Capítulo 45

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Daniel:
No sé cómo ni cuando, pero terminé abrazado a ella y la verdad es que, aunque me molesta lo que hizo, no quiero soltarla porque al sentir su piel y su respiración tan cerca, siento como la paz llega a mí, una paz que no sentía desde hacía dos anos, una paz que no hubiese cambiado por nada, una paz que se me escapó como agua entre mis dedos. De repente, ella se suelta.

—No, Daniel—me dice abrumada—esto de nuevo no. No le ayuda a nadie.

—Tú no lo entiendes, ¿verdad?—le digo con un nudo en mi garganta—mi vida está hacía sin tu amor, me haces falta y veo que tú no eres indiferente a mis sentimientos, Vicenta.

Entonces acuno su rostro entre mis manos y la hago mirarme a los ojos, esperando así ver algo en ellos y sí, veo que hay un sentimiento oculto por mí, un sentimiento que aún no logro definir. Nos congelamos mirándonos por unos segundos, cuando siento que ella usa sus manos para retirar las mías de su rostro y se aleja dos pasos de mí.

—Tú... yo—dice cerrando sus ojos—Esto está mal. No puedo ser egoísta, lastimaríamos a muchas personas.

—Pero yo te amo—le digo caminando un paso hacia ella y acercándome a su boca—y quiero estar con mi hija.

—En ese caso—suspira profundamente—hagamos acuerdos, fechas.

—¿Para ver a mi hija o para vernos nosotros?—pregunto emocionado.

—Por el momento, para ver a tu hija. Ya veremos después cómo evolucionan las cosas entre nosotros sin que ningún inocente salga herido. Yo te llamaré para ver cuando puedes venir a ver a tu hija.

No quiero forzar las cosas, así que cambiaré mi estrategia. Voy a luchar por ella, sí, pero dejaré que le nazcan los sentimientos, en vez de injertarlos en ella.

—Sé que necesitas tiempo—le digo, alejando mi rostro del suyo—te lo voy a dar. Sólo recuerda que te amo y nunca lo dejaré de hacer.

—No sé qué decir.

—No digas nada, solo ¿puedo ver a mi hija?

—Prefiero prepararla para la verdad, antes de que te conozca. Hablaré con ella y le explicaré que Stefan es su padrastro, y que su papá eres tú, pero dame tiempo, unos días para hablar con una psicóloga.

—Si es por el bien de mi chiquita, puedo esperar unos días más.

Vicenta:
Me entrega un papel con su número de teléfono y yo lo tomo. Deja un sutil beso en mi mejilla y se va, dejándome sola con mi hija en la casa. Me contuve lo más que pude delante de Daniel, pero ahora que nadie me ve, dejo salir todo en forma de lágrimas, porque siento que me estoy ahogando. Me voy a mi cuarto y me acuesto en la cama, dejando salir todas las lágrimas que tenia atoradas en el orgullo. Cierro mis ojos tratando de dormir, pero no puedo dejar de sollozar. Repentinamente, siento una mano acariciando mi mejilla, y apartando mi cabello hacia atrás.

—¿Qué te pasa, cariño?—me dice Stefan y cuando abro mis ojos y lo veo, luce demasiado preocupado y me siento mal por eso.

—El pasado está de vuelta—le digo después de tomar un profundo suspiro—tengo miedo, Stef.

—¿A qué te refieres con "el pasado"?—me pregunta y veo el miedo posarse en su rostro, el miedo de perdernos.

—Es Daniel—le digo apenada—ha estado viniendo en los últimos días, han sido unas tres veces, incluyendo hoy. Él está removiendo el pasado y abriendo viejas heridas que yo creía cerradas. También, descubrió que Vicky es su hija y sé que desde que lo supo, la amó, por cómo reaccionó, y también me sigue amando a mí.

—¿Aún lo amas?—me pregunta con sus ojitos llorosos, y yo siento que él no se merece que yo le mienta, así que le soy completamente sincera.

—No lo sé, él fue un gran amor para mí y tú más que nadie sabes cómo lo sufrí, pero ya ha pasado mucho tiempo. La herida que él me dejo cuando nos tuvimos que alejar, nunca la pude cerrar totalmente, y yo te quiero mucho—respiro profundo—también está lo de Vicky, tengo mucho miedo de que me la quiten.

—Yo tampoco quiero perder a mi hija, sé que no soy el padre, pero esa niña tiene mi corazón y la amo.

—Lo sé, y no se me olvida lo que hiciste por nosotras—le digo realmente agradecida.

Entonces él me abraza y aunque trato de controlarme, no puedo dejar de llorar. ¿Qué me está pasando? Si hace nada yo estaba bien y ahora, ¿esto? No confío en el buen juicio de mi corazón, así que dejaré que mi mente tome esta decisión.

Voy a arrancar a Daniel Philips completamente de mi corazón...

Daniel:
Estoy en la oficina, haciendo un informe sobre el caso del Indio Amaro debido a que, ya que Vicenta no estará en él, me volvieron a poner en el mismo.

—Bro—me dice Sánchez—¿estás bien?

—No, no puedo ver a mi hija—le respondo nervioso.

—¿Vicenta no te dejó?

—No, ella sí me dejó verla, son tus queridos jefes los que no me dejan.

—Ellos ni siquiera saben que esa bebé es tu hija.

—Bro, necesito tu ayuda, justamente con mi hija.

—¿Qué necesitas?

—¿Podrías explicarle la situación al jefe Brown?

—Daniel, ¿quieres que convenza a Brown de que te deje ver a Vicenta? Eso va a estar difícil, amigo.

—Por favor—siento que se aguan mis ojos—sé que lo mío con Vicenta es imposible, pero lo de mi hija es diferente. Tú, mejor que nadie, sabes cómo me dolió la muerte de Annie y como la lloré, y ahora, al saber que Vicky es mi hija, ¡no puedo perderla a ella también!

—Daniel, la vida no suele ser justa.

—¿Justa? ¡Claro que no! Bro, mi vida ha sido de todo, menos justa. Perdí a mi papá, a mi primera esposa, y a mi primera hija en un accidente—y a mi hermanita, también, pero ese es un secreto que solo mi mamá y Vicenta saben—Y cuando me volví a enamorar, esta vez de verdad, tuve que elegir entre la mujer de mi vida y mi mamá. Luego, me entero de que esa mujer me dio una hija, pero que esa hija le dice papá a otro hombre, ¿sabes cómo me siento con eso?

—Sé que te sientes mal y que no quieres perder un segundo más con tu hija, pero eso no depende de mí.

—Pero me puedes ayudar.

—Está bien—me dice palpando mi hombro—hablaré con él.

—Gracias, bro—le digo y le doy un fuerte abrazo.

Espero que esto ayude porque la última vez que hablé con Vicenta, me dio esperanzas de que quizás puedo reconquistarla, y dijo que me dejaría ver a mi hija.

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