Capítulo 33

67 6 0
                                    

Vicenta:
Siento mis sábanas mojadas por un líquido transparente que vino de mí y en ese momento lo sé: rompí la fuente y estoy lista para dar a luz. Oprimo el botón de emergencias y me siento en la camilla.

—Stef—digo adolorida—despierta, ya es hora.

Él se despierta y me mira confundido. Se levanta y camina hacia mí lentamente.

—¿Ya viene la nena?—me pregunta con una sonrisa.

—Sí, ya viene.

Entonces entra la doctora con las enfermeras y me preparan para el parto. Luego de unas inyecciones y de conectarme a una máquina para monitorearme, empieza mi labor de parto.

—Escúchame, todo va a estar bien—me dice la doctora—sé que no soy la doctora que te ha estado atendiendo todo el embarazo, pero yo voy a ayudar a que tu hija nazca sana.

—Confío en usted, doctora, solo sepa que mi hija es lo más sagrado que tengo en la vida—le digo algo débil.

—Necesito que seas fuerte y que pujes sin importar qué, yo voy a estar ahí para recibir a tu bebé.

—Está bien.

—Aprieta mi mano tan fuerte como necesites—me dice Stefan dándome su mano izquierda, mientras pasa su brazo derecho por la parte superior de mi espalda hasta posar esa mano en mi hombro.

—Hazle caso a tu esposo, eso ayuda bastante—me dice la doctora.

—Ok, lo haré—digo y empiezo a pujar.

Luego de un arduo y largo trabajo, finalmente escucho su llanto. Caigo recostada en la cama, casi sin fuerza, pero siento que necesito cargarla.

—¿Dónde esta mi hija?—pregunto sonando casi como un zombi.

—Aguarda unos segundos, cariño—me dice Stefan—le están limpiando la sangre del útero.

No pasan ni dos minutos cuando ya viene una de las enfermeras y me entrega a mi bebé. La tomo entre mis brazos y veo que es hermosa, divina, simplemente perfecta, ¿será porque la veo con ojitos de amor? No tengo palabras para expresar lo que siento al verla y tenerla entre mis brazos. Es como si todo el mundo hubiese conspirado para este momento y siento que es perfecto. La arrullo y se calma su llanto, pero no abre los ojitos. Stefan nos mira desde lejos, como esperando a que yo le de permiso de acercarse. Me dispongo a invitarlo a conocer a mi hija, pero la enfermera se me para en frente.

—Necesito llevarme a la pequeña para hacerle unas pruebas—me dice la enfermera con una amable sonrisa—no me tardo más de cinco minutos.

—Pero no hace ni cinco minutos que la tengo en mis brazos—digo sin querer alejarme de mi pequeña.

—Usted tuvo una amenaza de aborto espontáneo hace unos meses y la bebé se tardó un poco más en nacer, es nuestra responsabilidad asegurarnos de que todo está bien con ella. A demás, no la sacaremos del cuarto, haremos las pruebas aquí mismo delante de usted, para que esté más tranquila.

—Ok—digo respirando profundo.

Le entrego a mi bebé a la enfermera y veo que la ponen en una camilla para realizarle las pruebas.

—Chenta, me urge ir al baño—me dice Stefan—¿está bien si te dejo sola por unos minutos?

—Me has acompañado casi 24/7 durante siete meses, no me pasará nada porque me dejes sola cinco minutos—le digo con una sonrisa—ve tranquilo.

Cuatro minutos después...

La enfermera me entrega a mi bebé, quien está un poco alterada por los análisis y a demás, seguramente tiene hambre. Me acomodo con ella y empiezo a darle pecho. Amamantar duele un poco, sí, pero vale la pena porque sabes que estás alimentando a ese ser que nació de ti misma, que está hecha de tu misma carne, que por sus venas corre tu sangre. La sangre llama y más aún cuando es la sangre de un hijo. Entonces mi niña abre sus ojitos y veo que son como los míos, y salió blanquita y rubia como Daniel. La doctora y las enfermeras se van cuando veo a Stefan parado en la puerta.

—¿Qué esperas, mijo?—le digo con una sonrisa—¡pásale! Ven a conocer de cerca a Vicky.

—¿Vicky?—me pregunta extrañado y lo entiendo, porque muchas veces argumente en contra de elegir ese nombre para mi hija, pero cuando la vi, sentí que ese era el nombre que iba con ella.

—Pues sí, así le digo de cariño, se llama Victoria Edelmira.

—Castillo Acero—me dice interrumpiéndome, y dejándome sorprendida.

—¿Castillo?—pregunto confundida.

—Mi apellido, ¿recuerdas?

—Sé que Castillo es tu apellido, pero si mi hija tiene tu apellido, eso quiere decir que legalmente vas a ser su...

—Su padre, sí. A parte, tú y yo estamos legalmente casados y eso hace que la niña automáticamente sea registrada como mi hija, y con mi apellido.

—Pero no es tu hija, Stefan—le digo seria.

—Lo sé, pero que la registres sólo con tu apellido va a entorpecer e trámite de tu residencia. Por ahora, lo mejor es que la niña sea legalmente mi hija, aunque creo que debe crecer diciéndome tío.

—Ya pensaré en eso luego y veremos cómo se dan las cosas, pero por ahora, creo que tienes razón y debemos registrarla como si fuera nuestra hija.

Siento un nudo en la garganta al pronunciar la frase "nuestra hija" sin que el nombre "Daniel" esté en la misma oración, pero debo acostumbrarme al hecho de que eso nunca sucederá. Luego de un rato, Stefan se queda dormido en el sofá cama de la habitación y yo me levanto de la cama y me dirijo hacia la cuna en donde descansa mi tesoro. ¡Se ve tan hermosa! No me resisto y la tomo entre mis brazos. La acuno para que no se despierte.

—Mi chiquita—le digo mientras derramo más lágrimas, ¿qué me pasa que ando tan llorona? ¿Serán las hormonas del parto?—No sabes cuánto te amo; eres lo más bonito que me dio la vida y creo que nunca podré darle las gracias a tu papá por ponerle en mi vientre. ¿Te cuento algo?—seco Mis lágrimas con una de mis manos, sin descuidar el agarre con mi pequeña—Cuando te tuve por primera vez en mis brazos, sentí que todo el dolor del parto valió la pena. Te amo, Viki, y te voy a defender con mi vida, como mi mamacita me defendió hasta dar su vida por mí ¿eh? Por ti mato y por ti muero, mi amor. Gracias por abrirme los ojos; ahora sé que mi vida nació contigo, mi niña.

Beso su frente y la arrullo mientras le canto la misma nana que me cantaba mi mamá para ayudarme a dormir, no porque lo necesite ella, sino porque lo necesito yo. Este angelito se merece la vida más feliz, y todo el amor de este mundo, así que se lo voy a dar. A partir de hoy mi vida será por y para mi hija, la persona más importante en el universo para mí y la que más amo.

Lo que el Desierto Unió [Señora Acero: La Coyote]Where stories live. Discover now