Capítulo 36

74 7 0
                                    

Vicenta:
Entonces, varias emociones se mezclan en mi interior, incluyendo el miedo a un nuevo comienzo. Stefan acuna mi rostro con sus manos y empieza a besar mis labios cada vez más rápido. Sus manos bajan hasta quedar sosteniendo mis caderas y pegarme a su cuerpo. Percibo lo que provoco en él y me alegra saber que no estoy destinada a la soledad porque esta es muy cruel y no tiene compasión de nadie. Empezamos a caminar y sin darme cuenta, ya estoy en el cuarto de Stefan. Él cierra la puerta y comienza a besarme otra vez. Lo ayudo a quitarse su camiseta y siento que empieza a levantar mi vestido hasta despojarme del mismo, dejándome solo en ropa interior frente a él. Me mira y veo que me desea, pero no parece muy convencido de lo que estamos a punto de hacer.

—¿Segura de que estás lista? ¿Es esto lo que quieres? ¿Seguro? Lo menos que quiero es lastimarte—me dice sofocado.

Entonces, los nervios de la primera vez en entregarme a alguien nuevo aparecen y me impiden respirar, pero son contrarrestados por la ansiedad de saber: ¿cómo se sentirá vivir esta nueva vida?

—Sí—es todo lo que alcanzo a decirle.

Entonces, empieza a besarme, mientras se deshace de toda la ropa que nos quedaba puesta. Da pequeños pasos hasta que me coloca en la cama y con suavidad, abre mis piernas y para posteriormente posarse entre ellas. Sé que después de que entre en mí, ya no habrá marcha atrás. Lo dejo hacerlo y debo confesar que no se siente tan mal, el miedo desaparece poco con cada movimiento, con cada latido,con cada sentimiento que nos envuelve en la oscuridad de la noche. Nunca pensé que iba a terminar en la cama con mi mejor amigo, pero la vida tiene sorpresas y uno nunca sabe a quién va a terminar amando...

Daniel:
Hace unos dos meses comencé a salir con alguien. Ella es un poco de éxito en medio de tantos fracasos. Es la única chica con la que he logrado mantener una relación por más de una noche después de que me dejó Vicenta y creo que eso la hace especial. Se llama Milena y de hecho, ayer cumplimos dos meses. La invité a ver una película y comer pizza, debe de estar por llegar. Escucho el timbre y voy a abrirle la puerta. Ella está bonita, se arregló demasiado y me apena un poco recibirla en mis fachas, que son ropa casual, aunque ella vino vestida para matar.

—Ho...la—le digo nervioso.

—¿Vine demasiado elegante?—me pregunta.

—No, tranquila, estás bonita—le regalo una sonrisa—Pasa.

Ella pasa y nos acomodamos en el sofá. Empezamos a ver una película llamada "Me before you", en donde él sacrifica su felicidad por el "bienestar" de ella. Esa película me llega profundo ya que eso es justamente lo que hizo Vicenta por mí. Sí, a pesar de haber tenido muchas amantes y de tener una novia en estos momentos, sigo pensando en Vicenta. Muchas cosas aún me recuerdan a ella, como esta, por ejemplo y duele, aún duele.

—¿Estás llorando, Daniel?—me pregunta Milena.

—Perdón—le sigo secando mis lágrimas—el final estuvo triste.

—Podemos darle un final feliz—me dice cerca de mi boca y acariciando mi pecho con sus manos.

No me siento capaz de hacerlo ahora, necesito despejar mi cabeza aunque sea por un momento.

—Sí—le digo y beso su mano—pero antes, necesito ir al baño, creo que bebí demasiada soda.

—¿Me prestas tu teléfono?—me dice Algo tímida.

—¿Para?—preguntó cauteloso.

—Quiero ver las fotos que nos tomamos la semana pasada, aún no me las envías.

—¡Ay! Perdón—le digo desbloqueando mi teléfono—toma—se lo entrego.

Entonces me voy al baño. Entro, me miro al espejo y veo lo fracasado que soy. Veo a un hombre que no es capaz de sostener una relación solo porque le rompieron el corazón y eso duele.

—¿Por qué te fuiste, Vicenta?—pregunto con rabia y no es hacia ella, sino hacia la vida por separarnos y siento lágrimas correr por mi rostro—No soy nada sin ti—admito derrotado y con mi voz quebrada.

Aún no la supero, no puedo sacarla de mi cabeza ni cuando estoy con otra mujer, pero si no quiero quedarme solo toda la vida, debo hacer que esto funcione. Entonces me trago mi dolor, me lavo la cara y respiro profundo.

Salgo del baño y voy hasta la sala, en donde me espera Milena con los brazos cruzados y una expresión de molestia en su rostro.

—¿Qué pasa?—pregunto confundido.

—Aún conservas sus mensajes y sus fotos, no la has olvidado, Daniel—me dice con sus ojos aguados.

—¿Revisaste mi teléfono? Se supone que solo querías enviarte unas fotos.

—Y eso hice, pero encontré una en la que nos veíamos muy bonitos y te la quise enseñar, así que fui al baño para esperarte en la puerta y te escuché. Estabas llorando y de la nada, preguntaste "¿por qué te fuiste, Vicenta?", y luego dijiste que no eres nada sin ella. Así que sí, revisé tu teléfono y vi que aún tienes sus mensajes y sus fotos.

—Ella ya no va a regresar—le digo sin mirarla—y yo nunca te mentí, te dije que tenia el corazón roto y que aún la amaba y aún así te quedaste—Entonces la miro y me le acerco—y te agradezco por eso, porque sabes que eres la única con la que he podido mantener una relación.

—No sabes cuánto lo lamento, Daniel—me dice con lágrimas en los ojos—pero yo no puedo seguir haciendo el papel de pendeja. Si no me amas, si amas a otra, entonces yo no pinto nada a ti.

—Milena...

—¡Milena nada!—me dice alzándome la voz—mejor cortemos en sano. Dejémoslo aquí por la paz, por favor.

—Está bien, te entiendo—le digo resignado a perder, otra vez—perdón por lastimarte.

—Espero que encuentres esa felicidad que tanto anhelas, Daniel—me dice regalándome una sonrisa y poniendo su mano en mi hombro.

Me da un beso en la mejilla y luego se va.

Vicenta:

Tres meses después...

Las cosas van bien entre Stefan y yo, creo que estamos logrando una relación sana y sin excesos. A noche me dijo que hoy regresaría temprano de trabajar y que podríamos llevar a Vicky a pasear. Decidí salir a comprar un poco de ropita para ella porque está creciendo muy rápido y ya casi todo le queda pequeño. Le dejé un mensaje a Stefan dejándolo saber lo que yo iba a hacer y que me esperara si él llegaba primero a la casa. Llevo a Vicky cargada y de repente, se queda mirando algo y lo señala con su dedito.

—¿Qué pasa, mi amor?—pregunto con una voz dulce—¿quieres eso?

—Eso—me dice mi pequeña señalando a una muñeca muy bonita.

—¿Quieres la muñeca, corazón?

—Sí—me dice asintiendo con su cabecita.

—Pues mami te la va a comprar—le digo sonriente y beso su mejilla.

Entonces ella toma mi rostro con sus manitas y deja un suave besito en mi mejilla. ¡Ay, está niña! ¡Me va a matar de amor un día!

Lo que el Desierto Unió [Señora Acero: La Coyote]Where stories live. Discover now