Capítulo 48

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Vicenta:
Recuerdo todo lo que pasó: Daniel Philips mandó a Indira Cárdenas a quitarme a mi hija.

—Bueno—nos dice la vecina—yo me tengo que ir a recoger a mi hijo a la escuela, espero que su situación se solucione pronto.

Entonces ella se va y yo miro a Stefan, más segura que nunca de que él es con quien debo quedarme, y le digo lo que pasa por mi mente.

—Daniel cambió—le digo llena de rabia—no supo perder y se esta es su venganza.

—No—me dice Stefan.

—¿Qué no lo ves? Me casé contigo—le digo tomando su mano—estoy contigo, le negué a su hija, y por eso se está vengando de mí—rompo en llanto—por donde más me duele.

—Vicenta, creo que debes ver la imagen completa y no solo una parte de ella.

—¿A qué te refieres?—pregunto confundida.

—A que quizás las cosas no son lo que parecen.

—¿Por qué me dices eso, Stef?

—Porque hoy hablé con Daniel—me dice serio.

No quiero oír ese nombre, no quiero saber nada de él y para lo único que lo quiero ver, es para que me devuelva a mi hija. Siento rabia, sí, demasiado enojo hacia él. ¡Lo odio! O eso creo, solo sé que lo que siento por él en este momento es muy fuerte y muy negativo.

—A ese—le digo entre dientes—no lo vuelvas a mencionar. Lo desconozco, es como si se tratara de otra persona.

—Ni tanto—me dice Stefan, captando mi atención—me dio su número de teléfono para hacer algo con respecto a la niña.

—¿Algo de qué?

—Cuadrar encuentros secretos, para que tú y yo podamos verla, hasta que se solucione su situación, eso me dijo.

Entonces un deseo de aclara en mi mente: quiero llamar y no precisamente porque tenga muchas ganas de escuchar la voz de ese señor, sino porque quiero saber cómo está mi hija.

—¿Llamamos?—pregunto algo tímida—¡necesito saber cómo está mi niña!

—¡Claro!

Daniel :
Regreso hacia donde está mi hija, quien se encuentra dormida en los brazos de Sánchez. Él me ve y me la entrega.

—¿Cómo la calmaste?—pregunto impresionado, admito que esperaba encontrármela despierta y bastante tímida.

—Le empecé a cantar la canción de "Baby Shark" y se calmó.

—Una vez le mostré esa canción a Vicenta—digo, sonriendo por el recuerdo—y se rió mucho, dijo que ningún hijo de ella iba a escuchar esa ridiculez.

—Bueno, según he leído, los niños suelen tranquilizarse con las canciones que se les cantaba cuando estaban en el vientre de su madre, así que supongo que Vicenta cambio de opinión.

—No solo cambió de opinión sobre eso—digo bajando mi cabeza—ahora debe de estar odiándome.

—Daniel, ¿por qué no mejor te vas a tu casa y te concentras en cuidar a tu hija, y yo me encargo de hacerte llegar una cuna y lo más urgente para la niña.

—¿Harías eso?

—¡Claro, bro!

—Gracias—le digo regalándole una sonrisa.

Por lo menos, ya tenía el asiento especial para bebés en mi carro. Me llevo a Vicky a mi casa, y la duermo en mi cama, poniendo varias almohadas a su alrededor para que no se caiga.

—¿Y esa bebé, mijo?—me pregunta mi mamá algo confundida.

—Mami, ven, siéntate—le digo con una sonrisa.

Ella viene y se sienta a mi lado. Empieza a mirar a mi niña con ternura.

—¡Es tan linda!—me dice con una sonrisa—se parece un poco a tu hermana, y también a...

—Vicenta—le digo, completando su frase—esta bebé es hija mía y de Vicenta.

—¿Qué? Y ¿por que ella no está aquí?

—Mami, sabes que Vicenta se alejó de mí para porque me avala mucho, para protegerme, pero al tiempo, descubrió que estaba embarazada y en ese momento, no pudo buscarme—pequeñas gotas saladas empiezan a escapar de mi rostro—Ahora, la encontré yo y me llevé esta hermosa sorpresa, pero el ICE se enteró de esto y le quitó a nuestra hija, me la entregaron a mí y me prohibieron dejar que su madre se acerque a ella.

—A ella y a ti, ¿verdad?

—No sé a qué le temen—digo desviando mi mirada, y bajando el tono de mi voz—ella está casada y tiene una nueva vida en la que yo no encajo, al menos, no como quisiera. Ahora, solo soy el padre de su hija y para colmo, me debe de estar odiando porque la migra le hizo creer que yo le quité a nuestra hija.

—¡Pobre Vicenta!—dice mi mamá, demostrando verdadera empatía—que te separen de un hijo, es lo peor que te puede pasar en la vida. ¡No sabré yo! Que perdí a tu hermana cuando tenia solo cinco añitos—me dice y veo que derrama dos lágrimas.

—Se llama Victoria, y todos le decimos Vicky—le digo acuñando su rostro y secando sus lágrimas.

—¿Como tu hermana?

—Como mi hermanita.

Entonces mi mamá carga a Vicky y empieza a jugar con ella.

—¿Quién ele tú?—pregunta Vicky confundida.

—Soy tu abuelita, mi amor—le responde mi mamá.

—¿Abuelita?

—Sí, preciosa, tu abuelita.

Entonces, recibo una llamada en mi celular. Como la medicación mantiene cuerda y clara a mi mamá, la dejo con Vicky y respondo al teléfono.

—¿Hello?—contesto.

—¿POR QUÉ CHINGADOS ME HICISTE ESTO?—me grita Vicenta entre lágrimas—Te quieres vengar de mí porque te la oculté y porque estoy con alguien más, pero llegaste demasiado lejos. ¡Con mi hija no, Gringo! A mí, castígame todo lo que quieras, pero deja a mi bebé fuera de todo esto. Es increíble como la gente cambia de un día para el otro—dice frustrada.

—¡NO, Vicenta!—le digo, desesperado porque me crea—Jamás me vengaría de ti por algo que no es ni tu culpa ni la mía. Yo nunca quise esto porque yo quería verlas felices a las dos, aunque fuera lejos de mí. Fue Indira, como siempre, haciéndome la vida imposible.

—No te creo, Daniel—me dice y noto mucho dolor en su voz.

—Él y tú van a ver a Vicky, así sea a escondidas, en lo que busco la forma de arreglar esto, pero ustedes la van a ver, no los voy a separar de ella.

—Ya no sé si creerte—me dice desilusionada—Solo trátala bien, por favor, y no vayas a forzar las cosas más de lo que ya lo hiciste.

—Yo no he forzado nada, y no voy a parar hasta que me creas.

Entonces, ella cuelga el teléfono. Mi mamá se me acerca y me da un beso en la frente, junto con su bendición.

—Yo sé que se lo vas a demostrar—me dice con una sonrisa—y con un poco de suerte, la balanza de su corazoncito se vuelve a voltear a tu favor.

—No creo, mami—le digo en forma de lamento—ella me odia y esto que está pasando, creo que fortalecerá lo que siente por—siento un nudo instalarse en mi garganta—su esposo.

Se siente raro decir que Vicenta tiene esposo y que no soy yo, pero esa es la realidad, una realidad a la que tendré que acostumbrarme y con la que tendré que vivir por el bien de mi hija.

Lo que el Desierto Unió [Señora Acero: La Coyote]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora