierna se humedece.

—Déjame amarte—me susurra cerca de mi boca.

—Muero por volver a ser tu mujer—le digo, con tono seductor y mordiendo mi labio inferior.

Entonces, sus manos bajan, y empiezan a acariciar mis muslos, hasta que logra cargarme. Yo enredo mis piernas en su cintura, y siento sus besos en mi cuello, mientras sus pasos nos dirigen hasta la cama. Daniel baja el zipper de mi vestido y luego, me coloca en la cama. Desabrocho los botones de su camisa, al igual que el nudo de su corbata y despojo su pecho de toda ropa. Su cuerpo se acomoda entre mis piernas, mientras sus manos van retirando mi vestido lentamente, hasta que me quedo solo en panty. Al ver que no traje brazier, se queda por un momento mirando mi pecho desnudo.

—Eres la mujer más hermosa de este mundo—me dice, casi sin poder respirar, y con su voz ronca—fui un tonto al perderte.

—Entonces—le digo, en el mismo estado—ven y recupérame, amor.

Sus besos vuelven a mis labios, y su lengua se cuela aún más profundo en mi boca, haciendo el beso jodida mente delicioso. Yo desabrocho la portañuela de su pantalón, sintiendo un gran bulto en mis manos. Sus besos se posan en mis pechos por unos instantes, y luego, van bajando por mi abdomen, hasta llegar a mi vientre. Daniel se deshace de mi panty, y empieza a succionar mi clitoris, mientras sus dedos entran y salen de mi vagina. Con su mano libre, acaricia mis muslos con suavidad.

Siento cosas demasiado intensas, y no puedo evitar dejar salir alguno que otro gemido. Entonces, su boca empieza a subir por mi cuerpo, dejando apasionados besos a su paso, mientras sus dedos continúan su entra y sale, cada vez más rápido, hasta que mi cuerpo se arquea, y pego un grito de placer.

—Extrañaba tus orgasmos, babe—me dice, con una sonrisa perfecta.

¿Por que me parece tan jodida mente sexy que presuma de sus habilidades sexuales?

—Engreído—le digo, soltando una risita.

Yo coloco mis manos en sus caderas y me deshago de toda la tela que quedaba entre nosotros.

—Admite que este engreído te encanta—me dice ronco, y sus labios rozan mi boca.

Empieza a besarme en los labios, y su lengua ataca con más pasión. De un momento a otro, siento como su miembro se adentra en mí, y se mueve muy rápido. ¡Se siente demasiado bien!

—¡No pares, chingados!—le digo, entre jadeos—Quiero que termines.

—¡Eres tan sexy!—dice, mientras acelera la velocidad de sus embestidas—opacas a todas las demás—deja un ardiente beso en mi boca—desde que te probé, eres la única que me calienta.

No voy a negar que escuchar eso me excita, y eleva mi autoestima por los cielos. Siempre es hermoso saber que la persona que amas, te corresponde en ese sentimiento, exactamente como tú lo sientes por él. De repente, siento como deja un líquido caliente dentro de mí. Y eso me deja saber que ha terminado. Cae encima de mi pecho, y tarda unos dos minutos en recuperarse.

Lo que el Desierto Unió [Señora Acero: La Coyote]Where stories live. Discover now