Capítulo 14

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Daniel:
—Con lo mucho que me costo recuperarte,—le digo apretando sus manos—¿tú de veras crees que voy a dejarte por un par de dólares o por un puesto en la migra? Antes tenía eso y no era feliz.

—No me mientas—me dice sin mirarme—yo sé que te gustaba tu trabajo. Me acuerdo lo emocionado que estabas cuando me dijiste de tu ascenso.

—Y el motivo de esa emoción era que después de un tiempo y que todos los ojos dejaran de estar sobre mí, iba a poder ayudarte en los cruces y ¿quién sabe? A lo mejor, en un futuro, conseguir una vida estable para los dos.

—Eso es un sueño imposible, Daniel, no puedes tener ambas cosas porque ellos no te iban a dejar estar en la migra siendo mi pareja. Ibas a tener que elegir un lado y el más estable, es el de ellos.

—¿Elegir un lado?—suelto una de sus manos y agarro su mentón, haciendo que me mire a los ojos—Entonces te elijo a ti, siempre, una y mil veces—me le acerco un poco más—a ti.

Entonces veo cómo la emoción se apodera de su rostro, haciendo que derrame dos lagrimitas y que una sonrisa melancolía, pero aliviada, se dibuje a lo largo y ancho de su rostro. Entonces me abraza con fuerza y yo le devuelvo el gesto.

—Te amo—me dice y deja un beso en mi mejilla—eres capaz de dejar todo por mí.

—Todo todito todón.

—¿Esa palabra siquiera existe?—me dice entre carcajadas, refiriéndose a "todón".

—Nada es imposible cuando tú estás conmigo—le digo después de dar un suspiro.

—¡Ay! Eres un lindo—me dice emocionada y deposita un suave beso en mis labios.

—Babe, tengo que ir a ultimar unos detalles del próximo cruce. ¿Vienes conmigo?

—Sí, amor, voy contigo.

Vicenta:
Nos subimos en la camioneta y nos dirigimos a hacer ciertas diligencias necesarias para el próximo cruce, lo cual, nos toma un aproximado de cuatro horas.

Unas horas después...

Entramos al rancho y nos dirigimos hacia el garaje, pero algo anda mal. Escuchamos gritos y tanto Daniel, como yo, nos miramos con miedo el uno al otro cuando reconocemos la voz.

—¡Suéltenme!—grita doña Victoria desesperada—¿Dónde está mi hija? ¡Quiero ver a mi hija!

—¿Hija?—preguntó confundida.

—Larga historia, luego te la cuento—me dice Daniel y noto que está sudando.

—¡Entra rápido!—le digo alterada y alzando un poco la voz—los gritos vienen del garaje.

Él no me responde, solo acelera y al abrirse el portón, vemos a doña Victoria corriendo hacia nosotros.

—Mamá, ¡NO!—grita Daniel mientras frena de golpe, haciendo que tanto el como yo, nos vayamos hacia adelante—no la veo—entonces veo cómo el pánico empieza a dibujarse en su rostro.

—¡Bájate!—le digo en shook.

Entonces se baja y lo veo que se tira al suelo. Yo me bajo detrás de él y camino hacia donde está. Lo veo tirado en el suelo abrazando a su madre y ambos están llorando, lo cual, hace que yo también derrame algunas lágrimas.

—Ya todo está bien, mami—le dice Daniel tratando de sonar tranquilo, pero la expresión de su rostro lo delata: sigue tan impactado como yo.

—Daniel—le dice doña Victoria entre lágrimas—mi amor, ¿por qué me dejaste sola? ¡Soy tu esposa! Ellos me querían hacer daño, me querían inyectar algo, ¿son tus enemigos, Daniel? ¿Viniste a rescatarme?

Lo que el Desierto Unió [Señora Acero: La Coyote]Where stories live. Discover now