Capítulo 95

64 4 0
                                    

Vicenta:
Que no se malinterpreten mi reacción ni mis sentimientos, no estoy celosa, no me molesta, solo me sorprende y al mismo tiempo, me alegra que ambos hayan encontrado el amor después de haber sufrido tanto en sus vidas.

—Eh—pregunto impresionada—¿enamorados? ¿cuándo pasó esto? Recién me entero y se supone que somos amigos todos aquí, ¿no?

—Hace dos semanas—me dice Stefan.

—Y ¿como así? ¿Por que no querían que nos enteráramos?—pregunta Daniel y lo noto algo tenso.

Espero que no sea lo que estoy pensando...

—Es que nos estábamos dando un tiempo para ver si funcionaba—nos explica Stefan, tomando la mano de Andrea—a ella todavía le afecta lo que pasó.

—Sí—continúa Andrea—es que queríamos ver como nos iba, y no queríamos ilusionarnos, ni involucrar a nadie más en esto, en caso de que no funcionara.

—A ver—digo cautelosa y aturdida, demasiada información al mismo tiempo—díganme la verdad, ¿no querían que me enterara para que yo no me pusiera celosa?

Daniel suspira y miro la expresión de su rostro, que refleja bastante incomodidad. No me mira a la cara y eso me lo dice todo. Sé leer tus gestos, Daniel Philips, que no se te olvide. Seguramente, está malinterpretando las cosas.

—No—nos dicen Stefan y Andrea al simultáneo.

—Vicenta—me dice Stefan—tú ya tienes tu familia, y nosotros sabemos que tú los amas y eso nunca nos preocupó.

—Tú eres capaz de dejarlo todo por ellos—me dice Andrea, aún nerviosa, pero con una sonrisa—lo sé.

—Tranquilos—les digo aliviada y les regalo una sonrisa—¿saben? me pone muy feliz verlos juntos porque ambos se merecen ser felices y amar plenamente. Yo los apoyo y los quiero un montón.

Andrea se suelta de la mano de su novio y viene a abrazarme. Yo la recibo con el inmenso cariño que le tengo. Luego, Stefan me abraza, y a Daniel.

—Bueno, nosotros nos vamos por ahí—me dice Andy.

—Pórtense mal y pásenla bien—bromeo con mi amiga.

—¡Anda!—me dice Stefan riéndose—¡te oí!

—Pues aplícalo—le dice Daniel, tratando de ocultar lo incómodo que se siente detrás de una sonrisa que solo yo sé distinguir que es falsa.

Ellos se van, dejándome sola en la habitación con Daniel, quien cierra la puerta y por la forma en que me mira, deduzco que tendré que responder varias preguntas.

¡Ay! ¡Benditos celos!

Trataré de ser lo más transparente posible con él, y espero que los celos no lo cieguen y logre ver mis verdaderos sentimientos. Aún está de espaldas a mí y me mira de reojo. Yo camino hasta él y lo envuelvo en un abrazo, suspirando aliviada.

—Ahora que estamos solos—me dice Daniel—dime, por favor, ¿lo de Andrea y Stefan te puso celosa?

Sabía que me iba a preguntar eso, o al menos, algo así porque me di cuenta de lo tenso que se puso cuando yo empecé a hacer preguntas, y no lo hice porque me molestara, sino porque ellos son mis amigos y quiero saber.

—¡Claro que no!—le digo y agarro su rostro entre mis manos—¡mírame a los ojos, Daniel!—siento su mirada posarse en mis ojos y veo tristeza en la misma, junto con mucho miedo, un miedo que ha sabido ocultar muy bien, pero a mí no me engaña—el hombre que amo eres tú—suavizo el tono de mi voz—no creas que estoy contigo solo por nuestra hija—pego nuestras frentes, sin dejar de mirarlo a los ojos para que sepa que no miento—estoy contigo porque te amo.

—Sí, pero—me dice y su inseguridad hace que su voz tiemble—es que—veo sus ojos aguarse—tu pasado con él.

Está a punto de llorar y me duele que eso sea mi culpa. Ya bastante ha llorado por mí en su vida, como para ahora estar así por mí. Debo ser muy sincera con él, y que mis latidos le digan lo que siente mi corazón.

—Aquí el que parece que está celoso eres tú, mi Güerito—le digo, dedicándole una pequeña risita—creo que esta conversación está de más porque en su momento, tuve la oportunidad de quedarme con él y no lo hice, ¿eso no te dice nada? Y todo lo que tú y yo hemos pasado juntos ¿donde queda?

—Lo sé—me dice sin mirarme—lo sé, tienes toda la razón.

Entonces, abre sus brazos y me envuelve en ellos, dándome un tierno abrazo que me transmite todos sus sentimientos y me hace sentirlos junto con él. Hay miedo, dolor, angustia, y mucho amor para dar.

—Perdóname, amor—me dice con su voz rota—es que te amo demasiado, tengo mucho miedo de perderte.

—Si me pierdes, va a ser a manos de la muerte, porque en brazos de otro hombre, no va a ser.

De la nada, me dan ganas de abrazarlo, unas ganas muy fuertes que no puedo resistir y lo hago. Lo envuelvo entre mis brazos y lo aprieto fuerte. Espero que el calor de mi cuerpo, mis latidos, y cada suspiro que doy, le debo la certeza de que no me iré, y que tampoco lo dejaré ir. Al desprendernos, vamos a ver a nuestra niña.

Unos días después...

Daniel ha estado como un pulpo, queriendo hacer mil cosas a la vez: quiere garantizar la seguridad de la familia, pero al mismo tiempo, no quiere perderme de vista ni un segundo y sé que es porque aún sigue con sus inseguridades. ¡Ojalá pudiera quitárselas de una vez!

Luego de dormir a Vicky juntos, entramos a nuestro cuarto. Lo noto tenso, nervioso, como si estuviese paranoico. Él está parado y me mira como si yo fuera magia: con admiración y amor, pero con miedo de perderme. ¡No aguanto más verlo así! Pego mi cuerpo al suyo en un cálido abrazo y él me recibe confundido.

—¿Y este abrazo?—me pregunta confundido.

—Es un recordatorio—le digo tranquila—para que no se te olvide que—sonrío como una chiquilla de preparatoria—te amo.

Él toma mis mejillas y me besa con mucha ternura, pero sé que se está conteniendo y me siento culpable por hacerlo esperar tanto, por no poder cumplirle como mujer. Me duele el hecho de que no soy lo suficientemente mujer para él y que en cualquier momento, se irá a buscar afuera lo que yo no le doy aquí. Quizás, ese alguien lo llene físicamente y hasta en lo espiritual, hasta cierto punto, pero NADIE en este mundo lo va a amar más que yo. Lo amo tanto que estoy dispuesta a dejarlo ir cuando llegue el momento, todo sea por su felicidad. Esta vez, no terminaré con él por su bien, esperaré a que él mismo se de cuenta de que no le convengo, o a ser capaz de convertirme en la versión mejorada de la mujer que él necesita, lo que sea que pase primero. Sea como sea, voy a luchar por él.

—Yo también te amo, babe—me dice con la voz rota—no te me vuelvas a ir ¿sí?

—Pues es que aunque quisiera, no puedo—le regalo un atisbo de sonrisa—pues porque este inmenso amor que siento, me encadena a ti, y Vicky es como el candado que lo sella.

—Te amo, mi coyotita—besa mi frente—quiero hacerte feliz y si algún día yo ya no puedo hacerlo, quiero que hagas tu propio camino, que intentes sonreír y que seas feliz.

Lo que el Desierto Unió [Señora Acero: La Coyote]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin