Capítulo 41

66 6 0
                                    

Vicenta:
Tengo la casa hecha un caos porque hoy me toca limpieza y lavar la ropa. Vicky me dio una sorpresa despertándose antes de lo previsto, pero fue porque mi pobre niña tuvo una pesadilla. No sé que fue lo que soñó, pero se despertó llorando y llamándome. La cargue y me senté con ella en el sillón, cantándole y acariciándola, hasta que se durmió. La estoy llevando a su cuna cuando de repente, escucho el timbre de la puerta. Como la dormí en el sillón de la sala, estoy más cerca de la puerta que de su cuarto, que está en el segundo piso de la casa. Entonces decido abrir la puerta y al ver quién es, me quedo paralizada. Mi sangre se congela en mis venas y no puedo respirar.

—Hola—me dice Daniel Philips, quien está parado en la puerta de mi casa.

Tengo miedo de que él quiera remover el pasado y que descubra que Vicky es su hija. Tengo miedo de que me la quite, o de tenerle que decir a Stefan que cómo le advertí antes de adoptar a Vicky, su padre biológico apareció y quiere hacerse cargo de ella.

—Da...Da...niel—le digo tartamudeando—¿qué haces aquí?

—Quiero hablar contigo—me dice serio.

—¿Ahora?—preguntó un poco molesta, aunque no tengo derecho a estarlo porque yo fui quien le rompió el corazón hace dos años—Si te ven aquí, puede ser peligroso.

El que haya sido para protegerlo, no quita el hecho de que lo lastimé mucho, lo abandoné y bueno, creo que se merece al menos una explicación de lo que vio ayer, y de lo que está viendo ahora.

—Sí, ahora—me dice serio—y si me toca, me tocó, pero no puedo seguir con estas dudas en mi cabeza.

—Pasa—le sigo respirando profundo.

Él entra y mira a su alrededor, mientras yo trato de que no se me despierte Vicky.

—Espérame—le digo nerviosa—debo dejar a Vicky en su cuna.

Daniel:
Vicky, es la abreviación del nombre Victoria, el nombre de mi madre y de mi hermana, ¿por qué llevaría ese nombre la hija de Vicenta si no tuviera nada que ver conmigo? Es otro punto a favor de mi teoría de que esa bebé es mi hija. Entro, junto con Vicenta, al cuarto de la pequeña y veo un mini cepillo con mechones de pelos adjuntos al mismo. Vicenta no está mirando, así que tomo el cepillo y lo guardo en la cangurera que cargo alrededor de mis caderas. Veo cómo Vicenta pone a la pequeña en la cuna y me da demasiada ternura. Y pensar que pude ser testigo de esta belleza todos los días, pero no luché lo suficiente. Entonces, en esa misma comida, veo una foto en la que salen Vicenta, la niña, y ese hombre. Siento un pinchazo en mi corazón al verla feliz al lado de alguien más, pero debo disimular si es que quiero respuestas, y realmente las quiero.

—¡Qué bonita foto!—digo para sacar conversación porque ni modo que llegue directamente a preguntar en modo policía, eso la asustaría—Se ven muy felices.

—Sí—me dice sin mirarme—la tomamos cuando mi bebé tenia cuatro meses.

—Ahora, cuéntame tu historia—le digo cruzando mis brazos y poniéndome en posición de atención, dejándole saber que estoy totalmente listo para escucharla.

—Ya la conoces—me dice evitando entrar en detalles.

—No lo suficiente—le digo y noto que ella está evadiendo el contacto visual—Necesito saber lo que pasó después de mí.

—¡Uff!—hace un puchero amargo—no sé ni por dónde empezar.

—Por el principio—le digo serio.

—Está bien, te cuento—me dice después de resoplar y de tomar dos profundas inhalaciones.

—Te escucho.

—A los pocos días de haber terminado contigo, volví a encontrarme con Stefan, mi mejor amigo de toda la vida. Yo estaba pasando por un momento difícil, demasiado, estaba colapsando, más bien, porque a demás de estar sufriendo por haber terminado contigo, también había descubierto una nueva amenaza sobre mí y sobre mi familia.

—S.R, a quien ayudaste a identificar y ponerle rostro.

—Sí, ese hombre quería enamorarme para infiltrarse en mi familia, matarlos a todos, y hacerme sentir tan culpable como para que terminara suicidándome. Deduje que si no me encontraba, mi familia estaría a salvo, así que me fui a Colorado con Stefan, y luego Romero me encontró y tuvimos que salir huyendo, y vinimos a parar  a aquí, en Santa Teresa.

—Ya...

—Stefan me ofreció un tiempo en Colorado para descansar de todos mis demonios y yo acepté porque de verdad, necesitaba un respiro. Él fue un gran apoyo para mí, en ese tiempo me sentí bien y sentí una paz en mí que fue bonita. Me ayudó demasiado, estuvo ahí cuando nadie más estuvo y me enamoré.

Al decir lo último, cierra los ojos, como si supiera que acaba de lanzar un cuchillo directamente a mi corazón.

—Ni yo sabía que me iba a pasar—me dice tratando de justificarse y en realidad, no tiene que hacerlo—no fue algo a primera vista porque yo ya lo conocía de toda la vida, pero pasó y a los dos nos sorprendió.

—¿Y después?—pregunto con un nudo en mi garganta y conteniéndome para no llorar.

—Bueno—me dice bajando el tono de su voz—quedé embarazada y hubo mucho apoyo por parte de él. Siempre quiso a la bebé.

—¿Cuándo nació Vicky?

—Hace un año, y fue prematura por un mes y medio—me dice sin mirarme.

Sé que me miente, pero voy a dejársela pasar porque el laboratorio tendrá la última palabra.

—¿Tan rápido me olvidaste?—le pregunto con una lágrima escapando de mi ojo.

Vicenta:
¡No! Ya lo hice llorar, otra vez. Aunque tuve mis razones, me siento culpable por todo lo que él y yo hemos sufrido, y por lo que sufrirá mi hija cuando se entere de que Stefan y yo le mentimos toda la vida.

—No sé qué decirte—le digo poniendo mis manos en mi cintura y dejando salir una lágrima oprimida—yo a ti me amé muchísimo, y créeme que me dolió dejarte, aunque haya sido por tu bien, pero él me esperó, fue mi pañuelo de lágrimas, me ayudó mucho.

—¿No estarás confundiendo gratitud con amor?—me pregunta y suena desesperado, veo demasiado dolor en sus ojos y siento que soy una miserable por lastimarlo.

—Mira, sé que te debes sentir raro ahora mismo—le digo, tratando de que se sienta mejor—porque este pudo ser nuestro presente y futuro, pero no lo fue, nuestro pasado no lo permitió. Tú sabes que lo nuestro siempre fue imposible, desde el principio.

—Siempre lo supimos y a pesar de eso, tratamos de hacerlo posible, pero no luchamos lo suficiente.

—No se pudo más, Daniel—le digo con mi voz quebrada—y ahora te apareces en mi casa a revolver el pasado. Tú sabes que lo nuestro no fue un punto final, pero tampoco puede ser un punto y seguido, y si me ves llorando, es porque estoy hablando de algo que no terminé de cerrar.

—Lo nuestro se quedó en el aire—me dice cruzando sus brazos, inconforme con nuestra suerte.

Lo que el Desierto Unió [Señora Acero: La Coyote]Where stories live. Discover now